🏆-XVIII-🛹

364 47 13
                                    

Llevaban aproximadamente cuatro horas de viaje, y la oscuridad de la noche envolvía la carretera en una calma casi hipnótica. Bradley, agotado por la tensión de los últimos días, había sucumbido al sueño, su cabeza recostada contra el respaldo del asiento. Max, sin embargo, no podía permitirse el lujo de cerrar los ojos ni por un segundo. Su mente era un torbellino de pensamientos, cada uno más intenso que el anterior. Había metido al mayor en esta locura, y ahora el peso de esa decisión lo aplastaba. No permitiría que Bradley se arrepintiera de haber confiado en él.

El camino parecía interminable, pero Max sabía que no podían detenerse demasiado pronto. Necesitaban llegar a un lugar donde pudieran estar a salvo, lejos de las garras del padre de Bradley y de las miradas curiosas que acechaban a cada paso. Sin embargo, cuando vio una gasolinera al borde de la carretera, decidió que era momento de hacer una pausa. El indicador de combustible estaba bajando, y además, Bradley probablemente necesitaría algo de comida cuando despertara.

Max maniobró con cuidado el coche hacia la gasolinera desierta. Apagó el motor y giró para mirar a Bradley, que seguía dormido, su respiración suave y rítmica. Por un momento, el ruido del mundo exterior desapareció, dejando solo a Max y Bradley en ese pequeño universo contenido dentro del coche.

El castaño estaba cubierto con una fina camiseta que apenas lo protegía del frío que comenzaba a infiltrarse en la cabina. El pelinegro salió del coche con cautela, abriendo la puerta trasera para sacar una manta que había traído de su habitación. Al regresar, se inclinó sobre Bradley, cubriéndolo con la manta para mantenerlo caliente. Fue en ese instante, mientras lo miraba, que todo se volvió dolorosamente claro para Max.

Bradley, con su rostro sereno en el sueño, parecía tan vulnerable, tan distinto al chico que había conocido. Se quedó inmóvil, su mirada fija en el rostro del castaño, en sus labios ligeramente entreabiertos, en las pestañas que rozaban sus mejillas. ¿En qué momento? ¿En qué momento había caído tan profundamente por este chico al que alguna vez había detestado? Un chico al que había deseado lo peor, y ahora solo quería protegerlo, amarlo y asegurarse de que estuviera a salvo.

Max alargó una mano, sus dedos temblorosos, y con una suavidad extrema acarició la mejilla de Bradley. La piel de Bradley era cálida bajo su toque, y Max no pudo evitar sonreír, aunque su corazón latiera con fuerza. Era increíble cómo las cosas habían cambiado, cómo sus sentimientos se habían transformado de odio a amor en tan poco tiempo. Se inclinó un poco más, su rostro apenas a unos centímetros.

—Una foto te durará más, Goof—susurró, medio dormido, con una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios.

—Parecías tener frío—dijo, sin apartarse, acercándose aún más hasta que sus narices se rozaron.

—Así era, gracias— Inclinó ligeramente su cabeza hacia él—. Pero, ¿me dirás por qué me mirabas como un loco acosador? —se burló, colocando una mano en la nuca de Max, acariciando suavemente los mechones sueltos que caían por esta—. ¿O debería golpearte por hacerlo?

— ¿Y si mejor solucionamos esto de otra manera?—propuso de forma juguetona, dejando que su mano se deslizara levemente por la cintura de Bradley.

— ¿Y cómo sería...?

El sonido de la ventana siendo golpeada los sobresaltó. Ambos se separaron rápidamente, girando sus cabezas hacia el origen del ruido. Un trabajador de la gasolinera, con expresión de molestia y mirada cargada de desdén, los observaba desde afuera. Max sintió una chispa de ira encenderse en su pecho, pero la apagó rápidamente. Bradley, por su parte, bajó la vista, mordiéndose el labio, incómodo por la evidente desaprobación del hombre.

El pelinegro suspiró, y juntos bajaron del coche. La tensión en el aire era palpable.

— ¿Cuánto le pondrás? —preguntó el trabajador, con un tono seco y despectivo, dejando claro que no aprobaba lo que había visto.

PRETTY PLEASE ᵐᵃˣˡᵉʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora