Crabbe observó la escena con una sonrisa de satisfacción.
—Ya es suficiente drama —dijo con desprecio mientras sacaba su pistola y, sin vacilar, le disparó a Eamon en la cabeza.
El grito de Kaelan resonó en mis oídos, y me dejé llevar por el dolor y la desesperación. Cerré los ojos, esperando que todo esto fuera solo una pesadilla. Pero cuando los abrí, ya no estábamos siendo sujetados. Crabbe y sus hombres habían desaparecido, dejando tras de sí un rastro de muerte y desolación.
Lo único que rompía el silencio eran los pequeños pasos de Liam acercándose con miedo. Giré mi cabeza para verlo, asustado y temblando. Kaelan también lo vio, y con un esfuerzo doloroso, se levantó y lo cargó en sus brazos.
Me arrastré por el suelo, mis manos temblorosas alcanzando el cuerpo de Aria. Vi el amuleto que le había dado para cuidarlo, y una oleada de dolor me atravesó. Ya no quería sentir nada. Recordé por qué había decidido seguir esas dos reglas: no confiar en nadie y no mostrar mis sentimientos.
Con lágrimas en los ojos, cerré los párpados de Aria y sostuve su cuerpo por unos momentos antes de dejarlo descansar suavemente en el suelo. Me levanté, mis piernas apenas sosteniéndome, y vi los cuerpos sin vida de Eamon y Alessandra. Kaelan se acercó a mí y me pasó a Liam. Lo acepté sin dudar, sintiendo el peso del pequeño en mis brazos.
Kaelan jaló el cuerpo de Eamon y lo colocó junto al de Alessandra, uniendo sus manos en un último gesto de amor. Luego, sin decir una palabra, se alejó. Lo seguí en silencio hasta llegar al puerto de la isla, donde la tripulación de Kaelan celebraba su victoria sobre los hombres de Crabbe. Pero para nosotros, no había victoria que celebrar.
Kaelan suspiró y se dirigió al barco. Lo seguí, subiendo a bordo con Liam en brazos. Lo llevé al camarote y lo recosté en la cama, asegurándome de que estuviera cómodo. Salí del camarote y vi a Kaelan, de pie en la cubierta, mirando al horizonte. Iba a acercarme a él, pero él se giró hacia mí primero.
Me acerqué a Kaelan, notando la tensión en su postura. Necesitaba saber qué seguía, no sabía cómo procesar todo lo que estaba pasando, necesitaba pensar en otra cosa porque si no lo hacía iba a destruirme internamente.
—¿Cuál es el siguiente paso? —pregunté, tratando de mantener mi voz firme.
Kaelan me miró con enojo, sus ojos ardían de furia contenida.
—¿El siguiente paso? —repitió con sarcasmo—. ¿De verdad crees que hay un "siguiente paso" después de todo esto?
Sentí un nudo en el estómago, pero no quería mostrar debilidad.
—Tenemos que seguir adelante, Kaelan. No podemos rendirnos ahora.
—¿Seguir adelante? —respondió, su voz cada vez más alta—. ¿Cómo puedes decir eso tan fácilmente? No entiendes nada, Lyriana. No sabes lo que es perder a alguien que amas. Tú solo eres una orgullosa sin sentimientos, sin personas a quienes amar o preocuparte. Siempre serás así, sola.
Sus palabras me golpearon con la fuerza de una tormenta, y antes de darme cuenta, mi mano se alzó y le di una bofetada. Kaelan solo sonrió con ironía, su mirada llena de desprecio.
—No sabes nada, Kaelan. Yo también siento el dolor. Aria... Eamon... —intenté decir, pero me interrumpió.
—¿Dolor? ¿Tú? —se burló—. No tienes ni idea de lo que es el verdadero dolor. Siempre tan altiva, tan orgullosa. Crees que puedes enfrentarlo todo sola, pero te quedarás sola para siempre.
Su última palabra resonó en el aire, un eco de su furia y desesperación. Kaelan se dio la vuelta y se alejó, dejándome allí, temblando de rabia y tristeza. Me quedé mirando su figura mientras se alejaba, sintiendo que una parte de mí se rompía con cada paso que daba.

ESTÁS LEYENDO
Las Profecías Del Océano: La Isla De Los Dragones
FantasiEn un mundo donde la profecía y el destino se entrelazan, Lyriana, una joven con un pasado complejo, se ve atrapada en una lucha entre el bien y el mal. Junto a Kaelan, un capitán pirata con un agudo sentido del humor y sarcasmo que pone a prueba la...