𝗦𝗲 𝗮𝗰𝗮𝗯𝗼...

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Oigan, solo quiero decirles...

Gracias...

Por apoyar está historia que está llegando a su fin.
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Verla en ese estado... No me gusta para nada...

Pero no puedo hacer nada.

Me quedé en la puerta de la habitación del hospital, observando a Yuri desde la distancia. Verla así, conectada a máquinas y con el rostro pálido, me destrozaba por dentro. Era como si una parte de mí estuviera rota, incapaz de ser reparada. La chica que siempre había sido la luz en mis días más oscuros ahora yacía ahí, frágil y vulnerable, y yo no podía hacer nada para aliviar su dolor.

Me acerqué lentamente a su cama, tomando una silla y sentándome a su lado. Miré su rostro, tratando de encontrar algún indicio de que estaba mejorando, de que pronto abriría los ojos y sonreiría de nuevo. Pero sus párpados permanecían cerrados, sus labios inmóviles.

Hiroki: Yuri... -Susurré, mi voz apenas audible en la silenciosa habitación.- Lo siento... por no poder protegerte. Por no haber estado ahí cuando me necesitabas.

Tomé su mano, fría al tacto, y la apreté suavemente. Quería que supiera que estaba allí, que no la había abandonado. Aunque no pudiera escucharme, aunque no pudiera responderme, necesitaba sentir que estábamos conectados de alguna manera.

Hiroki: Voy a hacer todo lo que pueda para que esto no quede impune. -Continué, mi voz quebrándose un poco.- Lo prometo. Nadie más te va a lastimar, lo juro.

Me quedé ahí, en silencio, solo el sonido de los monitores llenando el aire, mientras el tiempo pasaba. Sabía que debía ser fuerte, por ella, por mí mismo. Porque, aunque no pudiera hacer nada para cambiar lo que había sucedido, podía asegurarme de que aquellos responsables enfrentaran las consecuencias. Podía luchar para que Yuri tuviera justicia, y eso era algo que estaba dispuesto a hacer, sin importar el costo.

Las horas parecían alargarse interminablemente mientras me quedaba a su lado, aferrando su mano con la esperanza de transmitirle algo de mi fuerza, de mi determinación. No podía quitarme de la cabeza lo que el padre de Yuri había dicho antes, su tono decidido cuando mencionó tomar cartas en el asunto.

Sentí una mezcla de gratitud y ansiedad por su ofrecimiento de ayuda. Era evidente que él también estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger a su hija, y eso me daba un extraño consuelo. No estaba solo en esto. No tenía que enfrentar a los demonios de Yuri por mi cuenta.

Mientras miraba su rostro sereno, recordé los momentos felices que habíamos compartido, desde nuestras primeras citas hasta las conversaciones a medianoche. Ella siempre había sido mi refugio, mi ancla en medio de las tormentas que azotaban mi vida. Ahora era mi turno de ser fuerte por ella, de ser el refugio que necesitaba.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por un suave golpe en la puerta. Levanté la vista y vi a un médico entrar, con una expresión de calma profesional en su rostro.

—Buenas tardes, -Saludó con una leve inclinación de cabeza.- Soy el Dr. Nakamura. He estado a cargo del caso de Yuri. ¿Podría hablar un momento contigo?

Me levanté, sintiendo el peso de sus palabras antes incluso de saber lo que iba a decir. Asentí y lo seguí hacia un rincón de la habitación, sin soltar la mano de Yuri.

Hiroki: ¿Cómo está ella? -pregunté, mi voz apenas un susurro.-

El Dr. Nakamura me miró con una mezcla de simpatía y profesionalismo.

—Yuri está estable por ahora, pero sus heridas son graves. Sufrió un traumatismo craneoencefálico y algunas fracturas en las costillas, además de varias contusiones. Estamos haciendo todo lo posible para mantenerla cómoda y monitorear su recuperación. -Hizo una pausa, dejando que la información se asentara.- La buena noticia es que no hay señales de daño cerebral significativo, pero aún es pronto para saber cuándo despertará.

私を愛して (Kokujin no tenkousei)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora