El Poeta Perdido/capitulo 1

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- Mis viejos, los extraño mucho y los amaré eternamente. Digo mientras una lagrima corre por mi mejilla.

[Mis abuelos sonríen y me abrazan]

Rápidamente dejo de sentir ese abrazo que cada día necesito para que dicha existencia no sea tan mísera y vacía.

- ¿A dónde van? Abro los ojos y ya no están.

[Despierto]

Estoy en mi habitación, acostado en mi cama, mirando al techo como quien busca consuelo. Todo fue un sueño. Otra vez, fue el sueño más hermoso y perfecto, pero por desgracia solo fue eso, un sueño. Físicamente en este cuarto, pero mi mente está volando sin freno alguno intentando saciar su agonía. Mi nombre es Mario tengo 19 años, estudio mi carrera para ser docente y ayudo en casa: con oficios varios; intentando siempre no ser un vago. Me gusta mucho pensar que la búsqueda hace que el destino valga la pena, debido a que, no todo está bien, pero está bien así.

Me levanto de la cama y camino par de pasos hasta mi mesa de noche para agarrar el teléfono, miro la hora y son las 3am, sin tener sueño alguno solo cierro nuevamente los ojos esperando quedar dormido y que el sufrimiento no sea el mismo, que se evapore.

¡MARIO, ven a desayunar, SE TE VA A HACER TARDE! Escucho su voz desde mi alcoba, es mi mamá Margaret, mi mamá, el gran amor de mi vida que con tanta dulzura me llama. Rápidamente me dirijo a desayunar, la saludo al igual que a mi hermano Jotape. Me siento en la mesa del comedor para desayunar con mi familia.

Mi madre Margaret es una mujer la cual me ha enseñado todos mis valores como persona; es una mujer amable, carismática, es mi confidente y muy sabia pero enojada no les voy a contar, por lo menos no aún.

Mi hermano Jotape, es un adolescente de 15 años, mi hermano es de carácter fuerte, de humor pesado y enojón, pero todo el que lo conoce sabe que tiene un gran corazón, aparte de que nos apasiona el mismo deporte: el fútbol.

Y mi papá, August, a diferencia de los demás, mi papá se desapareció toda mi vida viviendo en la misma casa, pero este intenta ser aquel papá que no pudo ser. Sin contar que ahora me llevo mejor con él por temas de mayoría de edad.

Rápidamente me dirijo al baño para alistarme, al ducharme, me cambio para ir a la universidad. Tengo clase los lunes a las 7am, pero en la ciudad que está a 2 horas de mi pueblo. Lo cual indica que el bus va llenísimo, por tanto, muchos me dejan con la mano estirada y mientras tanto el tiempo corre.

Cuando finalmente me logro subir en el bus, de pie, con la furia de mi alma agonizando lentamente. Todas las sillas del bus están ocupadas, los bebes y niños lloran, también vomitan, sus padres regañando por su comportamiento, de igual modo, señores mayores viendo videos de oraciones y videos cringe a todo volumen. El tiempo contado son dos horas en pie para por fin llegar a la ciudad para tomar otro bus aún más lleno y estrecho el cual me lleva a la Universidad. Luego de 20 minutos esperando que pase el otro bus, en ese lapso de tiempo pasan varios llenos y repletos, cuando finalmente me puedo subir al bus este me deja en la esquina de la Universidad.

Para variar, voy tarde entonces voy casi que, trotando, entro a la universidad, rápidamente busco mi bloque para por fin llegar al salón y adivinen, el profesor ya está dando la clase. Entro de lo más normal posible, saludo al docente como para salvar mi hora de llegada y verme seguro para sentarme en la única silla que está disponible, en la parte de atrás del salón.

Una vez terminada la clase, salgo del salón para dirigirme a otro ubicado en el tercer piso, es decir a subir y bajar escaleras todo el día. Llegando al final de la jornada de clases, repito el mismo circuito, como un círculo vicioso para poder llegar a casa llegar a casa, voy llegando a mi casa a eso de las 7pm.

Entrando a mi pueblo, llega la hora de bajarme del bus que me deja en la esquina de mi casa, de este modo camino hacia mi hogar. Ya en la esquina espero junto a un árbol para atravesar la carretera, cuando de manera sorpresiva veo a mi papá que viene de la farmacia, ubicada en la otra esquina de la misma cuadra, al verme esconde la bolsa que trae en sus manos de manera sospecha. Cuando está a una distancia prudente le pregunto:

- Apá, ¿qué compraste?

- Pastillas, que a tu mamá le duele la cabeza. Responde enredándose al hablar.

Se la doy por válida porque mi mamá sufre de dolores fuertes de cabeza y nos dirigimos a la casa, saca las llaves y abre la puerta. Él entra primero y se le cae la factura de la compra, seguidamente la recojo con curiosidad, cuando violentamente me arrebata dicho papel y entra sin decir una sola palabra, muy sospechoso.

Es ahí donde me agarra como especie de un fuerte dolor de cabeza, una migraña intensa que no se calma con nada y cada segundo es más fuerte haciéndome caer de rodillas al piso de mi terraza. Empiezo a tener como especie de visiones, de imágenes, tal vez recuerdos inexistentes, siento la presencia de una entidad pesada en energía, la vecina de enfrente estaba cerrando su casa cuando me ve por la ventana y se acerca para intentar ayudar, pero mi papá le dice que no se preocupe que él se encarga, así mismo, me entra a la casa.

De manera casi que automática y repentina estamos en la mesa cenando, no recordaba qué había pasado, pero sabía que normal no era. Así mismo, aquellas extrañas imágenes o visiones que hace unos pocos instantes tuve se reprodujeron en mi subconsciente, dichas imágenes retratan una niña, la cual es llevada de la mano de su abuelo.

-Ma, ¿De casualidad conoces a una niña y a su abuelo? Pregunto.

-Pues seguramente y en cantidades alarmantes ¿Por qué? Pregunta Margaret con una ceja entre levantada representando intriga.

-No sé ma, simplemente por charlar. Digo.

- ¿Cómo te fue hoy? Pregunta August a Jotape. Tratando de evadir la conversación, aburrida al parecer.

-Bien pa, ¿y a ti? Contesta Jotape.

Al terminar la cena, me levanto de mi asiento para disponerme a lavar los trastes sucios en la cocina, es ahí donde el destino hace de las suyas, pues encuentro el empaque que mi padre compró en la farmacia, no parece para nada a las pastillas de mi mamá, ya que, el empaque es distinto y el color es totalmente opuesto. Tratando de averiguar qué pastilla era y cuál es su función, es así como cuando el palpito te habla. Se acerca mi hermano Jópate para colocar su plato, de igual manera me arrebata de la mano el empaque y me dice amablemente:

- ¿Saco la basura, cierto?

-Claro, ya es tarde. Después mi amá regaña. Respondo con duda.

-Buenas noches. Dice Jotape.

-Buenas noches, bro. Le respondo.

Me quedo lavando el resto de trastes sucios con música para hacerlo con actitud y adivinen, Jópate dejó la basura dentro de la casa, por lo que me tocó sacarla a mí. Camino al patio y veo el tanque de la basura, es donde entra el impulso masculino de encestar la bolsa de basura en el tanque, acto seguido, me detengo a observar la luna. Se ve tan hermosa, me refleja tranquilidad. Exhalo profundamente. Al bajar la mirada, me quedo estático, no me puedo mover en lo absoluto.

Escucho a lo lejos

-Tranquilo. No va a pasar nada.

El poeta perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora