Capítulo 10

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Kamil

Decir que estaba nerviosa y con miedo era poco, estoy aterrada, es muy tarde y tengo muchos mensajes y llamadas perdidas de Roman que al principio no me moleste en contestar.

Estoy al frente de su casa, el taxi que abordaba Adrián ya se habia ido y yo aún no tenía el valor de entrar, tengo un mal presentimiento.

Mi celular seguía sonando en mis manos y yo solo estaba allí, parada sin ganas de entrar.

Nunca en mi vida, había tenido tanto miedo como ahora, y de solo pensar en lo enojado que estará Roman me asusta.

Yo sabía que no pasaría nada bueno cuando salí de aquella casa y más cuando me arriesgue a ir con Adrián a ese mirador, pero no me arrepiento, aunque sienta pavor de Roman, no me arrepiento de nada.

Suspiré con pesadez y al alzar la mirada me encuentro con Roman, me sentí diminuta ante él y antes de que pudiera formular palabra alguna toma mi brazo con cierta fuerza para entrar a la casa.

—¡Roman! Suéltame, me lastimas.—me quejé pero hizo caso omiso.

Subi las escaleras con tropezones y el me seguía jalando del brazo hasta llegar a mi habitación y soltarme con tanta brusquedad que caí al piso.

Escuché como cerraba la puerta con seguro y todo mi cuerpo se estremeció y por impulso me levanté del suelo, retrocediendo mis pasos mientras el se acercaba cada vez más.

No sé en qué momento comencé a llorar pero no podía parar de hacerlo.

—Has sido una niña muy mala hoy muñeca, primero te comportas muy mal con mi familia y ahora regresas tardísimo a la casa.

No respondí solo seguía retrocediendo cada vez que se acercaba más hasta chocar con la cama y quedar sentada.

—Ahora dime.—cortó la poca distancia que quedaba y agarró mi cabello con mucha fuerza.—¿Dónde mierdas estabas?

Solté un quejido cuando apretó el agarre haciéndome más daño, yo solo rogaba internamente que no haya visto a Adrián, lo último que quiero es meterlo en problemas.

—¡Responde maldita sea!

En un movimiento rápido suelta mi cabello para abofetearme, yo parpadee sorprendida.

Roman no acaba de pegarme, ¿verdad?

Yo lo mire anonada, mi mejilla ardía y lleve mi mano a mi rostro tocando levemente mi mejilla y apartandola de inmediato por el dolor.

Observé como retrocedía negando mientras miraba su mano y luego me miraba a mí.

—Yo.. y-yo.. cariño..

Hizo el ademán de acercarse pero yo negué subiendome a la cama por completo.

—¡No te me acerques!—grite mientras seguía llorando aún sin creerme lo que había hecho.

Roman me había golpeado.

Él detuvo su andar y yo solo quería que se fuera, no quería verlo.

—Cariño..—intentó hablar.

—¡Vete! ¡Dejame sola! ¡Lárgate!

Quiso intentar acercarse y yo tomé una de las almohadas que estaban a mi lado y se la lancé.

—¡Que te largues! ¡Vete! ¡Vete de aquí!

Pude notar en su mirada pena y algo de enojo pero poco me importó, es la primera vez que me pone una mano encima, no, no lo reconozco, él no es así.

Roman salió de la habitación minutos después de ver que no lo quería aquí.

Abracé una almohada con fuerza permitiéndome llorar libremente ahora que no está.

En estos momentos las palabras de mis hermanos hace eco en mi mente.

Él no es bueno para ti.

Negué a querer pensar en eso ahora, él me ama lo sé, solo lo hizo porque está enojado.

Sabes que no es así.

Calla, solo está enojado, si eso, fue por eso, estoy segura que no lo volverá a hacer ¿verdad?

Ya me dolía la cabeza de tanto llorar, mis ojos pesaban y ahora solo quiero dormir, olvidar todo lo que ha pasado hoy, no querer estar más en esta pesadilla.

Asi que solo me dispuse a cerrar mis ojos para poder dormir un poco.

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Abrí mis ojos asustada cuando sentí como alguien tocaba mi mejilla, ví a Roman y yo me alejé de él al instante.

—Kamil no hagas esto..

—Te dije que no quería verte.—dije casi en un susurro.

Pude notar unas leves ojeras debajo de sus ojos, lucía cansado, puede que no haya dormido nada, pero poco me importa, no lo quiero ver, no lo quiero tener cerca, al menos no ahora.

—Cariño por favor, perdóname...

No lo escuches.

—Estuvo mal lo que hice, lo sé, perdóname, estaba enojado porque te fuiste y regresaste tarde a casa... El enojo me cegó, yo no quería hacerlo de verdad, perdóname ¿si?

Me miró como si tuviera ganas de llorar, está en un estado vulnerable, pero tiene razón, estoy segura que no quería hacerlo.

Pero lo hizo.

Estaba enojado, todos hacemos y decimos cosas que no queremos cuando estamos enojados, lo perdonaré, estoy segura que no lo volverá a hacer.

—Esta bien, te perdono, sé que no eres violento pero que no vuelva a repetirse, porque me iré de tu vida para siempre Roman Jhonson.—lo mire totalmente seria.

—Gracias cariño, te juro que no volverá a pasar, lo prometo.—se acercó a mi a abrazarme y yo correspondi a su abrazo, quise llorar pero no lo hice.

Después de ese momento juntos Roman se despidió dándome un beso para después marcharse, tenía que ir a la compañía de sus padres a una reunión o algo así me dijo.

No tome importancia y me levanté de la cama cuando se fue y me dirigí al baño, recogí mi cabello y me mire al espejo mirando mi aspecto.

Tenía la mejilla hinchada pasando a un color violeta oscuro, indicios de que se me hará un gran moretón, dolía demasiado, casi no podía abrir mi boca en su totalidad.

—Debo aplicarme una crema para esto y ponerme hielo en la mejilla tal vez la hinchazón pase rápido.

No le contaré esto a nadie, no le veo la necesidad, porque si se lo cuento a alguien de mi familia querrían asesinar a Roman, y si se lo cuento a alguno de mis amigos sucedería lo mismo, además estoy segura que no lo volverá a hacer, lo prometió, y yo le creo.

Y que equivocada estuve al hacerlo...

Más Fuerte (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora