Capitulo 7

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Refunfuñaba con cansancio, soltando leves susurros convertidos en quejas, ¿En que momento se le hizo una buena idea pasar doce horas en la escuela?, claro ayer no se detuvo ni siquiera un minuto a pensar en el estrés del día siguiente, pero ahora que lo experimentaba culpaba a su yo del pasado. ¿Se arrepentía? Obviamente no, aunque el día anterior no comenzó como le hubiese gustado pudo pasar un momento muy agradable con Shinazugawa, eso lo ponía feliz y claramente fue su motivación para soportar todo este tiempo. De vez en cuando pequeñas sonrisas escapaban de su rostro al recordar todo lo sucedido, definitivamente valió la pena mover su horario. 

Dejo que todos sus pensamientos fluyeran, en un intento por detener sus quejas,  afortunadamente no le fue tan difícil, pues lo primero que cruzo por su cabeza  fue su cabello. Giyuu no acostumbraba dejarlo suelto, le era un poco incómodo, pero desde ayer lo dejo caer por sus hombros libremente, claro que la opinión de cierto albino no tuvo nada que ver con este cambio o eso es lo que quiere creer el azabache, pero siendo sinceros, ¿Había un problema con eso? es decir, tal vez inconscientemente le agrado la idea de gustarle al oji púrpura, pero esto traía  consigo muchos peros, ¿Cómo pudo llegar hasta este punto? ¿Esta bien lo que sentía? ¿Por qué Giyuu siempre deseaba la atención del albino? ¿Era correcto? Los labios del azabache soltaron un suspiro pesado, tal vez estaba sobre pensando mucho, dio un par de respiraciones para calmarse y una vez lo consiguió, miro su reloj, afortunadamente este marcaba ya las siete y media de la noche, por fin podía irse a  casa, pensó en darse una ducha rápida en los baños de la escuela, pues venia de clase de esgrima, pero descarto rápidamente esta idea, tomando su mochila y saliendo del colegio, dirigiéndose a su auto que esperaba pacientemente por el.  

— Bienvenido joven Giyuu— El azabache sonrió amable, aunque no acostumbraba si quiera dirigirles una mirada a sus empleados, desde hace un tiempo lo hacia, un mes para ser exactos. — ¿Lo llevo a casa?— Tomioka asintió, sus ánimos no estaban muy elevados que digamos, incluso si quisiera ir a otro lugar, el clima no lo permitiría, pues un montón de nubes grises se estaban acercando y el viento frio soplaba avisando que pronto llovería. 

Subió a su auto, feliz al sentir el cómodo asiento debajo suyo, atreves del cristal de su ventana, pudo observar como pequeñas gotas de agua impactaban con fuerza, desvió su vista a su celular, planeaba escuchar algo de música para distraerse y contestar algunos mensajes pendientes de Kocho y Mitsuri, pero eran demasiados ¿mil mensajes en tres horas? ¿En que momento?. 

Después de responder todos esos mensajes y ponerse al corriente con los nuevos chismes, dejo su celular a lado suyo, aunque claro primero actualizo sus redes sociales, siempre procuraba subir una historia y al minuto esta ya tenia una cantidad exorbitante de me gusta, el noventa y nueve por ciento de esas personas, ni siquiera le hablaba. En un intento para distraerse un poco, observo por la ventana del auto, pero su vista no era clara, el vidrio estaba empañado por la lluvia, contemplaba muy poco, gruño molesto, ¿En que se supone que debería centrar su atención? antes de poder centrar su vista en otra cosa, pudo observar a lo lejos una silueta, ¡Era Shinazugawa!, a pesar de ver todo era borroso y confuso, esa silueta la reconocería desde lejos, sin embargo noto que el albino no parecía tener intenciones para moverse del lugar y refugiarse de la lluvia. 

— Detén el auto— Recibió una mirada confusa de su chofer. — Para— Sintió como el automóvil disminuía de velocidad y se estacionó a unos metros del oji púrpura. El azabache salió del auto sin pensarlo,  fue empapado por la lluvia inmediatamente, provocando que toda su ropa se pegara a su cuerpo. 

—Joven Giyuu, se puede enfermar, si olvido algo yo mismo iré.

— Quédate aquí, no tardo. 

Camino apresuradamente hasta una banca, donde había visto a Sanemi, ¿Era un loco impulsivo por actuar así? Definitivamente, juntarse con el albino y Obanai lo hizo muy impulsivo. Su visión se hizo más clara, no se había equivocado, la persona que estaba ahí era su chico impulsivo de siempre, se acerco a pasos lentos, tenia la intención de tocar el hombro de Shinazugawa, pero unos sollozos lo detuvieron, el tiempo se congelo, ni siquiera podía escuchar sus respiraciones agitadas o la cascada de agua que caía sobre ambos cuerpos. Desde su posición podía observar pequeñas gotas saladas cayendo por las mejillas de Sanemi y no, no estaba confundido, no eran gotas de lluvia, eran lágrimas, el chico frente suyo estaba llorando como un niño pequeño en busca de los brazos de su madre, también noto golpes, que en definitiva eran de hoy, ¿Qué había pasado?

Prejuicios [SANEGIYUU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora