Trato

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*Pacifica*

—¿Disfrutaste eso verdad? –dijo el, mientras caminaba detrás de mi.

—No negaré que me dio satisfacción. Me la debías por esa vez. —respondí mientras subíamos las escaleras. —Aunque me dieron ganas de no abrir la puerta cuando ya lo había hecho.

—JA-JA –hizo una risa sarcástica. —Fueron contextos diferentes

—¿Lo fueron?

—Sabes que si, además ya te dije lo que querías escuchar

—¿Enserio? —pare en seco a mitad de la escalera.
—De hecho, me gustaría escucharlo denuevo. –lo mire desafiante.

—Pacífica... –el comenzaba a enojarse.
Me da risa ver cómo gira los ojos como si lo estuvieran regañando.

—Estoy esperando... –le dije mientras hacía sonar el suelo con mi pie derecho.

El me miro con fastidio.

—¿No me dejarás pasar si no lo digo denuevo verdad?

—Nop

Me miro molesto.
—Ne... –hizo un largo suspiro. —Necesito... tu ayuda –lo dijo muy por lo bajo. —¿Listo?

—¿Y la palabra mágica? –dije inmediatamente.

—¿Que? No.

—Si

—No —volvió a remarcar.

—Si —volví a remarcar.

—¿Que quieres de mí Pacífica?

—Que digas la frase completa. Por ahí dicen que los modales hacen al hombre.

—Ahgg —regaño entre dientes. —Me voy. –se giró para bajar las escaleras.

—¿Ya te vas?

—No aceptaré esto –respondió mientras bajaba.

—Una lástima —comencé a decir con falsa pena. —Y yo tenía cosas que decirte, tantas cosas que mostrarte. —el seguía bajando. —Hasta... un video.

Apenas dije lo último el paro en seco.

—No juegues solo para que me quede

—Como si quisiera que te quedaras —respondí asqueada.

—¿Es verdad? ¿El video? —pregunto seriamente a lo que yo le respondí afirmando con la cabeza.
—Ok, me quedaré...

—Lo supuse —dije interrumpiéndolo.

—Pero si vamos a hacer esto necesitamos reglas.

—¿Reglas? —pregunte extrañada.

—Si, reglas de convivencia porque no creo que te soporte por mucho tiempo

—Pff, como si yo ganara algo con eso

—Sabes que tu casa está en algo raro. También te conviene que nos ayudemos si quieres estar segura acá. –lo fulmine con la mirada ante su razonamiento.

El idiota tenía razón.

—Bien. —acepte molesta. —Aunque no se que tanto. Creo que tú obtienes más de mí que yo de ti.

—¿Lo haremos o no? Dime ya. –él también se notaba lo suficientemente harto.

—Sube. —le dije mirándolo. —Pero que quede claro que te ayudo solo por que me das pena.

—Haré que te creo.

El volvió a subir.



|Notas|

Si el anterior capítulo fue largo, este fue express jaja pero ya subiré más. Entre hoy o mañana.

¡Gracias por leer!

Otro verano de misterio || DipcificaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora