Capítulo 11: Un Amanecer Rojo Sangre.

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Dos días después de que finalizara el Festival de Verano, me desperté con el primer rayo de luz del amanecer y de inmediato supe que algo no andaba bien. Me acerqué al balcón de mi habitación, abrí las cortinas y salí al balcón.

Ahí estaba lo que no encajaba, el amanecer era de un color diferente al habitual, era de color Rojo Sangre y eso solo podía significar dos posibles situaciones.

Me cambié y fui a buscar a Vaelorn a su habitación, al entrar me lo encontré asomado al balcón igual que había hecho yo minutos antes, su rostro tan pálido como había estado el mío cuando vi el cielo, algo no marchaba como debería y ambos lo sabíamos.

- ¿Estás viendo lo mismo que yo verdad? - Preguntó Vaelorn con el rostro descompuesto por la preocupación.

- Sí, algo ocurre y tenemos que averiguar de qué se trata. Cámbiate, tenemos que ir al Gran Salón para hablar de esto con el Rey y con tu Padre. - Respondí con seriedad.

Alpha y Nymeria no tardaron en aparecer corriendo como alma que lleva el diablo, eso solo podía significar que lo que fuera que estaba pasando era más gordo de lo que pensábamos, pues ellos no se alteran con facilidad. Vaelorn apareció segundos después con ropa de combate por si teníamos que salir corriendo en algún momento.

- ¿Has visto eso Althaea? - Preguntó Alpha con urgencia en la voz.

- Sí amigo mío, lo he visto, vamos, debemos reunirnos con el Rey. - Respondí con voz calmada, pero con la preocupación queriendo abrirse paso por mi garganta.

En cuestión de minutos llegamos al Gran Salón, donde mi Padre, Su Guardia de Honor y sus Generales de más alto cargo estaban reunidos. Nos acercamos a ellos y nos colocamos a un lado sin interferir, pues no queríamos interrumpir aquella reunión que se había convocado claramente con urgencia.

Poco después de nuestra llegada todos los presentes se giraron en nuestra dirección, por las expresiones que podía ver en sus ojos supe sin temor a equivocarme que esperaban un ataque, quizá no fuese hoy o mañana, pero pude descifrar a la perfección que no tardaría mucho en llegar.

- Althaea, hija, siento tener que pedirte esto, pero ahora mismo eres la Bruja más poderosa de nuestro mundo, necesito que hagas algo por mí. - Dijo mi Padre mirándome fijamente a los ojos.

- Algo no anda bien, lo he sentido en los huesos con el primer rayo de sol que ha rozado el cielo matutino Padre. - Contesté con decisión sin apartar los ojos de él.

- No te pediría esto si tu madre estuviese aquí, pero desconozco si están bien o si les ha pasado algo, si Ethel y sus hermanas estuviesen aquí se lo encargaría a ellas, pues no quiero agotarse con algo que podrían hacer ellas, pero debido a que no han llegado todavía y que esto no se puede retrasar necesito que lo hagas tú. - Comentó él mientras veía como en su cabeza iban encajando los engranajes de todas las cosas que necesitaban hacer para proteger el reino.

- Dime en qué puedo ayudarte Padre, es mi deber proteger nuestro reino. - Respondí sin dudarlo ni un segundo.

- Necesito que coloques hechizos protectores a lo largo y ancho de todo el Reino, tardarás unos días en completarlo lo sé, es mucho terreno lo que hay que cubrir, pero lo hemos investigado en libros antiguos y hemos descubierto que si colocas cuatro hechizos en cuatro puntos concretos del reino se creará una especie de bóveda que protegerá al reino entero. - Dijo mirándome fijamente.

- Lo haré, saldremos hoy mismo. - Contesté dedicándole una sonrisa suave.

- Alpha y Nymeria os guiarán a los puntos exactos, ya conocen el camino de otras misiones a las que han tenido que ir. - Respondió él devolviéndome la sonrisa.

La Princesa de Plata [La Princesa de las Tres Coronas 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora