Yui dormía a mi lado, acurrucada en mis sábanas mientras yo estaba sentada en mi escritorio cerca a la ventana, observando embelesada las gotas provenientes de las nubes caer enfrente mío. Retorné mi mirada a mi libreta de arte, este apartado lo utilicé para dibujar así que lo primero que se me vino a la mente, fue lo que dibujé.
Una mujer de un pelo tan largo como el de Rapunzel y con un tono morado muy similar al de Kanato, unos ojos pícaros y tan verdes como la esmeralda más radiante, recordando al instante a Laito-san y su constante picardía, por último unos labios rojos como la sangre, portadores de la sonrisa más burlesca y oscura que haya conocida, tan o más irritante que la de Ayato. Me quedé observando el retrato concentrada, buscando comprender el porqué de la mujer que había retratado y cómo si mi cerebro supiese, le dio un nombre al dibujo.
Cordelia
Extrañada pero guiada por mi instinto coloqué el nombre por encima del dibujo y abajo en la esquina derecha coloqué mi firma. Cerré mi libreta y la dejé organizada entre mis demás libros, puse mis lápices y colores en mi cartuchera y al quedar satisfecha con la organización, me levanté y me dirigí a la cama con cuidado para acostarme al lado de mi hermana quién ya había abierto los ojos.
- Hola mi cervatillo - Acaricié su cabello con lentitud y ternura, recibiendo una leve sonrisa de su parte.
- ¿Qué hora es? - Me preguntó abrazándome con fuerza por la cintura.
Que tierna
- Casi las cinco de la mañana, vuelve a dormir - Ella bostezó para asentir y volver a acurrucarse pero esta vez en mis brazos. Yo, gustosa acepté su abrazo y terminé de caer en los suaves brazos de Morfeo.
[EN EL SUEÑO DE LAS HERMANAS]
Observé a mi alrededor, notando al sol en su máxima expresión, la fuente de la mansión detrás mío y Yui a mi lado igual de confundida.
- ¿Yui, qué haces acá? - Ella alzó los hombros sin comprender. Pero yo sí pude entender algo: estábamos compartiendo un sueño... o un recuerdo.
Nuestras cabezas voltearon a un nuevo sonido: risas infantiles, de lo más tiernas y dulces posibles, mi mente maquinó rápido, estábamos en la mansión, con niños jugando y nosotras no éramos visibles para ellos. Estábamos viendo un recuerdo de los hermanos Sakamaki.
Más reconocibles no podían ser los trillizos, lo que me sorprendía era ver la camaradería y el amor con el que se trataban. ¿Cómo fue que se perdió eso?
Ayato lideraba con Laito atrás de él y Kanato intentando atrapar a sus hermanos. Tan dulce que ni parece el sádico embalsa-novias que es ahora, mi mirada pasa a Laito, quién luce de lo más radiante que opaca al sol con su grande sonrisa, inevitablemente me enternezco y me lo quedo mirando conmovida por tanta efusividad de su parte.
- ¡No!, se me escapó el murciélago - Kanato estaba en el piso con un moretón en la mejilla y con lágrimas saliendo de sus ojos, que él trataba de borrar inútilmente mientras sostenía a su oso de peluche.
- No te preocupes, Kanato-kun. Sabes que detesto que llores, además, podemos atrapar otro o uno más grande. Promesa de tu hermano mayor - Y mi lado más sensible de mí no pudo evitar una pequeñas lágrimas y recordar un momento que compartí con Laito-san.
"- Siempre, es mi deber como hermana mayor - Lo miré seria, su sonrisa decayó por un instante pero surgió tan rápido como un rayo.
Él creyendo que no lo ví pero si lo hice"
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Guerrera | Diabolik Lovers
Vampir"Nerea, solo Nerea" eso decía ella cada que preguntaban por su nombre completo. Nerea siempre fue alguien cordial, amable, hasta cierto punto, con un corazón dulce como la miel. E incluso siendo así, siempre fue vista con malos ojos en la iglesia d...