capituló 11

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Te odié porque eras jodidamente odioso.

¿ Los problemas paternos significan algo para ti?

Incluso él quería verse.

¿No merecemos tú y yo ser felices?

Yo era el único que podía intentar ayudarte con la pérdida de tu abuelo.

Kageyama se había lavado, vestido y llamado un taxi como si estuviera en trance. Su teléfono estaba apagado, abandonado sobre su mesita de noche. No tenía nada más que su billetera en el bolsillo de sus jeans, ni abrigo, solo un suéter. Permaneció en silencio cuando el conductor intentó hacer la conversión, pagó el billete y salió.

Ya no sentía la conexión. De hecho, no sentía nada más que ira pura.

Tocó el timbre y Miwa le abrió la puerta.

-¿Tobio? preguntó ella, con los ojos muy abiertos. ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Cómo llegaste aquí?

Kageyama no respondió de inmediato. Caminó hacia ella y Miwa retrocedió, asustada, al ver por su expresión que algo andaba mal.

-¿Qué es? Háblame, tartamudeó.

-¿Por qué se lo dijiste? Kageyama preguntó con voz apagada.

-¿Q-Qué?

Los rasgos de Tobio estaban congelados. Sólo le ardían los ojos.

-Para Kazuyo. ¿Por qué se lo dijiste? repitió.

-¿A quien?

-¡A Oikawa!

Su voz subió un tono y Miwa se estremeció antes de recuperar la compostura. Cerró la puerta y volvió a pararse frente a su hermano, igual de testarudo que él, con los brazos cruzados:

-¿Cuál es el problema? ¿Que le conté a Oikawa sobre nuestra familia?

-Sí !

-Simplemente le estaba explicando lo que había sentido a través del enlace. No entiendo por qué estás haciendo un drama con esto.

Kageyama apretó los dientes en respuesta.

-Fue nuestro abuelo, Tobio, no es un secreto, decretó Miwa.

-¿¡Entonces por qué nunca volvimos a hablar de eso!?

Miwa lo miró fijamente con la boca abierta:

-¿Qué querías que dijéramos? Tuvo una vida larga y hermosa, luego enfermó y murió. Así es, así es la vida.

Que ella lo resumiera de manera tan simple rompió algo en Tobio.

-¿Cómo puedes decir eso? exclamó. ¡Él nos crió! ¡Estuvo con nosotros todo el tiempo! Él era…

Él era todo para mí. Él era mi abuelo, mi mentor y mi mejor amigo. Los ojos de Miwa, tan similares a los suyos, se llenaron de lástima al verlo luchar con las palabras.

ReflexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora