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Paso una a una las fotografías en blanco y negro y no pueden ser más bellas

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Paso una a una las fotografías en blanco y negro y no pueden ser más bellas. Jamás pensé que despeinada por el viento y sin una gota de maquillaje me vería tan bien.

―Esa máquina sí que hace maravillas ―le entrego el aparato con miedo de romperlo y mi huésped me sonríe con todos sus dientes y profundos hoyuelos.

Spencer está inclinado sobre el mostrador de recepción y su perfume me invade. Es probable que él haya traído sus propios productos de higiene personal; el aroma del shampoo de su cabello, aun mojado, no pertenece al del dispensador que colocamos en el baño de cada habitación.

Mi cabeza inmediatamente piensa en que una pequeña botellita desde costar más que todos los suministros que Brandon guarda en la cocina.

A veces olvido que pertenecemos a mundos diametralmente opuestos.

El clima no ha sido el más favorable durante esta última semana: mañanas lluviosas, ventisca fuerte por las tardes, más frío que de costumbre por las noches. Él no ha tenido un buen escenario para desplegar su dotes como fotógrafo y aun así se las ha arreglado para hacer unas tomas excelentes de cualquier cosa que encontraba a su paso.

Sin dudas, tiene un gran talento.

―Estas me gustan mucho ―dice y señala su elección. En efecto, la luz del atardecer se cuela por las espaldas del hotel, haciendo lucir a esta propiedad con un aura especial, casi mística.

―¡Tendría que subirla al Instagram! ―me entusiasmo.

―Deberías renovar el perfil del sitio. Se ve un tanto aburrido.

―¿Aburrido? ¿Cómo se te ocurre?¡Eres un atrevido! ―Jugamos de mano y nos divertimos. Para ser sincera, agradezco la presencia de Spencer. Es rápido en sus respuestas, se comporta como un caballero y siempre está en busca de nuevas bromas que me hagan sonreír. Además, de no ser por Mark, hace mucho tiempo que no hablaba con gente de mi edad.

―¿Te interesaría mejorar tu llegada al público?

―Por supuesto que sí, he pensado en toda clase de estrategias de marketing y siempre llego al mismo punto: que necesito dinero, dinero y más dinero. Sería fantástico contratar a alguien con experiencia en programación y diseño de páginas web, una persona que hiciera todo lo necesario para hacer despegar a "Joya del mar" a nivel publicitario. En mis sueños, me pienso como una empresaria muy reconocida dentro del mundo hotelero.

―¿Y por qué no suponer que los sueños se hacen realidad? ―Sus ojos son pequeños y no sé cómo se las rebusca para achicarlos aún más, solo para estudiarme.

―Porque, como he dicho, no cuento con ese dinero. No todos nacimos con cuchara de plata, Spencer. ―Mis hombros se desploman mientras suspiro con resignación.

Mi comentario no le ha sido grato, lo sé por el modo en que se remueve sobre su banqueta.

―Oh, lo siento, me he extralimitado. ―Ofrezco mis disculpas al instante; he tocado una fibra sensible. En estos días no hemos hablado de nuestras vidas privadas, tan solo de Avon, de mi perro, de cómo funciona el hotel y cosas sin profundidad real.

Joya del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora