El Poeta Perdido / Capitulo 10 Temporada 2

31 7 0
                                    


Observando a la nada, estoy en la tienda, pero ancestralmente mi alma completamente perdida, mi subconsciente solo desaparece y deja que mi versión radioactiva controle todo mi ser, mi corazón bombeando petróleo puro mientras mi mente simplemente está viendo todo en tercera persona.

Mi cuerpo completamente en automático, alguien se está moviendo y ese no soy yo.

- NO LO HAGAS.

- LUCHA EN CONTRA DE ELLO.

- ¿Qué más da? Respondo a las voces que durante días enteros desaparecieron.

La mirada alumbra, el reflejo de un cuchillo perfecto y bien afilado me guiña el ojo, intento luchar en contra de mi voluntad, llegué tan lejos, simplemente no, no quiero hacerlo.

Mi cuerpo camina y se acerca intentando agarrarlo. Rápidamente siendo que me quitan el cuchillo de la mano, trato de reaccionar, pero es imposible.

Mi mirada ida, observando el vacío cuando siento sus ojos en los míos, ya no es un vacío lo que observo, refleja solo paz y tranquilidad, respiro profundamente y la veo enfrente de mí. Me agarra la cara, Coraline completamente nerviosa, pero siendo algo habitual simplemente me besa.

- Perdóname, no debí decirte eso. Dice Coraline.

- Mario, dime algo, Mario. Añade.

Cuando finalmente reacciono, la observo. Confundido pues me olvidé de ella en cuestión de segundos, pero me hizo retomar la cordura.

- Me encontraste. Digo mientras una lágrima corre por mi rostro.

- Estamos a mano. Dice Coraline al sonreír.

Me cuesta aceptarlo, pero lo hago, a causa de mi demencia senil, olvido cosas que posteriormente logro recordar o no, pero al reaccionar improviso. Está avanzando mi enfermedad pues hay momentos en que simplemente olvido donde estoy o qué estoy haciendo.

- ¿Qué ibas a hacer con ese cuchillo? Pregunta intrigada Coraline.

- Mm, no sé, estaba en automático.

- Coraline, está avanzando mi enfermedad. Añado.

- ¿Por qué lo dices? Pregunta con cara de tristeza.

- Pues, pasa que.

Coraline interrumpiendo mi respuesta me besa.

- ¿Y eso? Pregunto.

- La policía está aquí, bésame. Dice Coraline.

- Si claro, por la policía. Digo sonriendo.

Se abre la puerta del lugar y entran dos policías. Al parecer no vienen a arrestar a nadie o para realizar sus rondas matutinas, pues pasan por detrás de nosotros y se acercan a la despensa para agarrar unas bebidas. Coraline y yo respiramos aliviados, rápidamente nos dirigimos a la caja a pagar.

La cajera pasa los productos por la caja, así mismo nos da el total, rápidamente pagamos, nos tiene que dar vuelto, es por ello, que esperamos de forma impaciente, cuando detrás de nosotros escuchamos el sonido de un Walkie Talkie, eran los policías que estaban esperando su turno para pagar.

- R, R ¿me copia?

- R, copio.

- Hay una pareja de adolescentes fugitiva, fuentes confirman que se encuentran en aquella ciudad.

- R, dígame apariencia.

En ese instante Coraline y yo nos miramos con mucho pánico, rápidamente le dijimos a la cajera que se quede con el vuelto, salimos perplejos del miedo, ya en la calle, observamos que llega otra moto de policías, agarrados de la mano el final parecía alentador, pues, aunque el temor de perderlo todo sea inmenso, es peor no haberlo intentado nunca.

- Vayamos por aquí. Digo.

- Sí. Responde Coraline.

- Jóvenes, deténganse.

Totalmente acojonados, nos miramos y volteamos.

- Sí señor, dígame. Respondo.

- Buenas noches. Es para decirles que tengan mucho cuidado, puesta zona a altas horas de la noche es peligrosa.

- Gracias oficial. De hecho, ya nos vamos a dormir. Responde Coraline.

- ¿Viven cerca?

- Si claro, aquí a unas pocas cuadras. Respondo.

- Bueno, era eso. Soldado advertido no muere en guerra. Que les vaya bien.

- Gracias oficial. Decimos.

Una situación inesperada, sentimos que era el final, pues escucho su corazón latiendo rápidamente y risas involuntarias de parte de Coraline. Luego de caminar y llegar al lugar, nos sentamos a ver el mar bajo el cielo estrellado.

- No te voy a negar que si tengo mucho miedo. Dice Coraline.

- No sabemos qué pasará, pero todo ha valido la pena. Digo.

- Eso sonó a resignación. Dice Coraline.

- Es realismo, no estaremos aquí de por vida. Y escapando y escapando solo prolongamos el dolor. Digo.

- Mario, no me está gustando tu tono. Responde Coraline.

- ¿Acaso te quieres rendir? Añade.

- No, yo voy de cabeza y sin frenos. Digo.

- Eso espero. Dice mientras pone su cabeza en mi hombro.

- Ya no está la policía. Digo mientras sonrío.

- Sí ¿y...?

- Yo no necesito un pretexto para darte un beso. Respondo.

- Tu si eres muy confiado. Responde.

- Es personalidad, además, ni que no lo disfrutaras. Digo.

- Si, si, como no. Responde.

Me acerco lentamente.

- Mario...

- Sh, sh. Digo al silenciarla con besos.

Coraline hace que el beso sea mutuo, por lo que, nos besamos.

- Menos mal que no lo disfrutas. Digo al sonreír.

- ¿Por qué será que eres tan creído? Pregunta.

- Así te gusto. Respondo.

Nos besamos.

Suenan las olas del mar, las estrellas nos observan mientras la arena se convierte en el testigo número uno de dos amantes enamorados.  

El poeta perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora