"Sentía unas ganas desmesuradas de llorar, aunque el calor de su piel me relajaba y no quería dejar de aferrarme a su mano porque sentía la ligera sensación de que él saldría corriendo, que me dejaría sola, eso me asustaba, estaba a nada de ponerme a temblar.
Quería abrazarlo, sin embargo, se veía demasiado tenso y desconcertado, no quería ver el rechazo cuando intentara alejarme de sus brazos, eso provocaría que el nudo en mi garganta se deshiciera. No quería llorar, no frente a él porque no podría explicar la razón de todo lo que sentía, y yo era demasiado ingenua al pensar en cosas que probablemente no eran como las pensaba, ni siquiera quería tener eso en mi cabeza en aquel instante.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo, cerré los ojos por unos segundos y luego respiré hondo observando sus ojos que huían de los míos.
Decía que no estaba enojado, pero, eso no era lo que mostraba su mandíbula tensa y su ceño fruncido, menos sus ojos de color verde enebro que se mezclaba con el azul cobalto; ni su respiración que, si no era por mí, que le susurraba en la mente que respirara y se mantuviera siendo consiente de los latidos de su corazón, hubiera caído de largo a largo hace más de un par de minutos.
Sabía que estaba enojado, pero, no sabía porqué razón.
¿Era por mi infantil juego de sentarme en el borde y tambalearme?, ¿era porque había notado la intención detrás de todas mis miradas o por qué ya se había cansado de mí actitud de "princesa temeraria"?
Apreté su mano con fuerza sin ser capaz de levantar la barbilla, de seguro él pensaba que yo era una niña inmadura, de seguro después de mi patética forma de actuar él me veía distinto y creía que los dos años de diferencia que nos llevábamos en edad eran demasiados...pero, probablemente eso ni siquiera pasaba por su cabeza porque de los dos, yo era la única que lo veía diferente, la única que no podía apartar la mirada y la única que deseaba besarlo y abrazarlo durante horas.
Yo era cobarde, porque, por mucho que quisiera decirle todo lo que se mezclaba en mi pecho, una parte de mi me gritaba que no lo hiciera.
"Él no te ama".
Respiré hondo intentando callar la voz.
"Él no piensa en ti como tú en él".
Solté el aire que retenía y juré que el pecho se me contraía.
"Él solo te protege porque es su trabajo, no le nace hacerlo".
El corazón me dio un vuelco y procuré alejar el temblor de mi voz cuando su nombre se escapó de mis labios.
—¿Estás seguro que no te pasa algo más?
El ignoró la pregunta soltando mi mano y yo me mordí el labio por tercera vez, bajé la mirada y el cabello me cubrió el rostro, un sollozo se me escapó y en menos de un segundo sentí sus dedos en mi barbilla, me hizo mirarlo y ahora yo no quería hacerlo.
—No me pasa nada más—susurró confundido—Estoy bien, ¿Qué ocurre, por qué lloras, preciosa?
Mantuve silencio hasta que se me escapó otro sollozo y él me envolvió en sus brazos calientes con rapidez. Eso no formaba parte del trabajo, ¿verdad?, estaba segura que en ningún lugar decía que debía consolarme si lloraba o si percibía mi tristeza, además, mi padre no aprobaría eso, es decir, quería mucho a Javier y confiaba en el hasta con los ojos cerrados, pero, definitivamente no aprobaría ese tipo de consuelo, creo que ningún tipo de consuelo.
¿Por qué Javier lo hacía? ¿Por qué era su amiga?
Quería dejar de llorar, sin embargo, mi mente no dejaba de hacer preguntas que no podría responder.
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Mil ochenta horas [Parte Uno Y Dos]
Fiksi IlmiahSinopsis "Los susurros revelan verdades y las sombras ocultan secretos" Leigh-Anne se ve atrapada en un torbellino de misterio cuando la niña a la que cuida desde hace más de un año y medio aparece de madrugada ensangrentada en la puerta de su casa...