Aragorn había regresado a su lado después diecinueve años, y se percataron al verse de que los sentimientos en sus corazones permanecían inamovibles hacia el otro. El silencio, las disputas infantiles y la distancia, no eran capaces de mermar lo que había escrito el destino.
Tres días fueron necesarios para que Anatar despertara de sus heridas. El campamento de Gondor estaba tan próximo a la batalla, que alcanzaba a olerse en el aire el fuego que todavía ardía en el puerto de Umbar. Se escuchaba el ir y venir de los soldados, las apresuradas voces de quienes atendían a los heridos. No obstante, había algo más, un canto susurrado en el interior de su tienda.
Anatar levantó sus pesados párpados, encontrando la figura de Aragorn a los pies de su cama. Estaba cabizbajo, acariciando con detenimiento el amuleto dúnedain de Anatar o, más bien, de su padre. Sus labios estaban a penas entreabiertos, lo suficiente como para que el murmullo de su canto fuera audible para él, y para ella. Anatar reconoció la melodía de su pueblo, siendo una de muchas que su madre le había cantado en las noches.
La grave y hermosa voz de Aragorn la calmó, hizo que el latir de su corazón se redujera a un suave aleteo y, que sus heridas, se sintieran como suaves raspones y nada más.
— Los años os han favorecido. —Aragorn dio un pequeño respingo al oírla. Se puso en pie, llegando raudo a su lado— ¿Eso que veo es una arruga? —bromeó, con el inicio de una ladeada sonrisa.
— Ya veo que seguís igual. —suspiró, aliviado y, al tenderle el amuleto, la expresión de Anatar se trastornó al recordar a su padre. La respiración se le atascó en la garganta, la preocupación y la ansiedad ya refulgían en sus orbes— Lo encontré. —dijo Aragorn, ayudándola cuando hizo su primer intento de sentarse— No dejabais de repetir su nombre en sueños, de rogarme que lo buscara. Y lo hice. —sentenció, aunque la primera vez que la oyó decirlo entre el delirio de las heridas, no creyó en lo más mínimo que fuera real.
— ¿Está...?
— Vivo. —Aragorn puso el amuleto en su mano— Él también os estaba buscando. —añadió, sin mencionar la sorpresa que le supuso encontrarlo en tan deteriorado estado.
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EL AMANECER DEL SOL ROJO ⎯⎯ ᴀʀᴀɢᴏʀɴ
Fanfiction𝗮𝗿𝗮𝗴𝗼𝗿𝗻 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 Con su pueblo en declive, los dúnedain se alzan bajo las tierras sureñas, colindantes a la hermosa ciudad élfica de Rivendel. Anatar, humana, dúnedain y montaraz del norte. En su historia se alzan reyes, enemigos...