El Poeta Perdido / Capitulo 9

20 8 0
                                    



- Hola. Dice Coraline.

- ¿ESTÁS BIEN? Pregunto mientras me acerco.

- Si ¿Por qué no lo estaría? Pregunta.

- Oí gritos en tu casa ¿TE PASÓ ALGO?

- No, para nada, hoy no estuvimos en casa. Dice mientras de manera inevitable corre una lagrima por su mejilla.

- Sé que algo pasa. Tranquila aquí estás a salvo. Le limpio su lágrima mientras la abrazo.

- Gracias. Dice mientras solloza.

En ese momento, sentí aquella paz que necesité durante todo este tiempo, nuestro ritmo cardiaco era uno, nuestra exhalación es sincronizada y nuestras manos encajan perfectamente entre sí. Su boca queda en mi cuello y lentamente toca mi ser. Estamos mirándonos fijamente, en sus ojos se veía tal grado de tristeza que no había podido ver, en sus lágrimas exponía sus más grades pesares, me acerco lentamente sintiendo su respiración dándole razón a todo mi ser y sin pensarlo sus labios conectan con los míos, mientras nuestro corazón palpita sin cesar.

Si me hubieran dicho que después de tanta oscuridad, habría luz, no me desespero, sencillamente, dejo que el tiempo pase y sane. Acaricio sus mejillas húmedas de lágrimas, así mismo, ella toca mi espalda suavemente, seguidamente mis manos bajan acariciando su cintura hasta sentir sus glúteos. Nuestro ritmo cardiaco se intensifica cuando nos miramos como viendo una vida juntos en cuestión de segundos. Aquellas mariposas son reales. Mis manos alrededor de su cintura, ensamblando el rompecabezas más perfecto de la existencia. Su mano en mi cuello y la otra en mi abdomen, produce que el nivel de excitación aumente, los besos cada vez más apasionante, lo que conllevo a llevarla a mi habitación.

Estando ahí, totalmente conmovidos y excitados, me quita la camisa, de igual modo besa el cuello y mi pecho. Así mismo, le quito sensualmente el pantalón. Apretando sus muslos, sintiendo como mi vida toma sentido. Estamos conectados, somos tal para cual, nada puede arruinar esta conexión.

- DEJENME SALIR. Dice mi hermano en estado de shock.

- JOTAPE, ¿QUÉ HACES AQUÍ? Pregunto cubriendo a Coraline.

- Este es mi cuarto. Te confundiste. Contesta Jotape.

- Qué vergüenza, disculpa. Totalmente apenada y sonrojada añade Coraline.

- De igual, ya yo me iba. Dice Jotape, mientras sale del cuarto.

Completamente arruinado aquel momento prefecto solo queda reírnos de lo sucedido.

- Qué vergüenza. Dice nuevamente Coraline sonrojada y agitada.

- No le des mente a eso. Digo mientras rio.

- No es gracioso ¿Qué va a pensar de mí? Pregunta Coraline.

- Quédate tranquila. Repito mientras el guiño el ojo.

- Mario, estoy asustada, entré en pánico. Dice alterada

Le doy un beso.

- Bueno, ese ejercicio me ayudó. Dice sonrojada.

- Y solo fue un beso ¿Qué tal si pasa? Digo de manera egocéntrica.

- Quien sabe, nunca lo sabremos. Dice mientras sonríe.

- Nunca digas nunca. Digo.

- Ya me tengo que ir. Dice Coraline.

- ¿Quieres que te lleve? Pregunto.

- No puedes caminar solo, Mario. Responde.

- Me olvidé de ese pequeño detalle. ¿Estarás bien? Pregunto.

- Sí, no te preocupes. Me da un beso.

La llevo a la puerta. Nos besamos y se va.

- Todo eso es mío. Digo de forma coqueta mientras sonrío.

Me sonríe.

- Ahora sí vamos a hablar tú y yo. Dice Margaret enojada.

- Habías demorado. Respondo resignado. 

El poeta perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora