El Poeta Perdido / Capitulo 5 Temporada 2

13 7 0
                                    


La gota que rebasó el vaso.

- TRAIGANLO PARA ACÁ.

- DOCTOR ¿QUÉ TIENE? Pregunta Margaret alterada.

- No puedo decirle nada aún, tengo que hacerle algunos exámenes.

- ¿Pero va a estar bien? Pregunta Margaret.

- Parece que sí, todo depende de él, pero dígame ¿Qué fue lo que le pasó?

- Estábamos en el velorio de mi suegro. Dice August.

- Hace tan solo 19 días falleció mi mamá también, su esposa. Añade Margaret.

- Tuvo que tener una sobrecarga de emociones. Se desestabilizó.

- Doctor, pero él nunca presentó síntomas de tristeza o depresión. Dice Margaret.

- Nunca les iba a decir "Mamá, papá tengo depresión" porque es un adolescente y para ellos significa perder o ser vulnerable.

- ¿Hay algo que podamos hacer? Pregunta Margaret.

- Primero, rezar para que reaccione bien a los medicamentos y dos esperar que despierte.

Tengo mucho frío, la piel se congela en cuestión de segundos, cada centímetro de mi cuerpo siente un frío voraz capaz de convertirme en un eisberg, pero mi corazón no deja de latir, no para bombear y no para de sentir, simplemente anhelo acabar con mi sufrir, mi alma vagabunda se revuelca en la miseria de mi existencia, mi mente no deja hablarme y decirme mil cosas, aquellos pensamientos y sentimientos radioactivos dicen presente mediante cada palpitar, no sé dónde estoy o qué es lo que realmente quiero, esas espirales que no diferencian el dolor del placer son reales y estoy en ese bucle.

Existir no es mi actividad favorita pero mi alma es reprendida por todo lo malo de mi ser, que resulta ser más grande que el infierno y más radioactivo que Chernóbil, completamente inexplicable, indescriptible y doloroso.

Me duele mucho la partida de mis abuelos, realmente es lo más traumático que he vivido. Aquella impotencia de levantarte en las mañanas y no verlos más, de querer darles el último abrazo y no poder decirles te amo sin miedo a enloquecer. Ese sentimiento de vacío, me enseñaron todo menos a vivir sin ustedes. Realmente estoy inmerso en aquella piscina de desechos radioactivos, cada patada que hago para poder salir a la orilla, termina siendo inútil, pues no sirve nada, completamente ahogado en la miseria, intentando sobrevivir sin consuelo alguno cuando mi corazón palpita cada vez más lento.

[PITIDOS DE LA MAQUINA]

- DOCTOR, LO PERDEMOS.

- HAY QUE ESTABILIZARLO.

- CARGUEN, DESPEJE.

- UNA VEZ MÁS. AÑADE.

Destinado a un descanso eterno, yendo lentamente hacía la luz, con un placer inmenso y un deseo de descansar sumamente glorioso.

Abro los ojos.

- DESPERTÓ.

- VAMOS A SUBIR LA DOSIS DE LOS MEDICAMENTOS.

- LISTO.

- NO HABLEN CON ÉL HASTA QUE ESTÉ TOTALMENTE CONSCIENTE.

- ¿ENTENDIDO? Añade.

- Entendido.

Completamente perplejo, pues creí que había muerto y lo que veo son doctores, estoy en el hospital ¿Qué pasó? Me cuestiono, no entiendo como llegué aquí. Solo recuerdo estar en el cementerio en el segundo entierro más doloroso mi vida, recuerdo estar con toda mi familia completamente tristes y somnolientos, como en automático y en modo avión, pero el corazón y la mente a mil.

- ¿Dónde estoy? Pregunto.

- ¿Hay alguien aquí? Añado.

- Se supone que no deba hablarte.

- ¿QUÉ? ¿POR QUÉ NO?

- ¿QUÉ HAGO AQUÍ? Añado más enojado aún.

- No puedo decirte, pero tienes que despertar.

- ¿DESPERTAR? ¿ESTOY MUERTO?

- ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? DIJE QUE NADIE PODÍA HABLAR CON ÉL.

- DOCTOR, PERO YA ESTÁ CONSCIENTE.

- A ver. Dice mientras con una linterna observa mis pupilas.

- Parece estar bien neurológicamente.

- ¿Qué me pasó? Pregunto.

- Debemos descartar. Llama al neurólogo que lo estudie.

- Avisa a los familiares, que ya lo pueden venir a ver, por la mañana tendremos un diagnóstico. Añade.

A la mañana siguiente, parecía estar mejor, nada lejos de la realidad, aunque tenía actitud, me faltaba otra cosa.

- Hijo ¿Cómo estás? Dice Margaret conmocionada.

- Me alegra verte despierto. Vinieron a verte. Dice Jotape.

- Mor ¿Qué tal estás? Pregunta Mariana.

- ¿Hola? Estoy bien.

- ¿No me recuerdas? Pregunta con incertidumbre.

- No lo fuercen a recordar. Dice el doctor.

- ¿Por qué? ¿Pasa algo? Pregunta Margaret.

- La neurológica diagnostica un caso de demencia y posteriormente Alzheimer, lo corrobora el psicólogo y el psiquiatra que lo vieron, pues el paciente se torna repetitivo realizando preguntas, y en casos, olvida nombres y tal vez, personas.

- Me olvidó. Dice Mariana mientras una lagrima corre por su rostro.

- No te olvidé, mor. Disculpa. Respondo.

- Pensamos que podría ser un caso de amnesia a causa de los sedantes, pero los resultados son específicos. Como saben no hay cura para el Alzheimer, pero sí se puede prolongar mostrándole albúmenes de fotos, contándole historias de su pasado, reproduciendo su música favorita y preguntándole qué le recuerda y qué siente.

- Lo haremos doctor. Dice Jotape.   

El poeta perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora