La mañana en la ciudad comenzaba con el bullicio habitual, pero en la pequeña floristería del peliverde, el ambiente era más tranquilo y reflexivo. El sol apenas se había asomado por el horizonte, bañando el local con una luz dorada que se colaba entre las hojas de las plantas y acariciaba suavemente las flores alineadas en sus mostradores.
Izuku, sin embargo, no podía concentrarse del todo en su trabajo. Sus pensamientos seguían regresando a la noche anterior, a la manera en que Bakugou lo había sostenido, cómo le había dicho esas palabras que parecían haber sido arrancadas de lo más profundo de su corazón. Sonrió para sí mismo, recordando cada detalle, desde la calidez de los brazos del alfa hasta la suavidad con la que lo había besado.
Se sonrojó al recordar cómo Bakugou lo había limpiado antes de dormir.
-Y como me había abrazado cuando nos fuimos a dormir.... -susurro para si mismo ante la mirada incrédula de Ari que lo miraba como si fuera un adolescente recién con pareja.
Sin embargo, no tenía mucho tiempo para perderse en sus pensamientos. Aún quedaba mucho trabajo por hacer. Mientras organizaba un nuevo pedido de lirios y rosas, se preguntó qué estaría haciendo su agente en ese momento. El rubio había tenido que marcharse temprano para su turno en la estación de policía, pero antes de irse, le había dejado un beso en la frente y una promesa de que lo vería más tarde.
Volvió a sonrojarse al recordar ese momento. Lo amaba mucho.
A pesar de su determinación por mantenerse enfocado, no pudo evitar revisar su teléfono varias veces, esperando un mensaje suyo. Sonrió de nuevo, sintiéndose un poco tonto por estar tan ansioso, pero no podía evitarlo; todo era demasiado nuevo y emocionante.
Mientras tanto, en la comisaría, el alfa estaba lidiando con un caso particularmente complicado. La mañana había sido agitada, y aunque su mente trataba de mantenerse en el trabajo, de vez en cuando se encontraba pensando en Izuku. Esa mañana, después de haber salido de su casa, no había dejado de sentir un nudo en el estómago, una mezcla de preocupación y deseo de protegerlo.
Su instinto protector siempre había sido fuerte, pero con Izuku, era aún más intenso. Sabía que la vida como policía no era fácil, y que siempre había un riesgo asociado con su trabajo, pero ahora, con el peliverde en su vida, ese riesgo le parecía más real que nunca.
De repente, su teléfono vibró en su bolsillo, sacándolo de sus pensamientos. Lo sacó rápidamente, con la esperanza de ver el nombre de su amado en la pantalla, pero en su lugar, era un mensaje de uno de sus compañeros, alertándolo de un incidente en una de las calles cercanas a la floristería.
Su corazón se aceleró. El mensaje hablaba de un disturbio en la calle principal, no muy lejos de donde Izuku trabajaba. Sin pensarlo dos veces, agarró sus cosas y salió corriendo hacia la patrulla, indicando a su compañero que lo siguiera.
Cuando llegó a la escena, la situación era un caos. Un grupo de delincuentes estaba causando problemas, y la policía ya estaba desplegada para contener la situación. Katsuki rápidamente tomó el control, organizando a su equipo y asegurándose de que los civiles estuvieran a salvo.
Sin embargo, su preocupación principal era Izuku. No pudo evitar sentir una punzada de temor mientras se abría paso entre la multitud, buscando el rostro familiar del omega. Finalmente, lo vio, justo frente a su tienda, tratando de calmar a un cliente nervioso que había quedado atrapado en la confusión.
El alivio lo golpeó con fuerza, pero al mismo tiempo, un instinto feroz de protección se apoderó de él. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él, apartando a la gente del camino con un gruñido que dejó claro que no iba a permitir que nada le pasara a Midoriya.
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Policía x florista | Bakugo x Midoriya
Romance-Si sigues actuando así de arrogante, haré que veas las estrellas- dijo Bakugo acorralando a Midoriya contra la pared- y no precisamente las del cielo- le susurró en su oído. Un reencuentro bochornoso entre Midoriya Izuku, un omega de 25 años que tr...