∆ CAPÍTULO 11: DESCUBRIR SENTIMIENTOS

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Bakugou despertó temprano, como siempre lo hacía, cuando la alarma de su teléfono sonó con su usual tono estridente. Parpadeó, adormilado, y por un momento, no pudo recordar dónde estaba. Sin embargo, cuando bajó la mirada y vio la cabeza de cabello esponjoso y verde sobre su pecho, todo volvió a él.

Izuku estaba aún profundamente dormido, con su rostro relajado y su respiración tranquila. Verlo así, tan cerca y tan en paz, hizo que su corazón se llenara de una calidez que no solía permitir. El rubio apagó la alarma rápidamente, cuidando de no despertar al peliverde. 

Se quedó observandolo durante un rato, memorizando los detalles que nunca antes se había permitido ver tan de cerca: las largas pestañas que descansaban sobre sus mejillas, la ligera curva de sus labios, la suavidad de su piel. Se veía tan vulnerable y pequeño, un contraste tan grande con la fuerza que solía mostrar cuando estaba despierto. A Bakugou le resultaba casi imposible apartar la vista.

Sin poder evitarlo, levantó una mano y la llevó suavemente al cabello del peliverde, acariciándolo con cuidado, como había hecho la noche anterior. Los mechones se deslizaban entre sus dedos como seda, y el alfa notó cómo el cuerpo de Midoriya se relajaba aún más ante su toque, como si supiera que estaba seguro. Era un sentimiento extraño para él, esta necesidad de protegerlo no solo en las batallas, sino en estos momentos de quietud también.

Izuku se removió un poco, sus ojos verdes abriéndose lentamente y enfocandolos a su acompañante con una mirada aún adormilada. Un pequeño bostezo escapó de sus labios mientras se estiraba ligeramente, sin querer separarse del calor del cuerpo de Bakugou.

—Buenos días, Kacchan —murmuró él con voz ronca, aún sumido en el letargo del sueño. Su tono era suave, casi vulnerable, como si todavía estuviera envuelto en la seguridad de sus sueños.

El alfa sintió un leve sonrojo calentando sus mejillas, pero lo disimuló con una sonrisa que apenas alcanzó sus ojos.

—Sigue durmiendo, Deku —dijo, su voz baja y ronca por el sueño, pero con un tinte de cariño que no pudo evitar—. Aún es temprano, y yo tengo que prepararme para ir a trabajar.

El peliverde parpadeó varias veces, claramente tratando de luchar contra el sueño que aún lo dominaba. Pero antes de que pudiera responder, Bakugou lo empujó suavemente hacia la almohada, sus dedos aún enredados en el cabello del peliverde.

—Duerme un poco más, ¿vale? —agregó este, inclinándose un poco para asegurarse de que Izuku estuviera cómodo. Su voz fue más suave de lo que pretendía, pero al ver la forma en que los ojos del omega comenzaron a cerrarse de nuevo, no le importó.

Izuku asintió levemente, ya cayendo de nuevo en el sueño mientras susurraba un casi inaudible "gracias" antes de hundirse en la almohada. Bakugou esperó hasta estar seguro de que Midoriya volvía a estar profundamente dormido antes de deslizarse con cuidado fuera de la cama, procurando no hacer ningún ruido que pudiera perturbar su descanso.

Se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de él antes de encender la ducha. El agua caliente se derramó sobre su piel, relajando la tensión que no se había dado cuenta de que llevaba en los hombros. Mientras el vapor llenaba la pequeña habitación, dejó que sus pensamientos vagaran hacia lo que había pasado la noche anterior y hacia la persona que seguía durmiendo en la cama.

Era extraño, admitió mientras se enjabonaba el cuerpo, pensar en el peliverde de esa manera, pero no podía negar lo que sentía. El contacto había sido inesperadamente reconfortante, algo que jamás habría imaginado con alguien como él. Al principio, pensaba que era una responsabilidad que tenía que asumir por la noche que se habían acostado, pero ahora se daba cuenta de que había más. Algo que lo empujaba a querer cuidar de él, a protegerlo de una manera diferente. Era algo más personal, más profundo.

Policía x florista | Bakugo x MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora