El Poeta Perdido / Capitulo 11 Temporada 2

20 7 1
                                    


El sonido del mar es un buen estimulante para relajar tu cuerpo: los músculos y la mente, pues te da paz. Pues estamos enfrente del inmenso mar, es tan grande que parece infinito y los problemas a tu alrededor dejan de importar, simplemente dejan de ser imposibles de resolver. Abrir los ojos y ver a la persona que amas mientras duerme, mientras el sol se manifiesta con pequeños destellos de luz.

Simplemente la inspiración viene a mí, mi lado radioactivo se hace a un lado para que mi espíritu apasionado diga presente. En mi mente retumba aquella canción: Como yo te amo, pues si bien lo dice tal cual nadie te amará como yo te amo, porque yo te amo con la fuerza de los mares, yo te amo con el ímpetu del viento, yo te amo de una forma sobrehumana.

Las relaciones humanas se basan en una guerra de egos, es la razón principal de decir o hacer cosas por miedo a parecer estúpidos. Desde el momento en que decidí dejar de vivir en automático mi espíritu apasionado me lleva a hacer actos que engrandecen mi alma. Por esta razón, me despierto sigilosamente para no despertar a Coraline y camino hasta la tienda más cercana para comprar el desayuno y así tener un bonito detalle.

Ya de regreso con todo preparado, me acerco sutilmente con el desayuno.

- Buenos días ¿Y esto? Pregunta Coraline sorprendida.

- Supuse que tendrías hambre.

- Y quería ser el primero en traerte el desayuno a la cama. Añado.

- Gracias, príncipe, sí eres el primero. Responde mientras una lagrima corre por su rostro.

- Todo lo que ves es lo que soy, mírame a los ojos. Digo.

- Quiero saber qué ves. Añado.

- Veo un futuro incierto pero placentero a la vez. Responde.

- A eso me refiero. Ya me estás entendiendo.

- Te gusta tener todo planeado, pero a veces hay que dejarse llevar. Digo.

Me acerco y le doy un beso.

- Buenos días. Respondo.

SE ACERCAN PATRULLAS POLICIALES

- Llegó el momento. Digo.

- Tengo miedo Mario. Responde Coraline.

- Pase lo que pase, estaremos los dos. Digo.

- Gracias por todo. Dice Coraline.

- Princesa, esto no es una despedida. Todo saldrá bien. Respondo.

- Por si acaso. Dice Coraline.

- No pierdas el tiempo diciendo pendejadas, mejor aprovéchalo. Digo mientras guiño el ojo.

- ¿Y cómo? Pregunta Coraline en forma inocente.

Me acerco y la beso.

- Así, tal vez. Respondo.

El beso se hace mutuo y totalmente reciproco, por lo que, de manera casi que sincronizada, nuestros ojos se cristalizan por el futuro que es un poso plagado de incertidumbre.

- Vamos. Digo.

Coraline asienta.

Corremos rápidamente para escabullirnos entre la gente, de este modo, los policías bajan de la patrulla y corren tras nosotros, mientras que los de las motos aceleran la velocidad.

Las personas que estaban en la playa, eran turistas, por lo que eran un montón, lo que nos permitió ganar tiempo para llegar al lugar de destino, pero claro, enfrente de nosotros había más policías intentando frenar nuestro proceder. Es aquí donde, mi plan infalible comienza a ejecutarse al pie de la letra: gracias al dinero que Yisus y Jotape dejaron en la maleta, pudimos pagar a 3 parejas de adolescentes para que se colocaran una peluca roja distintiva de Coraline y dije de araña representándome a mí. De este modo, ya mis cómplices sabían el plan, por esta razón procedieron a tiempo.

El poeta perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora