🏆-XIV-🛹

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Max y Bradley estaban recostados en la cama, abrazados en silencio, tratando de asimilar todo lo que había ocurrido. La intensidad del momento los había dejado exhaustos, pero Max no podía dejar de pensar en algo. Algo no cuadraba, y esa incógnita lo carcomía. ¿Cómo era posible que Bradley supiera lo que Tanque planeaba hacerle? No creía que Tanque hubiera sido tan estúpido como para confesarle sus planes a Bradley sabiendo que este podría escapar si quisiera.

— ¿Pasa algo? —preguntó Bradley al notar que Max estaba distraído, mirando fijamente la pared.

— ¿Cómo sabías lo que Tanque quería hacerte? —preguntó Max de golpe, observando cómo el rostro de Bradley se tensaba.

—La verdadera pregunta es… ¿Cómo lo sabías tú?

Max lo miró seriamente, sin dejar espacio para evasivas.

—Tanque me ofreció ayudarte a destruirte —confesó Max, sintiendo cómo Bradley se ponía rígido junto a él—. Por supuesto, me negué. ¿Cómo podría hacerle daño al chico que me gusta?

Bradley cerró los ojos y tomó aire, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Las palabras de Max lo golpearon con fuerza, y no pudo evitar sentir una mezcla de culpa y vergüenza.

—No sería nada nuevo… —murmuró Bradley, apenas audible—. Yo lo hice, después de todo.

Se dio cuenta de lo que acababa de decir, y rápidamente se tapó la boca con las manos, girándose para darle la espalda a Max. Sabía que se había delatado, y al escuchar la risita del menor, supo que él también lo había entendido.

—Oh, vamos, no te pongas tímido ahora —dijo Max con una sonrisa, mientras le daba un pequeño golpecito en la cintura. El menor se enterneció al ver cómo Bradley se removía para evitar su toque—. Era obvio que te gustaba.

Bradley se giró, con las mejillas encendidas, intentando mantener su dignidad intacta.

— ¡¿Qué estás diciendo?! —protestó—. ¿Quién dice que hablaba de ti? ¿Acaso crees que eres la única persona que me ha sacado de quicio?

Intentó desviar la conversación, borrar lo que había dicho y evitar la vergüenza que sentía, pero sabía que era inútil. Max no iba a dejarlo escapar tan fácilmente.

—Si no fuera yo, no te hubieras puesto así de tímido y vergonzoso —dijo Max en un tono burlón—. Además, soy irresistible y sexy. Las chicas me lo dicen a menudo.

El comentario sonó arrogante, incluso para él, y se arrepintió al instante al ver cómo el rostro de Bradley se endurecía.

— ¿Irresistible y sexy para las chicas? —preguntó Bradley, con un tono de voz peligroso que hizo que Max se pusiera nervioso—. Dime, Max, ¿dónde está ese irresistible y sexy chico cuando está conmigo? Porque yo solo veo a un Goofyto que parece un niño baboso y molesto.

Max levantó la ceja y sonrió de lado, le encantaba cuando Bradley se ponía de esa manera, y él con gusto le seguiría el juego.

—¿Así que soy eso para ti? —preguntó Max, de una forma pícara—. ¿Un niño baboso y molesto?

—Quizás —respondió Bradley, girándose para mirarlo directamente a los ojos. Sus miradas se encontraron, y el aire entre ellos se volvió denso—. Pero ese niño baboso y molesto es el único que me hace sentir que todavía hay algo en mí que vale la pena salvar.

El silencio que siguió fue abrumador, cargado de emociones no dichas. Max no esperaba esa respuesta, y por un momento, no supo cómo reaccionar. Bradley se había abierto, mostrando la parte más vulnerable de sí mismo, y  sintió su corazón apretarse ante la intensidad de ese momento.

PRETTY PLEASE ᵐᵃˣˡᵉʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora