Entre el Silencio y las Palabras

50 3 0
                                    

El lunes, Sara no podía dejar de pensar en el partido del martes. Aunque había prometido asistir, sabía que su horario en la universidad podría complicarlo. Sin embargo, había algo más en su mente que la tenía inquieta: su cumpleaños se acercaba. Sería la primera vez que lo pasaría lejos de casa y, aunque había hecho amigos en Brighton, el pensamiento de estar sola en un día que siempre había sido especial para ella le pesaba un poco.

A la mañana siguiente, Sara se levantó temprano con una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que tenía que encontrar la manera de ir al partido sin descuidar sus responsabilidades en la pasantía. Así que, mientras trabajaba en el laboratorio, su mente seguía buscando una solución.

A medida que avanzaba el día, Sara se dio cuenta de que la única forma de llegar al partido a tiempo era pedir un permiso para salir antes. Se lo pensó varias veces, insegura de cómo abordarlo con su supervisor, el profesor Hughes, quien era conocido por su disciplina. Sin embargo, su deseo de ir al partido, combinado con la idea de darse un regalo a sí misma por su cumpleaños, la impulsó a intentarlo.

Cerca del mediodía, vio una oportunidad cuando el profesor Hughes se quedó solo revisando unos papeles en su escritorio. Sara respiró hondo y se acercó con paso firme.

Sara: Profesor Hughes, ¿podría hablar con usted un momento?

Profesor Hughes: Claro, Sara. ¿Qué sucede?

Sara: Bueno... mañana es un día especial para mí. Es mi cumpleaños y... hay un evento importante al que me gustaría asistir. Sin embargo, coincide con el horario de la pasantía, y quería pedirle si podría salir un poco antes, tal vez a las 3:30, para poder llegar a tiempo.

El profesor la miró por un momento, sopesando sus palabras. Luego, una sonrisa suave apareció en su rostro.

Profesor Hughes: Sara, has estado trabajando muy duro y tu dedicación no ha pasado desapercibida. Creo que es razonable que tomes un pequeño descanso, sobre todo en tu cumpleaños. Por supuesto que puedes salir antes. Solo asegúrate de que todo esté en orden antes de irte.

El alivio y la gratitud inundaron a Sara, quien sonrió ampliamente, sintiendo cómo una parte de la tensión en sus hombros desaparecía.

Sara: ¡Gracias, profesor! Le prometo que dejaré todo listo antes de irme.

Al día siguiente, Sara se despertó sintiéndose un poco más ligera, sabiendo que tenía un plan para llegar al partido. Después de cumplir con todas sus tareas en el laboratorio y asegurarse de que todo estaba en su lugar, se despidió del profesor Hughes a las 3:30 en punto, tal como habían acordado.

Caminó a paso rápido hacia el estadio, sabiendo que cada minuto contaba. Brighton era una ciudad pequeña, pero en horas pico, el tráfico de personas en las calles podía ralentizar a cualquiera. A medida que se acercaba al estadio, el bullicio de los fans se hacía más fuerte, y la emoción en su pecho crecía.

Llegó al estadio justo a tiempo, sintiéndose triunfante mientras se acomodaba en su asiento en la tribuna. La vista era perfecta, y el ambiente estaba cargado de energía. Sin embargo, cuando la alineación del equipo se anunció, notó que Jeremy no estaba entre los titulares. Se sintió un poco decepcionada, pero no dejó que eso le robara la emoción del momento.

El primer tiempo pasó rápidamente, con el Brighton jugando un partido reñido. A pesar de la ausencia de Jeremy, Sara disfrutó cada segundo, animando al equipo y perdiéndose en la atmósfera vibrante del estadio. Sin embargo, en el fondo, no podía dejar de mirar hacia el banco de suplentes, esperando ver a Jeremy entrar al campo.

A mitad del segundo tiempo, cuando el marcador seguía empatado y la tensión en el estadio era palpable, el entrenador finalmente decidió hacer un cambio. Sara contuvo la respiración cuando vio a Jeremy levantarse del banco y empezar a calentar. La multitud comenzó a aplaudir y vitorear mientras él se preparaba para entrar.

Un Gol Al Corazón  -  Jeremy Sarmiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora