🏆-XIII-🛹

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Max no se esperaba en lo absoluto lo que sucedería al tocar la puerta de la fraternidad de Bradley. Cuando la puerta se abrió, Bradley lo recibió sin decir una palabra, lanzándose a sus brazos en un abrazo desesperado. El gesto lo sorprendió, pero no dudó en corresponderlo, envolviendo al castaño con sus brazos en un intento de consuelo. Sin embargo, lo que realmente lo inquietó fue sentir los sollozos de Bradley vibrando contra su pecho. Sin pensarlo, Max lo adentró en la casa y cerró la puerta sin soltarlo, como si al mantenerlo cerca pudiera protegerlo de lo que fuera que lo afligía.

—Bradley, ¿qué es lo que pasa? —intentó separarse un poco para mirarlo a los ojos, pero Bradley se aferró con más fuerza—. Por favor, Bradley, dime qué está pasando. ¿Por qué lloras de esa manera? Me preocupas... Vamos, bonito, dime qué tienes.

—Solo abrázame, ¿sí? —pidió Bradley entre sollozos—. No quiero hablar ahora.

Max no necesitó más explicaciones. Aceptó en un susurro, apoyando su cabeza contra la de Bradley y acariciando con ternura su cabello lacio.

—Ya no puedo más, Max—murmuró Bradley, la desesperación evidente en su voz—. Te juro que ya no puedo más.

El tono roto de Bradley preocupó aún más a Max. Lo abrazó más fuerte, tratando de transmitirle algo de fuerza.

—Pero todo esto me lo merezco—continuó Bradley, alejándose un poco del abrazo, lo suficiente para que Max viera el dolor y la autodestrucción en sus ojos—. Fui una horrible persona, un ruin traidor que merece la peor de las condenas. Y tú... —hizo una pausa, su voz temblando—. No tienes que estar con una persona como yo.

Max negó con la cabeza.

—Eres un buen chico, Goof—dijo con una sonrisa amarga—. A pesar de todo lo que te hice, me salvaste, me buscaste y te preocupaste de manera genuina por lo que me pasaba. Yo no merezco eso.

—Bradley, no digas eso, tú...

—Voy a dejar que Tanque haga de mí lo que quiera—soltó de repente. Los ojos de Max se abrieron de par en par ante la sorpresa y angustia que aquellas palabras le causaron—. Olvida la propuesta que te hice, olvida todo lo que pasamos. No merezco sentirme bien con una persona. Soy igual que él, Max... soy igual a mi padre. Solo destruyo a las personas a mi alrededor. Soy una basura que merece todo lo que Tanque quiere hacerle, y...

— ¡Ya para! —Max tomó con fuerza los brazos de Bradley, obligándolo a mirarlo a los ojos—. No eres igual que tu padre. El simple hecho de mostrar arrepentimiento, de sentir remordimiento por lo que hiciste, te hace una mejor persona que él. Bradley, estás tan roto que no te das cuenta de que puedes cambiar, de que no mereces vivir torturándote a ti mismo. Tienes la posibilidad de ser feliz, y hay personas que se preocupan por ti, que te quieren. Yo soy una de esas personas.

— ¿Cómo puedes decir todo eso después de todo lo que te he hecho? —preguntó Bradley, con incredulidad en su voz—. ¿Estás demente o qué te pasa? No importa, yo no te quiero cerca. No pienso lastim...

Bradley no pudo terminar la frase porque los labios de Max lo callaron. Quiso resistirse, luchó contra el impulso de rendirse, pero el deseo era más fuerte que su miedo. Finalmente, se dejó llevar, correspondiendo el beso con la misma intensidad que Max le estaba brindando.

—Me gustas, me gustas mucho, Bradley Uppercrust III— susurró Max contra sus labios antes de dejar varios besos pequeños que hicieron que Bradley se estremeciera—. Y ya no hay nada que puedas hacer al respecto. No importa cuántas veces me apartes, yo volveré a insistir hasta que tú tampoco quieras estar lejos de mí.

Bradley acarició la mejilla de Max con cariño, sintiendo el calor de su piel, y dejó un pequeño beso esquimal, un gesto tan tierno que casi lo hizo romperse por completo.

—Ese es el problema—susurró Bradley—. No te quiero lejos, pero soy consciente de que no te merezco.

—Todas las personas cometemos errores—dijo Max con suavidad—. Pero si estamos dispuestos a remediarlos, no hay nadie que pueda juzgarnos.

—Perdóname—murmuró Bradley, su voz rota por el dolor y la culpa—. Perdóname por todo lo que te hice. No hay palabras que puedan justificar lo que te hice pasar, pero te ruego que me perdones.

—Lo hice hace tiempo—respondió Max con una sonrisa sincera, una que hizo que Bradley se desmoronara por completo y se aferrara a él con fuerza.

—Voy a arruinarte la vida—susurró Bradley, temeroso de lo que podría suceder si Max se mantenía cerca de él.

—Por favor, bonito—replicó Max, con una sonrisa que destilaba amor y desafío—. Ven y arruina mi vida.

Bradley se separó una vez más, pero antes de que pudiera decir algo más, lo besó con desesperación. Se dejó llevar por todos los sentimientos que había estado reprimiendo, todos esos miedos y deseos que habían estado enterrados bajo capas de culpa y autodesprecio. Ya no importaba nada más en ese momento; solo estaban ellos dos, solos en la tormenta de emociones que los envolvía.

Pero, para su desgracia, no estaban tan solos como creían. Alguien los observaba desde la ventana, alguien cuyas intenciones no eran para nada buenas, ni para Bradley ni para Max.

 Alguien los observaba desde la ventana, alguien cuyas intenciones no eran para nada buenas, ni para Bradley ni para Max

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PRETTY PLEASE ᵐᵃˣˡᵉʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora