cap. 56

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De vuelta al hotel, después de la intensa y emocionante jornada, el cansancio empezaba a hacerse sentir en todos nosotros. Francesca, sin embargo, seguía llena de energía, aún emocionada por todo lo que había sucedido. En el coche, mientras regresábamos, no dejaba de hablar sobre el partido, las entrevistas y, por supuesto, sobre lo orgullosa que estaba de que "su papá" hubiera ganado el Mundial.

Al llegar al hotel, finalmente tuvimos un momento de tranquilidad. Victoria, Alda y yo nos acomodamos en nuestra suite, mientras Francesca seguía rebotando de un lado a otro, aún con su camiseta de la selección y la medalla de cartón que le habían dado durante las celebraciones.

De repente, en medio de uno de sus saltos sobre la cama, Francesca se detuvo y nos miró con una expresión de seriedad que nos hizo sonreír a ambos, sabiendo que tenía algo importante que decir.

—Papá —comenzó, mirándome fijamente—, como has ganado, ahora tiene que venir el hermanito. Lo prometiste.

Victoria y yo nos miramos, sorprendidos por la seriedad con la que lo decía. Era evidente que Francesca no había olvidado la conversación sobre el "tercer Torres" y estaba dispuesta a que se cumpliera.

—¿Así que lo recuerdas, eh? —le dije, tratando de contener una sonrisa, mientras me agachaba para estar a su altura—. ¿Y quién te dijo que eso tenía que pasar?

—Tú lo dijiste, papá —respondió, con esa determinación tan suya—. Dijiste que si ganabas, vendría un hermanito. Y ya ganaste, así que... ahora tiene que venir.

Victoria se rió suavemente, mientras acunaba a Alda, que ya estaba medio dormida en sus brazos.

—¿Ves lo que has creado, Ferran? —dijo en tono de broma, mirándome—. Ahora no hay vuelta atrás.

Me levanté, fingiendo estar en un apuro.

—Vaya, parece que me he metido en un buen lío —dije, mientras Francesca me miraba con expectación—. Pero, ¿y si hablamos de esto mañana, princesa? Hoy ha sido un día largo, y creo que todos necesitamos descansar un poco.

Francesca, lejos de conformarse, cruzó los brazos y me miró con una expresión que me recordó tanto a mí mismo que no pude evitar reírme.

—Está bien, papá, pero no te olvides. Prometiste —dijo con firmeza.

La levanté en brazos, y ella rodeó mi cuello con los suyos, finalmente mostrando señales de cansancio.

—No me olvido, Francesca. Prometo que no me olvidaré —le susurré, llevándola hacia su cama.

Victoria me siguió con Alda, y entre los dos preparamos a las niñas para dormir. Francesca, a pesar de su resistencia, no tardó mucho en quedarse dormida, agotada después de un día tan lleno de emociones. Sin embargo, antes de cerrar los ojos, susurró una vez más:

—No te olvides, papá...

Me reí suavemente y besé su frente.

—Nunca me olvidaría de algo tan importante —le dije, aunque sabía que ya estaba dormida.

Después de acostar a Alda en su cuna, Victoria y yo nos sentamos en la cama, finalmente solos por primera vez en todo el día. Nos miramos y nos echamos a reír.

—Bueno, parece que no tienes escapatoria, Ferran —dijo Victoria, sonriendo con cansancio—. Francesca está decidida.

—Ya lo veo. Pero, ¿qué piensas tú, Vic? —le pregunté, mirándola con seriedad—. ¿Realmente estás considerando la idea?

Victoria suspiró, recostándose en la almohada.

—No lo sé... Quizás. No ahora, claro, pero tal vez en un tiempo... Cuando las niñas estén un poco más grandes. Es una idea que ronda mi cabeza, pero no quiero precipitarme —admitió, mirándome con una mezcla de ternura y preocupación.

Le sonreí, entendiendo perfectamente lo que quería decir.

—Lo que decidas estará bien para mí, Vic. Sabes que te apoyaré en lo que sea.

Ella asintió, y se inclinó hacia mí para besarme suavemente.

—Gracias, Ferran. Ahora, vamos a descansar. Hoy ha sido un día increíble, pero también agotador.

Me recosté junto a ella, abrazándola mientras nos acomodábamos para dormir.

—Sí, un día que nunca olvidaremos... Y parece que Francesca no nos dejará olvidarlo tampoco —comenté, medio en broma, medio en serio.

Victoria rió suavemente y se acurrucó más cerca de mí.

—No, definitivamente no lo hará —murmuró antes de quedarse dormida.

Mientras la abrazaba, sintiendo la calma que solo llega después de un día tan lleno de emociones, supe que, aunque el futuro era incierto, lo enfrentaríamos juntos, como siempre lo habíamos hecho. Y quién sabe, quizás Francesca tenía razón después de todo.

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⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

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𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎  ~ Ferran Torres y Victoria de AngelisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora