El poeta perdido / Capitulo 4

30 10 0
                                    


-Si viniste. Dice Mariana mientras sonríe.

-Hola, ¿alguna vez te he quedado mal? Pregunto de manera sarcástica.

-No, pero... Dice mientras ríe.

-Barro. Digo de manera seria.

-Mentiras mor, sabes que te quiero. Dice Mariana al abrazarme.

-No me hizo gracia, también te quiero, infeliz. Respondo.

- Cuéntame, ¿Qué tal tu vida? Añado.

-Súper, ¿recuerdas de quien te hablé?

[Acento]

-Pues vamos bien, hemos estado hablando bastante últimamente. Dice Mariana.

- ¿Y tú? Tienes una sonrisa extraña. Añade con una sonrisa pícara.

-De hecho, no está tan mal, conocí a alguien.

- ¡CUÉNTAME! Dice intrigada.

-Mm, su nombre es Coraline, la conocí en misa.

- ¿Y apenas es que me vas a contar? Pregunta enojada.

-Es reciente, fue hace 3 días. Digo.

-Descríbemela, tal vez la conozca. Dice Mariana.

-Es blanquita, cabello rizado y rojizo, ojos claros. Digo mientras sonrió inconscientemente.

- ¡Ayyyyyyyyy! Pero que no se te note tanto. Dice mientras ríe.

-Normal, aunque si te confieso siento que, de una u otra manera, hicimos clic y es mutuo, es decir, mírame. Digo guiñando el ojo.

-No sabes cuánto me alegro mor, deberías presentarla. Tengo que darle el visto bueno. Añade.

-Debería, sí es cierto. Respondo

-Vamos a cocinar, ven. Dice Mariana.

-Dale, pero cocinas tú. Le digo.

-No, mor a ti te quedan mejor. Dice.

-Sí ajá. Digo resignado.

-Yo soy tu ayudante. Dice Mariana.

-Tocó. Digo.

Nos dirigimos a la cocina pasando por la sala de tv y el comedor, ya en la cocina, vamos a hacer ramen, su comida favorita en todo el planeta. Ella me pasa los implementos e ingredientes para hacer la sopa. Con mucha hambre esperamos con ansias que esté lista. En lo que aprovechamos para hacernos bromas y criticar a las personas como actividad favorita, sé que es funable, pero por ello, somos mejores amigos.

- ¿Hueles eso? Dice Mariana.

- Sí, creo que ya está lista.

- Pásame los platos. Añado.

- Toma. ¡Cuidado te quemas! Dice Mariana.

- No te preocupes, soy un experto. Digo de forma egocéntrica.

METE LA MANO [VOCES INAUDIVLES]

- ¿Qué? Pregunto nervioso.

- ¿QUÉ? Pregunta Mariana confundida.

METE LA MANO [VOCES AÚN MÁS FUERTES]

De manera inexplicable mi corazón se acelera, pero al mismo tiempo siento esa tranquilidad que causa incomodidad, termino cediendo y meto la mano en el agua, esperando sentir algo, no siento nada, solo veo que sale humo y mi mano se torna roja. Mariana al darse cuenta, me saca la mano del agua.

- ¿QUÉ TE PASA? ¿ESTÁS LOCO? ¿TE DUELE? Pregunta alterada.

- Tranquila, no fue nada. Disculpa ya me tengo que ir, sabes cómo es mi mamá. Respondo.

- ¿Mor y la sopa? Quédate y luego te vas. Insiste Mariana.

- -Ya me tengo que ir, es tarde. Digo

- Bueno, MÁS PARA MÍ. Responde.

Me despido y rápidamente me voy. Caminando en la carretera, comienzo a sentir el ardor en la mano, observo mi mano y está roja por la quemadura, así mismo, me da el cada vez más frecuente dolor de cabeza, las voces que a diario escucho se hacen más entendibles y la noche oscura se torna impredecible.

- ¡DESPIERTA!

- NO SÉ QUE TAN BUENO SEA...

Las voces se escuchan más fuertes, pero del mismo modo, inaudibles. Confundido y asustado, así mismo totalmente estático y muy desorientado solo espero que todo pase, lo que no sabía era que aquel extraño episodio estaba lejos de terminar.

El poeta perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora