La Magia del Fútbol

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Amelia me había escrito patra invitarme al partido del 14 de septiembre, en el que igualmente su hermano iba a jugar. Claramente acepté con mucho entusiasmo. Estaba muy ansiosa por aquel día, que pronto llegaría.

El día del partido llegó, y Brighton estaba envuelta en una atmósfera de emoción. Sara, que nunca había sido fanática del fútbol, se encontraba en medio de la multitud que se dirigía al estadio Amex, el hogar del Brighton & Hove Albion FC. Amelia y Julio la habían invitado a asistir al partido, una experiencia que Sara no podía rechazar, aunque no supiera qué esperar.

El estadio era imponente, con banderas ondeando y aficionados con bufandas azul y blancas cantando a todo pulmón. Sara, vestida con una bufanda que Amelia le había prestado, caminaba junto a sus nuevos amigos, sintiéndose un poco fuera de lugar pero también emocionada por lo desconocido.

Cuando entraron al estadio, el bullicio y la energía de los aficionados la envolvieron. El campo de juego se extendía frente a ella, un brillante verde que contrastaba con el cielo gris. Se encontraron con sus asientos, bastante cerca del campo, pero no lo suficiente como para ver claramente las expresiones de los jugadores. Sin embargo, el ambiente era contagioso, y Sara comenzó a sentir la emoción que todos a su alrededor compartían.

Amelia: "No te preocupes si no entiendes mucho del juego, Sara. Lo importante es disfrutar del ambiente y, quién sabe, tal vez veas a Sarmiento en acción."

Sara sonrió, nerviosa pero también expectante. Se preguntaba cómo sería verlo en persona, aunque fuera desde la distancia. Sabía que no tendría la oportunidad de hablar con él, pero de alguna manera, estar en el mismo lugar que él la hacía sentir más conectada.

El partido comenzó y la multitud rugió cuando los equipos salieron al campo. Los cánticos y gritos llenaron el aire, y Sara trató de seguir el juego, aunque le costaba entender algunas reglas y jugadas. Sin embargo, cada vez que uno de los jugadores se acercaba al balón, notaba cómo el público se levantaba de sus asientos, y no podía evitar unirse a la emoción colectiva.

A medida que avanzaba el partido, Sara se fijó en un jugador en particular. Era rápido, hábil con el balón, y cada vez que tocaba la pelota, la multitud rugía con un entusiasmo especial. Sara sabía que era él, Jeremy Sarmiento. No podía ver su rostro con claridad desde donde estaba sentada, pero había algo en su manera de moverse que la fascinaba.

Amelia notó que Sara estaba concentrada en el juego y le dio un codazo suave.

Amelia: "Ese es Jeremy, ¿verdad? Es bastante bueno. Te dije que Brighton tenía talento."

Sara asintió, sin apartar la vista del campo. No sabía si era su habilidad futbolística o simplemente la idea de verlo en persona lo que la tenía tan absorta, pero en ese momento, nada más importaba. Cada vez que Sarmiento tomaba el balón, el estadio se llenaba de anticipación, y Sara sintió una conexión inexplicable, como si por fin estuviera entendiendo por qué este deporte podía ser tan apasionante.

El partido fue intenso, con momentos en los que parecía que Brighton podría ganar, y otros en los que el equipo contrario tenía la ventaja. Sara se encontró gritando, celebrando y sufriendo junto a los demás, completamente inmersa en la experiencia. Cuando el árbitro pitó el final del partido, con Brighton logrando una victoria ajustada, Sara sintió una mezcla de euforia y cansancio, como si hubiera estado corriendo junto a los jugadores.

Al salir del estadio, la multitud seguía cantando y celebrando. Sara, aún con la adrenalina corriendo por sus venas, se giró hacia Amelia.

Sara: Creo que finalmente entiendo por qué la gente ama tanto el fútbol. No esperaba sentirme así, pero... fue increíble.

Amelia sonrió, feliz de ver que su amiga había disfrutado del partido.

Amelia: Me alegra que lo hayas pasado bien. Y bueno, ahora tienes una razón más para seguir viniendo a los partidos. Quizás la próxima vez podamos ver a Jeremy de cerca.

Mientras caminaban de regreso a casa, Sara no pudo evitar sonreír. Ver a Jeremy Sarmiento en la cancha, aunque fuera desde lejos, había sido una experiencia única que nunca olvidaría. Brighton comenzaba a sentirse cada vez más como un lugar especial, no solo por su encanto, sino por las nuevas experiencias y amistades que estaba formando.

Un Gol Al Corazón  -  Jeremy Sarmiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora