Javier tensó la mandíbula tratando de regular la intensidad de los sentimientos que se mezclaban en la habitación e intentó de concentrarse, sin embargo, se le hacía complicado porque las emociones de Leigh-Anne y Willow le golpeaban el pecho con tanta fuerza que él se preguntaba si, tal vez, había alguien más en la habitación que fuera el causante de su dolor físico.
El aire se le escapó de la boca mientras se tomaba el pecho y se inclinaba hacia el suelo; los rizos azabaches se le pegaron a la frente sudada y el corazón le dio un vuelco. Soltó una maldición entre dientes y su mirada se volvió oscura, estaba cruzándose entre el verde enebro y el azul cobalto con tenues luces plateadas, además, todas las facciones de su rostro se endurecieron y sus ojeras se acentuaron aún más, casi como si el dolor lo hubiera envejecido de la misma forma que a Willow y Leigh-Anne.
Sintió que el cerebro le chocaba contra el cráneo, y que todo a su alrededor se sentía demasiado diferente.
"¿Qué carajos pasa?". Se preguntó en un susurró que no era para nadie en específico, pero, que de igual forma fue ignorado por su chica.
Javier tragó hondo sintiendo un miedo irracional con una confusión contante que, realmente no le pertenecía y soltó un gruñido poniendo las manos sobre el suelo para no caerse de boca. Se quedó inmóvil por unos minutos esperando que todo volviera a la normalidad, sin embargo, cada segundo se volvía más intenso y no tenía más opciones que apagar esa parte de él que le permitía percibir emociones ajenas y... No quería hacerlo, porque necesitaba saber que ellas estaban bien, pero, se dijo que, si no lo hacía, y algo más pasaba, serían un blanco fácil, así que luego de cinco minutos tomó la decisión y fue como si apagara un interruptor, como si en su mente su mano hubiera tanteado la pared con indecisión, y entonces, escuchó el clic.
Al principio se sintió desorientado, fue como estar en una disco toda la madrugada, luego salir del local y notar como el silencio de la noche parecía ser tortuosamente insoportable, además, por una extraña razón te sientes más aturdido y hasta el sonido de tu respiración parece molesto. Esa fue la comparación más o menos cercana a lo que él sentía, y trataba de buscar más cosas con que comparar la sensación porque eso de alguna manera lo distraía y lo hacía respirar.
Javier recostó la frente del suelo aún con una de sus manos sosteniéndose el pecho creyendo que, de alguna manera eso lo haría sentir mejor, además, eso parecía estar funcionando porque el corazón comenzó a latirle con tranquilidad. Al cabo de unos segundos, se impulsó hacia atrás, irguiendo su espalda, sin embargo, la confusión que sentía se acentuaba tanto que él respiró hondo mirando el techo blanco con aquellos misteriosos ojos verdes, y entonces, se reclinó hacia adelante con rapidez colocando las manos nuevamente en el suelo.
Él necesitaba verlas. Necesitaba saber si podía hacer algo y necesitaba ver a su chica, porque sabía que algo estaba mal, aun así, le costó un par de minutos poder levantar la cabeza y mirarlas, sentía todo su cuerpo pesado como si hubiera estado en una batalla durante horas, y él no podía sacudirse esa sensación, había perdido mucha energía, era como si, de repente su cien por ciento de carga hubiera bajado al cinco. Solo podía esperar a que su cuerpo regenerara la energía perdida o que Leigh-Anne lo ayudara, pero, tomando en cuenta la situación actual, probablemente ella necesitara más ayuda que él.
Cerró los ojos con fuerza, sabía que si entraba en un estado de completa relajación lograría quitarse la pesadez, pero, él no tenía tanto tiempo para eso así que solo esperó un par de minutos, y entonces, abrió los ojos girando su cabeza hacia a ellas, pero la imagen frente él lo hizo congelarse, se le entrecortó la respiración, el corazón le dio un vuelco y con toda la rapidez que pudo, aun tratando de recuperarse de la amarga sensación en su pecho, él las tomó de las manos, jadeando.
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Mil ochenta horas [Parte Uno Y Dos]
Science FictionSinopsis "Los susurros revelan verdades y las sombras ocultan secretos" Leigh-Anne se ve atrapada en un torbellino de misterio cuando la niña a la que cuida desde hace más de un año y medio aparece de madrugada ensangrentada en la puerta de su casa...