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Damon se despertó esa mañana con un nudo en el estómago. La noche anterior había sido un desastre, y los recuerdos de lo sucedido con Liam no dejaban de rondarle la cabeza.

Había sentido un dolor profundo, no sólo físico, sino también emocional, y esa carga lo acompañaba mientras se preparaba para ir al trabajo.

Se vistió en silencio, evitando mirarse al espejo más de lo necesario, como si temiera enfrentarse a la verdad de lo que estaba ocurriendo en su vida.

El camino a la cafetería, donde trabajaba como cocinero, fue un recorrido de introspección amarga.

La ciudad parecía moverse a un ritmo diferente al suyo, como si todos los demás estuvieran en sintonía con algo que él no podía captar. Damon se sentía atrapado en una espiral de frustración, incapaz de escapar del ciclo de caos que Liam había traído a su vida.

Cuando llegó a la cafetería, la cajera, lo saludó con su habitual sonrisa amable.

"¡Buenos días, Damon! ¿Cómo estás hoy?"

Damon apenas la miró.

Murmuró algo ininteligible en respuesta, ignorando su intento de amabilidad, y se dirigió directamente a la cocina.

La chica lo observó, confundida por su frialdad, pero decidió no insistir.

Damon no solía ser tan cortante, aunque era evidente que algo lo estaba afectando profundamente.

En la cocina, Damon se puso su delantal y comenzó a preparar los ingredientes para el día.

Sus manos trabajaban automáticamente, pero su mente estaba en otra parte. Los pensamientos sobre Liam seguían invadiendo su cabeza, mezclados con un sentimiento creciente de ira y resentimiento.

Se imaginaba controlando no sólo a Liam, sino a las personas a su alrededor, imponiendo su voluntad sobre ellos para sentir algo, cualquier cosa que lo alejara de la impotencia que lo carcomía.

Perdido en esos oscuros pensamientos, Damon no se dio cuenta de que había dejado caer un cuchillo al suelo.

El sonido del metal al golpear las baldosas resonó en la cocina, sacándolo brevemente de su trance.

Pero en lugar de agacharse para recogerlo, simplemente lo miró, como si el cuchillo fuera una extensión de sus propios deseos reprimidos.

En ese momento, la cajera entró en la cocina, probablemente para beber un poco de agua antes de que comenzara el ajetreo del día.

"¿Todo en orden, Damon?" preguntó con suavidad al notar su expresión distante.

Damon levantó la vista y la observó, notando lo indefensa que parecía en ese instante.

Una idea oscura, casi instintiva, comenzó a tomar forma en su mente, y antes de que pudiera detenerse, se acercó a ella con una mirada que hizo que ella retrocediera un paso.

"¿Podrías pedirle a alguien más que te cubra aquí?" preguntó Damon, su voz fría, cargada con una dureza que no había mostrado antes.

Ella frunció el ceño, desconcertada.

"No, Damon, no puedo. Tienes que estar aquí. Es tu turno..."

Damon no respondió.

En lugar de eso, avanzó rápidamente, agarrando el antebrazo de la chica con una fuerza que la hizo gritar de dolor.

Su grito fue sofocado rápidamente cuando Damon le cubrió la boca con su otra mano, una expresión de total desapego en su rostro mientras veía la desesperación en los ojos de la chica.

ᡃ§ɧαʈʈeɽeᶑᡃ •°ᵈⁱᵃᵐ°• ⁅𝟭⃪𝗿⃪𝗮⃪ 𝗧⃪𝗘⃪𝗠⃪𝗣⃪𝗢⃪𝗥⃪𝗔⃪𝗗⃪𝗔⃪⁆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora