Capítulo 6: La llegada a Kaelar.

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Si te fijabas detenidamente ya se podían ver los picos del castillo de mi padre desde la lejanía, cuanto más nos acercábamos más nerviosa me ponía. Vaelorn calculaba un día más de camino hasta llegar a las murallas que rodeaban Kaelar, eso significaba un día más de acampada en el bosque que la rodeaba.

Las cosas con Vaelorn iban bastante bien, no solo no se había puesto a decir que ese beso no debería haber ocurrido, si no que de hecho lo había repetido un par de veces más desde ese primero.

Por otra parte, eso también significaba que estaba más pendiente de mi por si había problemas en algún momento, parece que eso de que la última vez fuese yo quien hiciese explotar a las tres arpías a la vez no era suficiente demostración de que podía cuidarme sola.

Al caer la noche nos retiramos una última vez del camino para acampar, siempre era más seguro acampar lo más alejado que pudieras del camino, por allí siempre rondaban bandidos y extrañas criaturas. Alpha como de costumbre fue a comprobar el perímetro mientras Vaelorn preparaba las perdices que habíamos cazado por el camino a lo largo del día. Yo entre tanto coloqué un hechizo protector para que nada ni nadie pudiera detectarnos. En cuanto regresó Alpha nos dispusimos a cenar para descansar lo máximo posible antes del amanecer.

Horas más tarde con los primeros rayos del amanecer nos pusimos en marcha, este sería el último día en el bosque por un tiempo. Aun sabiendo lo cerca que estábamos ya de las murallas no me quedaría tranquila hasta que las traspasemos. Seguía sintiendo que algo nos vigilaba, algo que no estaba cerca pero tampoco lejos, no lo entendía.

En cuestión de horas nos habíamos acercado lo suficiente que ya alcanzaba a distinguir las murallas entre los árboles. Lo que más llamaba mi atención era ese castillo gigantesco situado sobre la colina, tendría que corroborar lo que veía cuando llegásemos, pero desde lejos se apreciaba una construcción hermosa y no la típica que se construyó solo pensando en las defensas.

- ¿Nerviosa Mi Reina? - Dijo Vaelorn mirándome con una sonrisa divertida.

- No puedo negar lo evidente. - Dije riéndome con nerviosismo.

- No lo pienses demasiado, el pueblo te va a amar con el alma en cuanto te conozcan ya lo verás. - Contestó él con una sonrisa cariñosa.

- Yo en tu lugar me preocuparía más de la corte de tu madre, princesa. - Dijo Alpha con un tono de voz que no dejaba espacio para la discusión.

- ¿Por qué lo dices Alpha?, ¿Alguien a quién no deba perder de vista? - Pregunté con verdadera curiosidad.

- Lo sabrás en cuanto le veas te lo aseguro, tú solo mantén las distancias con ella. - Aseveró Alpha con voz rasposa.

Confiaba en ellos y Alpha si decía que me anduviese con ojo así sería. No iba a contradecir sus palabras y menos sabiendo que él llevaba toda su vida rodeado de esas Brujas de las que tanto recelaba.

Por los Dioses olvidados qué ansiedad me daba ver esa muralla tan alta, era evidente que estaba pensada para tener en el exterior a enemigos que pudieran alcanzar grandes alturas y a enemigos con enormes garras.

Al llegar a las puertas de la muralla nos recibió un guerrero con una armadura de Plata y pinceladas de Oro. El guerrero nos pidió que esperásemos allí un momento mientras él iba avisar a un superior de mi llegada.

Unos minutos más tarde regresó con un guerrero que parecía ser un General. Este segundo nos miró de arriba abajo como si pusiera en duda que fuese de verdad la Princesa del Reino, hasta cierto punto lo entendía, pero joder ¿No tienes forma de corroborarlo sin tenerme allí fuera en medio de la nada?, ¿No reconocía a Vaelorn que se había criado allí?.

La Princesa de Plata [La Princesa de las Tres Coronas 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora