Capítulo 8

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Después de nuestra experiencia con la bruja, regresamos al bullicioso puerto de la isla de los dragones. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, lanzando una cálida luz dorada sobre el paisaje.

Kaelan y yo nos reunimos con nuestros hombres en el muelle. La tensión y la incertidumbre aún pesaban en el aire, pero sabíamos que debíamos seguir adelante. Los marineros nos miraban con curiosidad, esperando órdenes.

Uno de los hombres se acercó a Kaelan, su expresión grave. —Capitán, hemos encontrado algo sobre el Capitán Crabbe. Pero ya no está en la isla en estos momentos.

Mi corazón se aceleró ante la noticia. —¿De dónde sacaron esta información? —pregunté con impaciencia, mi voz temblando ligeramente.

El marinero se volvió hacia mí, nervioso. —De un marinero que estaba en la taberna. Nos dijo que Crabbe se había ido hace unos días.

Sin esperar más, me dirigí rápidamente hacia el hombre que había dado la noticia, jalando de su camisa con determinación. —¿Dónde está ese marinero? —exigí, buscando desesperadamente alguna pista.

Kaelan, al ver mi actitud, gritó mi nombre. —¡Lyriana, espera!

Pero yo no me detuve. La información sobre Crabbe era crucial, y no podía perder tiempo en respuestas vagamente útiles. Mi mente estaba fija en encontrar al marinero, sin importar lo que Kaelan tuviera que decir.

Finalmente, localicé al marinero en cuestión en una taberna cercana. La puerta estaba entreabierta, y entré con pasos decididos. Dentro, el ambiente era ruidoso. Observé a los clientes dispersos, buscando al hombre que necesitábamos, había tanta gente que no lo encontraba hasta que vi al fondo una mesa, no eran piratas, eran marineros.

El marinero estaba temblando, y mi paciencia se había agotado por completo. Con una decisión firme, lo agarré del collar de su camisa y lo empujé contra la pared cercana. La mirada de miedo en sus ojos me confirmaba que había logrado mi propósito: intimidarlo lo suficiente para obtener respuestas.

Saqué mi espada y la coloqué en su garganta, ejerciendo una presión suficiente para que sintiera el filo sin causarle daño inmediato.

—Escucha bien —dije con voz fría, mi mirada fija en la suya—. Necesito respuestas claras y rápidas. ¿Dónde está el Capitán Crabbe?

El marinero tragó con dificultad, sus ojos desorbitados al sentir el filo de mi espada contra su piel. —¡Está en Puerto Tortuga! —balbuceó, su voz temblando—. ¡Salió hace dos días! ¡Pero planea regresar a la isla pronto!

Mi mano temblaba levemente mientras mantenía la espada en su garganta. La noticia de que Crabbe estaba en Puerto Tortuga y planeaba regresar pronto me dejó sin aliento por un momento. Solté un respiro profundo y retiré mi espada, dejando al marinero caer al suelo con un golpe sordo.

Kaelan, que había llegado en ese momento estaba observando con una mezcla de preocupación y curiosidad, entró en la habitación con pasos firmes y se acercó rápidamente a mí. Su mirada era penetrante, tratando de entender la gravedad de la situación.

—¿Qué averiguaste? —preguntó, su tono grave y tenso.

Recuperando mi compostura, respondí con voz firme—: Regresará. Se fue a Puerto Tortuga hace dos días, pero planea volver pronto.

Kaelan frunció el ceño, claramente confundido y preocupado—: ¿Por qué regresaría a Puerto Tortuga y luego volvería aquí? ¿Qué podría estar planeando?

El eco de su pregunta resonaba en la habitación, y me di cuenta de que no tenía una respuesta inmediata.

—No estoy segura —admití, sintiéndome frustrada—. Pero si planea regresar aquí, debe tener un propósito muy específico. Tal vez esté buscando algo en particular en la isla, o quizás esté preparando algo para cuando regrese.

Las Profecías Del Océano: La Isla De Los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora