𝗡𝗼 𝘀𝗲𝗿𝗲 𝘂𝗻 𝗺𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝗼

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El pensamiento me golpeó con fuerza. Siempre había sido alguien que evitaba los conflictos, alguien que prefería resolver las cosas de manera pacífica. Pero ahora, con Yuri en peligro, sentía que algo había cambiado dentro de mí.

La noche había caído, envolviendo la ciudad en una oscuridad que parecía reflejar mi propio estado de ánimo. Salí del hospital con pasos pesados, el peso de mis pensamientos nublando todo lo demás. Quería quedarme a su lado, asegurarme de que estaba a salvo, pero las reglas del hospital no me lo permitían.

Hiroki: Maldita sea...

Frustrado, caminé sin rumbo por las calles desiertas, dejando que la fría brisa nocturna me despejara la mente. Sabía que Nao no se detendría. Ella ya había demostrado que era capaz de cualquier cosa para salirse con la suya. Si había una línea que no debía cruzarse, ella la había traspasado sin dudarlo.

Mis pasos me llevaron a un callejón oscuro, donde me detuve, apoyándome contra una pared de ladrillos fríos. El silencio de la noche me rodeaba, pero en mi mente, todo era un caos. Sentía que estaba a punto de cruzar una línea, de adentrarme en un camino del que no habría retorno.

Hiroki: Voy a protegerte Yuri... Cueste lo que cueste.

La decisión estaba tomada. No importaba cuán oscuro se volviera el camino por delante, no importaba lo que tuviera que hacer, no permitiría que Nao me arrebatara lo que más amaba. Con una última mirada hacia el hospital, me dirigí hacia la noche, con la determinación de no detenerme hasta asegurarme de que Nao no pudiera hacer más daño.

Y la única forma de hacer que se detenga...

Hiroki: ...Es quitarle lo que más quiere...

El pensamiento cruzó mi mente antes de que pudiera detenerlo. Era una idea oscura, peligrosa, pero sabía que en el juego de Nao, no había reglas. Y si ella estaba dispuesta a destruir mi vida, yo haría lo necesario para proteger lo que me importaba.

Incluso si tengo que destruir lo que a ella le importa.

Mis pasos resonaron en las calles vacías mientras me dirigía hacia mi destino, un lugar donde todo podría terminar, para bien o para mal. No había vuelta atrás ahora. El juego había comenzado, y yo estaba listo para jugar.

Las luces parpadeantes de un hospital más pequeño y apartado surgieron a la distancia. El lugar donde Kokujin estaba recuperándose. A medida que me acercaba, el peso de mis decisiones comenzaba a presionar sobre mí, cada paso más difícil que el anterior. El edificio estaba tranquilo, la mayoría de las luces apagadas a excepción de algunas en las habitaciones de los pacientes.

Me detuve frente a la puerta principal, sintiendo una ráfaga de aire frío. El instinto me decía que me detuviera, que diera la vuelta y regresara, pero la imagen de Yuri, vulnerable y en peligro, empujó esos pensamientos a un lado. Ella era lo único que importaba.

Ingresé al hospital manteniéndome en las sombras, evitando a las pocas enfermeras de guardia que pasaban por los pasillos. Sabía que Kokujin estaba en la planta superior, en una habitación alejada de las demás, un lugar donde sería difícil que alguien nos interrumpiera. Ascendí por las escaleras, el eco de mis pasos sonando en la soledad del edificio, mientras mi corazón latía con fuerza, cada latido recordándome que esto era real.

Finalmente, me encontré frente a la puerta de su habitación. Respiré hondo, intentando calmar la tormenta de emociones que se agitaba dentro de mí. No tenía un plan claro, solo la certeza de que debía hacer que Kokujin entendiera que todo esto se terminaba aquí y ahora.

Lentamente, giré el pomo de la puerta y entré en la habitación.

Kokujin estaba acostado en la cama, sus heridas aún visibles bajo las vendas. Profundamente dormido...

私を愛して (Kokujin no tenkousei)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora