Capítulo 11

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Estaba cansada y desalentada. La noche había sido larga y la búsqueda infructuosa. Cuando finalmente me dirigía de regreso al barco, estaba dispuesta a aceptar que había fallado. Pero al acercarme al muelle, noté algo extraño.

Un grupo de personas estaba reunido en un barco. Mi ceño se frunció al ver la escena: varios hombres, con la apariencia de piratas, estaban en el barco, y al ver con más atención, noté que Damian estaba amarrado a un poste. Mi corazón se aceleró y, sin pensarlo dos veces, saqué mi espada y me dirigí rápidamente hacia el barco.

Al subir al barco con sigilo, traté de hacer el menor ruido posible. Pero justo cuando pensaba que podría rescatar a Damian sin problemas, sentí una mano fría y firme que me agarró de la cintura, y una presión dolorosa en mi garganta. Mi primer impulso fue luchar, pero entonces escuché un susurro al oído que era una mezcla seductora de amenaza y familiaridad.

—¿Te has perdido, Lyriana? —la voz era grave y cargada de una ironía peligrosa. Mi mente ya estaba alerta, pero había algo en ese tono que me hacía sentir una extraña combinación de miedo y reconocimiento.

Mis intentos de liberarme se volvieron más desesperados mientras la mano que me sujetaba se mantenía firme en mi garganta. Fue en ese momento cuando mi mano tocó la que me sostenía, y el contacto me hizo entender. Era el mismo tacto que recordaba, familiar y perturbador.

—Kaelan —susurré en voz alta, con un tono de sorpresa y confusión. Las palabras salieron de mis labios como una mezcla de alivio y desesperación. No podía creer que fuera él, pero su presencia era inconfundible.

Sentí la presión en mi garganta aflojarse ligeramente, y el abrazo a mi cintura se hizo más tenso. Kaelan se movió de manera que podía sentir su respiración en mi cuello.

—Sabía que encontrarías el barco —dijo, su voz llena de una mezcla de sorpresas y reproche. La intensidad en sus palabras revelaba que había estado esperando este encuentro, aunque su método para hacerlo no era lo que yo había anticipado.

Me retorcí un poco, tratando de ajustar mi posición para poder enfrentarlo. Aunque el roce de su mano era familiar, no dejaba de ser una amenaza. Cuando me moví para mirarlo, vi su rostro medio oculto en la penumbra, pero la mirada en sus ojos era clara y desafiante.

—¿Qué estás haciendo, Kaelan? —pregunté, intentando mantener mi voz firme a pesar de la presión que sentía. Mis palabras estaban cargadas de frustración y confusión.

Kaelan, aún sujetándome con firmeza, sonrió de manera enigmática.

—Pensé que era hora de un reencuentro —dijo, su tono no delataba ninguna emoción clara—. Pero parece que has estado ocupada, Lyriana.

Mi mente estaba llena de pensamientos conflictivos. La presencia de Kaelan era una sorpresa inesperada, y aunque una parte de mí estaba aliviada de verlo, la otra estaba frustrada por el método con el que había llegado a mi encuentro.

—Suéltame, Kaelan —dije con firmeza—. No estamos aquí para jugar.

Al escuchar mis palabras, la mano de Kaelan se movió ligeramente, y pude sentir que su agarre se relajaba. Aunque aún mantenía una posición dominante, la tensión en su cuerpo parecía disminuir. Su mirada se encontró con la mía, y había algo en su expresión que me decía que no había venido solo para pelear.

Me solté de su abrazo y me giré para ver a Damian, aún amarrado pero visiblemente aliviado de ver que estaba bien. Solté un suspiro de frustración y me dirigí hacia él para desatarlo, mientras Kaelan observaba en silencio, con una expresión que revelaba su propia batalla interna.

Las Profecías Del Océano: La Isla De Los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora