Dos días después del viaje que realizamos para colocar las protecciones en el reino, decidí que era el momento de viajar al reino de las Sirenas. Había llegado su hora de elegir un bando fuera cual fuese, pero no podían quedarse tal y como estaban para siempre, deben tomar parte para que esto pueda acabar.
Ese mismo día al despertar fui a buscar a Vaelorn y Alpha junto a Nymeria, nos encaminamos hacia el Salón del Trono pues sabía que allí encontraría a mis padres y a los altos mandos de su ejército reunidos.
- Padre, tengo algo que comunicaros cuando estéis disponibles. - Dije mirando a los presentes y saludando con la cabeza.
- Niña malcriada, ¿No ves que estamos en mitad de una importante reunión? Piérdete. - Dijo mi madre mirándonos con desagrado.
- Esto no va solo contigo Bruja engreída. - Respondí sin mirarla.
- Querida deberías mostrar más respeto por esta hija nuestra, primero porque está protegiendo el reino y segundo porque es más poderosa de lo que has sido tú nunca. - Dijo mi padre mirándola con las cejas fruncidas.
- Pero querido eso no le da derecho de llamarme de esa forma. - Respondió agachando la cabeza mostrando su vergüenza.
- Antes de decirme algo semejante mira bien tus propios actos y palabras, porque quién empezó a menospreciarla fuiste tú. - Contestó él todavía molesto.
- Majestades por favor, la Princesa tiene una idea y por lo que puedo interpretar en sus ojos y su postura es una de las buenas. - Comentó el General Ivasaar intentando apaciguar los ánimos.
- Tienes razón viejo amigo, discúlpanos hija, cuéntanos qué anda pensando esa sorprendente cabecita tuya por favor. - Dijo mi padre volviendo su atención a mí con una sonrisa.
- Las Sirenas padre, debo ir a visitarlas. - Contesté con seguridad en la voz.
- ¿Qué tramas esta vez pequeña? - Preguntó mi padre con curiosidad en los ojos.
- Van a elegir bando, lo siento en los huesos, debo ir a su reino y hablar con sus Reyes antes de que decidan un bando. - Contesté mirándole fijamente.
- Está bien, el destino del mundo místico está en tus manos desde que naciste, por lo que no hay nadie mejor que tú para ayudar en su decisión. - Respondió dedicándome una sonrisa sincera.
- En ese caso Padre, partiremos de inmediato pues no me gustaría llegar tarde. - Dije mirándole con una sonrisa.
Nos despedimos de todos y nos pusimos en marcha después de meter en bolsas todo lo que pudiéramos necesitar durante el viaje, el camino no era muy largo y confiaba en llegar pronto a Spheris, capital del reino de las Sirenas.
***
Unos días más tarde llevábamos la mitad del camino recorrido cuando Nymeria olió algo no muy lejano a nosotros, llevaban dos días siguiendo nuestros pasos, pero fuera quien fuese todavía no había dado la cara.
Tras sentir la alteración de Nymeria decidí que sería mejor parar y ocultarnos antes de que aquel enemigo nos diese alcance, se lo comuniqué a Vaelorn y él asintió entendiendo rápidamente lo que estaba pensando.
Nos ocultamos tras unos montículos de roca que según podía ver, una vez hacía ya mucho tiempo formaron parte de una hermosa estructura. Nos agachamos a esperar con todos los sentidos en alerta, pero aquella cosa se había dado cuenta de nuestro plan y se había parado a esperar a una distancia prudencial.
Sí no se ponía en movimiento antes de que continuáramos tendré que darle caza, aunque debo admitir que esa idea tampoco me desagrada demasiado, aunque conociendo a Vaelorn me pedirá que me quede oculta para ir a encargarse él solo de lo que fuera aquello.
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La Princesa de Plata [La Princesa de las Tres Coronas 1]
FantastikAlthaea Alcarindel es una joven que vive en un pueblo y a la que le encanta leer, pero está a punto de descubrir que su vida no es lo que ella esperaba, mucho menos lo que ha estado viviendo hasta el momento. Le esperan aventuras que cree que solo e...