🏆-XXI-🛹

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—¡Oye, tranquilo viejo! —gruñó Bobby con dolor cuando su espalda fue brutalmente estrellada contra la pared.

—Te lo voy a repetir una última vez: ¿Dónde se llevó Max a Bradley? —Tanque apretó con más fuerza el cuello del pelinaranja, levantándolo del suelo con facilidad.

—Y-ya t-te dije... que n-no sé... —balbuceó Bobby, luchando por respirar mientras sus manos trataban en vano de liberarse del agarre asfixiante.

P.J. estaba en peores condiciones, yaciendo inconsciente en el suelo después de recibir un fuerte golpe al intentar detener a los ex Gamma, ahora Alpha, que habían irrumpido en la habitación riendo y disfrutando de la violencia.

—Se fueron en tu maldita van, y no te atrevas a negarlo —espetó Tanque, acercando su rostro al de Bobby con una sonrisa perversa—. Algunos chicos me dijeron que vieron a Max llevándose a Bradley en esa chatarra que llamas vehículo. ¿A dónde fueron?

Sin esperar respuesta, Tanque lo golpeó nuevamente contra la pared, arrancando de Bobby un gemido de dolor seguido de una tos ahogada por la falta de aire.

—Ya te lo dije... no sé —gimió Bobby, su voz ronca—, y si lo supiera, tampoco te lo diría. ¡Tendrías que matarme primero!

Tanque observó a Bobby un segundo más antes de decidir que no obtendría nada más de él. Con un movimiento brusco, lo soltó, haciendo que el cuerpo del chico cayera al suelo con un golpe seco. El líder Alpha no se detuvo ahí; le propinó una patada brutal en el abdomen, lo que hizo que Bobby escupiera sangre, retorciéndose de dolor.

—Esto no ha terminado —dijo Tanque con un tono bajo y amenazante, lanzando una mirada fría a los dos chicos heridos—. Se los juro.

Chasqueó los dedos, llamando la atención de sus secuaces.

—Nos vamos.

Los demás lo siguieron en silencio, riendo entre dientes, sus pasos resonando en el pasillo. Al salir de la habitación, se toparon con Mocha, quien venía a ver a P.J. después de sus clases y trabajo. La expresión de burla de Tanque no pasó desapercibida para ella.

—Que tenga una buena noche, señorita —dijo con una sonrisa maliciosa, rozando su hombro al pasar junto a ella.

Mocha frunció el ceño. Esos tipos siempre le habían provocado una sensación extraña, como un mal presentimiento que se apoderaba de su estómago. Los observó mientras se alejaban, sintiendo el peligro en el aire. Sacudió la cabeza para despejarse y siguió caminando hacia la habitación, preocupada por la puerta entreabierta.

El sonido de la puerta balanceándose lentamente sobre sus bisagras sólo añadía más a la inquietud. Mocha, con el corazón acelerado y las manos temblorosas, entró más adentro, sintiendo cómo el miedo se aferraba a su garganta.

—¿Chicos? —llamó con voz temblorosa mientras entraba lentamente. La inquietud crecía en su pecho. Su corazón se detuvo por un segundo al ver la escena frente a ella—. ¡No, por favor, no!

Su grito resonó en la habitación cuando vio a P.J. y Bobby tirados en el suelo, inconscientes y con los rostros cubiertos de golpes y sangre. Se arrodilló junto a P.J., sus manos temblorosas palpando su cuello para asegurarse de que aún respiraba. El alivio llegó en forma de un suspiro tembloroso cuando sintió su pulso débil, pero constante. Sin embargo, las marcas en su cara y el golpe en su cabeza evidenciaban la brutalidad del ataque.

— ¡Despierta, P.J.! —rogó, dándole suaves palmadas en la mejilla. Pero él no respondía.

Se movió rápidamente hacia Bobby, que yacía en una posición extraña. Sangraba por la boca, su respiración irregular. Mocha sintió el pánico arrastrarse dentro de su pecho. Su mirada ansiosa recorrió la habitación, buscando algo, alguien, cualquier cosa que pudiera ayudar.

— ¡Dios mío! ¿Qué les hicieron esos malditos? —sollozó, las lágrimas empezando a caer mientras sacaba su teléfono a toda prisa—. Tengo que llamar a emergencias, tengo que...

Sus dedos temblorosos apenas podían presionar los números, y el nudo en su garganta hacía que respirar fuera una tarea monumental. De repente, Bobby gimió débilmente, tratando de incorporarse, pero su cuerpo no respondía.

—Mocha... —susurró, su voz rasgada—, Max... Bradley... No dejes que los atrapen...

Mocha contuvo el aliento. La gravedad de la situación le golpeó de lleno: Tanque estaba cazando a Max y Bradley. Y por lo que había visto, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para encontrarlos.

—No te preocupes, Bobby —le dijo con voz entrecortada mientras se inclinaba para asegurarse de que estaba bien—. Voy a pedir ayuda... Y nadie les va a hacer daño. Lo juro.

Con determinación en sus ojos, Mocha marcó el número de emergencias, su voz temblando mientras explicaba la situación. Sabía que tenía que actuar rápido, pero una creciente sensación de impotencia la invadía. ¿Qué tan lejos podían haber ido Max y Bradley? ¿Y cuán cerca estaba Tanque de alcanzarlos?

Se levantó lentamente, dejando a los chicos en el suelo, y miró hacia la puerta entreabierta, sintiendo un frío escalofrío recorrer su espalda.

—Por favor, que no sea demasiado tarde —murmuró con un nudo en el estómago, la imagen de esos monstruos aún viva en su mente.

Las luces azules y rojas comenzaron a iluminar la residencia en cuestión de minutos, pero el miedo que había impregnado la habitación no se disipaba. Mocha sabía que el tiempo corría, y que el verdadero peligro estaba aún en movimiento, en algún lugar, acechando a aquellos que más amaba.

 Mocha sabía que el tiempo corría, y que el verdadero peligro estaba aún en movimiento, en algún lugar, acechando a aquellos que más amaba

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¿Qué tan lejos son capaces de llegar Tanque y Christopher...?

PRETTY PLEASE ᵐᵃˣˡᵉʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora