El Poeta Perdido/Capítulo 2

47 10 2
                                    


- ¡DESPIERTA MARIO, DESPIERTA!

- ¡TENEMOS QUE SACARLO DE AQUÍ!

[Voces inaudibles]

Abro mis ojos, con la respiración agitada veo a mi alrededor, es mi cuarto, con muchas dudas me pregunto ¿Quién dijo eso? Así mismo, me respondo: debe ser un sueño, pero a la vez fue algo muy real. Esas voces que poco alcancé a escuchar fueron reales, pero si no hay nadie. Debo estar loco, no tiene sentido en lo absoluto.

-Pensé que el que habla dormido era yo. Dice Jópate entrando al cuarto.

Al verme con la respiración acelerada, entra y me pregunta:

- ¿Qué te pasó?

-Probablemente fue un mal sueño. Respondo más tranquilo gracias a su presencia.

-Si sigues teniendo sueños raros, ponle seguro a la puerta. Dice Jotape sarcásticamente.

Nos disponemos a seguir durmiendo para afrontar otro día mañana, aparentemente es de descanso pues ni él asiste al colegio, ni yo a la Universidad, pero no es descanso, ya que, mi mamá aprovecha para juntos asear la casa todo el día y que quede reluciente e impecable, tal como a ella le gusta, mi mamá es medio maniática con el tema de la limpieza.

Ya por la tarde, vamos a misa con mi mamá. Claro que todo el día pasa recordando la hora de la misa puesto a: primero que es mamá y dos, no le gusta llegar tarde. Entonces todo el día y en cada ocasión recuerda que tenemos un compromiso, ese es el otro hobby apasionado de mi mamá, la misa.

[SUENAN CAMPANAS]

- ¡APÚRATE MARIO, VAMOS A LLEGAR TARDE! Dice mi mamá, Margaret.

-Verdad Mario, das mucha vuelta. Añade mi hermano, Jotape.

-Ya voy, me echo perfume y salgo. Respondo.

-Además, lo bueno tarda, amá, ¿me veo bien? Pregunto.

-Sí, estás guapo. Ahora cierra la puerta y vamos. Responde Margaret.

-La belleza es relativa. Añade Jópate de manera sarcástica.

-Que no hable la envidia. Digo mientras guiño el ojo.

Llegando a la iglesia que está a poco camino de mi casa se puede observar que está llena pero aún hay asientos disponibles, entramos y nos sentamos los tres en la banca, rezando que no se siente nadie más y menos un gordo. Dios mío, perdóname. Ya esperando a que comience la misa, haciendo chistes indebidos con mi hermano Jotape. Mientras tanto Margaret regaña con la mirada, pero somos del tipo de persona que piensa que, si no miras, el regaño no es contigo.

Se sigue llenando la iglesia, siguen entrando personas para ocupar los asientos que aún están libres. Es ahí donde entra un señor mayor, un anciano para ser más específico caminando lento siendo ayudado por una chica, joven de ojos cafés, cabello rojizo y rizado. La imagen fue tierna y al mismo tiempo poética, inspiradora tal vez por el simple hecho de ser un abuelo ayudado por su nieta, yendo a la iglesia.

[SUENA MÚSICA CELESTIAL]

Entra el padre cantando junto a los monaguillos. Posteriormente da inicio a la misa.

Sin querer y de manera natural, nuestras miradas tropiezan y en un segundo viajamos por toda la eternidad, en ese segundo nuestras almas se hicieron una misma, de igual modo, las demás personas desaparecieron y entendí que Dios bajó ese ángel y yo un simple mortal siendo un gran admirador de su belleza. Siendo un poeta perdido en su absoluta perfección. Mi alma vagabunda y desolada siente completa paz y armonía, pues encontró lo que tanto buscaba.

El poeta perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora