Capítulo VII

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Yui dormía a mi lado, acurrucada en mis sábanas mientras yo estaba sentada en mi escritorio cerca a la ventana, observando embelesada las gotas provenientes de las nubes caer enfrente mío. Retorné mi mirada a mi libreta de arte, este apartado lo utilicé para dibujar así que lo primero que se me vino a la mente, fue lo que dibujé.

Una mujer de un pelo tan largo como el de Rapunzel y con un tono morado muy similar al de Kanato, unos ojos pícaros y tan verdes como la esmeralda más radiante, recordando al instante a Laito-san y su constante picardía, por último unos labios rojos como la sangre, portadores de la sonrisa más burlesca y oscura que haya conocida, tan o más irritante que la de Ayato. Me quedé observando el retrato concentrada, buscando comprender el porqué de la mujer que había retratado y cómo si mi cerebro supiese, le dio un nombre al dibujo.

Cordelia

Extrañada pero guiada por mi instinto coloqué el nombre por encima del dibujo y abajo en la esquina derecha coloqué mi firma. Cerré mi libreta y la dejé organizada entre mis demás libros, puse mis lápices y colores en mi cartuchera y al quedar satisfecha con la organización, me levanté y me dirigí a la cama con cuidado para acostarme al lado de mi hermana quién ya había abierto los ojos.

- Hola mi cervatillo - Acaricié su cabello con lentitud y ternura, recibiendo una leve sonrisa de su parte.

- ¿Qué hora es? - Me preguntó abrazándome con fuerza por la cintura.

Que tierna

- Casi las cinco de la mañana, vuelve a dormir - Ella bostezó para asentir y volver a acurrucarse pero esta vez en mis brazos. Yo, gustosa acepté su abrazo y terminé de caer en los suaves brazos de Morfeo.

[EN EL SUEÑO DE LAS HERMANAS]

Observé a mi alrededor, notando al sol en su máxima expresión, la fuente de la mansión detrás mío y Yui a mi lado igual de confundida.

- ¿Yui, qué haces acá? - Ella alzó los hombros sin comprender. Pero yo sí pude entender algo: estábamos compartiendo un sueño... o un recuerdo.

Nuestras cabezas voltearon a un nuevo sonido: risas infantiles, de lo más tiernas y dulces posibles, mi mente maquinó rápido, estábamos en la mansión, con niños jugando y nosotras no éramos visibles para ellos. Estábamos viendo un recuerdo de los hermanos Sakamaki.

Más reconocibles no podían ser los trillizos, lo que me sorprendía era ver la camaradería y el amor con el que se trataban. ¿Cómo fue que se perdió eso?

Ayato lideraba con Laito atrás de él y Kanato intentando atrapar a sus hermanos. Tan dulce que ni parece el sádico embalsa-novias que es ahora, mi mirada pasa a Laito, quién luce de lo más radiante que opaca al sol con su grande sonrisa, inevitablemente me enternezco y me lo quedo mirando conmovida por tanta efusividad de su parte.

- ¡No!, se me escapó el murciélago - Kanato estaba en el piso con un moretón en la mejilla y con lágrimas saliendo de sus ojos, que él trataba de borrar inútilmente mientras sostenía a su oso de peluche.

- No te preocupes, Kanato-kun. Sabes que detesto que llores, además, podemos atrapar otro o uno más grande. Promesa de tu hermano mayor - Y mi lado más sensible de mí no pudo evitar una pequeñas lágrimas y recordar un momento que compartí con Laito-san.

"- Siempre, es mi deber como hermana mayor - Lo miré seria, su sonrisa decayó por un instante pero surgió tan rápido como un rayo.

Él creyendo que no lo ví pero si lo hice"

Guerrera | Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora