Mis manos... Estaban manchadas de sangre...
Debajo de mi... Un cuerpo.
El cuerpo de Kokujin...
Mis ojos se abrieron de golpe, el corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras miraba las manchas de sangre que cubrían mis manos. La realidad parecía distorsionada, mezclando el presente con el horror de lo que veía ante mí.Debajo de mí, el cuerpo inmóvil de Kokujin yacía en el suelo, su rostro aparentemente sin vida me miraba fijamente, como acusándome. El peso de lo que había hecho, de lo que había sucedido, era abrumador, aplastante.
Hiroki: ¿Qué... qué he hecho...? -murmuré, sintiendo que el pánico se apoderaba de mí.-
El mundo a mi alrededor se desmoronaba. Todo lo que había intentado construir, toda la paz que había empezado a sentir, ahora estaba manchado por la violencia. Las risas y voces de la fiesta parecían lejanas, como si pertenecieran a otra realidad, mientras la sangre en mis manos me anclaba en esta pesadilla.
Hiroki: ¡No...! ¡Esto no puede estar pasando! -grité, retrocediendo, tratando de alejarme del cuerpo, pero sin poder escapar de la culpa que me consumía.-
Mi mente se debatía entre la incredulidad y la desesperación. Todo había cambiado en un instante, y ahora no había vuelta atrás. El peso de mis acciones, de lo que veía frente a mí, me hacía dudar de todo. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Qué haría ahora?La respuesta a todas esas preguntas parecía estar fuera de mi alcance, enterrada bajo el miedo y la confusión que me inundaban.
¿Cómo llegué a esto...?
Hace 3 horas...
El sol brillaba intensamente en el cielo despejado, y el aire fresco de la mañana me llenaba de energía mientras caminaba hacia la escuela. Aquel día parecía como cualquier otro, sin nada que me hiciera sospechar la tormenta que se avecinaba.
La paz que había logrado mantener durante las últimas semanas había sido un alivio, un descanso necesario después de todo lo que había pasado con Kokujin y los demás. Me sentía más fuerte, más decidido a enfrentar lo que viniera, pero, al parecer, la tranquilidad que experimentaba no duraría mucho.
Al llegar a la escuela, todo parecía en orden. Los estudiantes charlaban entre ellos, algunos corriendo para no llegar tarde a clase. Vi a Yuri a lo lejos, quien me saludó con una sonrisa cálida, lo que me tranquilizó aún más. Las cosas parecían estar mejorando, o al menos eso creía.
Sin embargo, algo en el ambiente se sentía diferente. Una tensión sutil que no lograba identificar del todo. A medida que avanzaba el día, esa sensación se intensificó, como si algo estuviera a punto de suceder, algo inevitable. Pero no quería dejarme llevar por el pánico. No de nuevo.
Fue durante el receso cuando lo vi. Kokujin, de pie en el otro extremo del patio, rodeado de sus amigos. Estaba de vuelta en la escuela, y su mirada estaba fija en mí. Su presencia hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. A pesar de que había pasado tiempo desde nuestro último enfrentamiento, su odio hacia mí parecía haber crecido.
(Algo que nunca aclare es que Kokujin va a la misma escuela que Hiroki, solo que va 2 grados mayor que el.)
Me dije a mí mismo que no debía preocuparme, que podía manejarlo. Pero había algo en su expresión, en la manera en que me miraba, que me hizo dudar. No sabía entonces que ese día sería el comienzo de un descenso oscuro, uno que me llevaría al borde de mis propios límites.
Hiroki: Esto no puede ser bueno... -murmuré para mí mismo, mientras desviaba la mirada, tratando de no mostrar el miedo que comenzaba a invadir mi mente.-
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私を愛して (Kokujin no tenkousei)
Lãng mạnSolo quería huir de la oscuridad... Hasta que tú luz extinguió esa oscuridad