—¿Estás en peligro, Damian? —preguntó Kaelan, levantando una ceja y observando a Damian con gracia.
—N-no —respondió Damian, sonrojado.
Yo aguantaba la risa, casi ahogándome de la situación.
Damian volteó a verme y, al darse cuenta de mi apariencia, gritó:
—¡Estás desnuda! —tapándose la mirada con las manos.
Kaelan frunció el ceño, mientras yo no podía contener más la risa, riéndome casi hasta ahogarme.
—¿Por qué estás buscando a Lyriana? —preguntó Kaelan.
—Ya había pasado un buen rato y no llegaba al barco —contestó Damian, todavía sonrojado.
Kaelan lo miró con obviedad, y yo observé a Kaelan, pensando en cómo había sobrevivido tanto tiempo sin besar a Kaelan verlo así, sin camisa, su cabello despeinado y sus labios, esos labios que te hacen sentir que mueres y vuelves a nacer. Inconscientemente, me mordí el labio.
Kaelan me observó discretamente, luego se giró hacia mí y dijo:
—Si sigues haciendo eso con tu labio, no voy a dudar en llevarte otra vez al camarote, sin importar si cierras la puerta o no, o quién esté presente.
Damian y yo nos sonrojamos intensamente.
—Ya me voy —dijo Damian rápidamente.
—Nos vemos mañana —añadió Kaelan, mientras Damian se apresuraba a irse.
Sonreí y miré a Kaelan.
—Yo también me voy —dije, aunque en mi corazón no quería alejarme de él.
Kaelan al escuchar esto me volteó a ver, y comencé a explicarle:
—No voy a dejar solo a Damian en un barco donde claramente no sabe cómo defenderse.
Kaelan suspiró y pasó una mano por su rostro, su frustración evidente.
Me acerqué a él y puse mi mano en su rostro, mirándolo a los ojos.
—Te prometo que no me iré esta vez —dije, con sinceridad en mi voz.
Kaelan simplemente me jaló y me abrazó, sus brazos rodeándome con fuerza. Suspiré, sintiendo una mezcla de alivio y consuelo en su abrazo.
Kaelan me abrazaba con fuerza, y susurró en mi oído:
—Quédate a dormir conmigo.
Sus palabras me hicieron sentir como si me derritiera en sus brazos. No podía evitar pensar que me estaba dejando ganar por la situación. Lentamente, rompí el abrazo, mirándolo a los ojos.
—Está bien, pero no haremos nada esta noche —le dije, tratando de mantenerme firme.
Kaelan me miró con una sonrisa burlona y comentó:
—Entonces, ¿otras noches sí?
No pude evitar sonreír ante su descaro, y le di un golpe en el hombro.
—Eres imposible —dije, sin poder ocultar la risa en mi voz.
Justo cuando nos dirigíamos hacia el camarote, recordé a Damian.
—Tengo que ir por Damian —le dije a Kaelan, girándome para ir hacia el barco.
Kaelan, visiblemente molesto, me detuvo tomándome del brazo.
—No vas a salir así al pueblo —dijo con firmeza.
Miré hacia abajo y me reí, recordando que llevaba solo la camisa de Kaelan.

ESTÁS LEYENDO
Las Profecías Del Océano: La Isla De Los Dragones
FantasyEn un mundo donde la profecía y el destino se entrelazan, Lyriana, una joven con un pasado complejo, se ve atrapada en una lucha entre el bien y el mal. Junto a Kaelan, un capitán pirata con un agudo sentido del humor y sarcasmo que pone a prueba la...