Capítulo 11

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Kamil.

Escucho a lo lejos como dicen mi nombre, pero la voz... esa voz... no es la que siempre estoy acostumbrada.. no es la voz de Roman.

Esta pronuncia mi nombre con más claridad, con suavidad y cariño pero se escucha lejana...

Todo está oscuro, no puedo ver nada, lo único que escucho es esa voz hablándome.

—Kamil, mi dulce ángel, perdóname.

La voz que se escucha lejana desaparece a los minutos y no logro escuchar nada.

Todo se queda en un silencio que me hace desesperarme, todo está oscuro, por alguna razón quiero gritar pero la voz no me sale.

Solo hay oscuridad y silencio, maldito silencio.

Es como estar en un vacío en el cual no saldría nunca, no sé que está pasando, ya ni siquiera sé si es un sueño o la realidad.

Todo se ve tan irreal pero tan real al mismo tiempo que no sé que pensar, pero de cierto modo sé que es un sueño, un oscuro y solitario sueño, es como en esas veces que duermes y no sueñas con nada, pues así. Hasta que volví a escuchar esa voz, pero está vez no era solo una voz, eran varias.

Pero por más que tratara de escuchar algo no podia, solo eran como susurros.

—Te debes alejar de ella, no la verás nunca más.—fue lo que pude escuchar después de unos minutos, no podía distinguir las voces, ni siquiera sé que estaba pasando.

—No quiero sonar grosero, pero como le dije no lo haré, no me alejaré de Kamil.

¿Alejar? ¿Que mierda está pasando? Todo sigue oscuro, solo están esas voces.

Escuchame bien muchacho, tu presencia no es más que una molestia para ella, y si sigues a su lado la dañarás, mira todo lo que haz provocado.

—Eso no lo he provocado yo, si no ustedes haciéndole creer que soy malo para ella.

Y ya, nada, solo no volví a escuchar más, seguía sin entender que estaba pasando o que fue lo que pasó.

•••


El sonido de mi celular me despierta de repente, ví la hora en el reloj que colgaba en la pared y eran mas de las nueve de la noche, ¿Tanto tiempo había dormido?

Bostece sintiendo mi cuerpo pesado, y me senté en la cama con cuidado, quedándome mirando a un punto fijo de la habitación.

Entonces, si fue un sueño pero... no entendía el significado, ni esa conversación o esa voz.

Me quedé así unos minutos más con los mismos pensamientos e interrogantes en mi cabeza.

El celular volvió a sonar en la mesa que se encontraba al lado de la cama, sonaba con insistencia así que lo agarré y ví el remitente era Rebecca. Después de meditarlo medio segundo contesté la llamada esforzándome porque mi voz saliera lo mejor posible.

—¿Si?—me escuché decir en bajo.

—¿Kamil? Oh por dios ¡al fin contestas! me estabas preocupando.

—Becca estoy bien, no tienes que preocuparte.

¡Claro que sí tengo! Te he llamado más de treinta veces y nunca contestaste, te escribí y tampoco lo hacías, como no quieres que no me preocupe—me reclama con esa voz autoritaria que tiene.

—Perdón, estaba durmiendo y no sentí el celular, fue un descuido.—me disculpé con ella y la escuché suspirar.

—Kami.

Ahora su voz era como precavida, algo había pasado ella no llamaba solo porque sí, algo ocurría.

—Becca, ¿qué sucede?—comencé a preocuparme.

Silencio, se quedó en silencio unos minutos, escuché unos susurros en el otro lado de la linea y luego de nuevo un suspiro.

Los mellizos están en la comisaría.

—¿¡Qué!? ¿Qué pasó?

—No sé todos los detalles Kami, nos llamaron hace una hora dándonos el aviso, mamá y papá ya fueron de camino.

Iré para allá.

—No, Kami.

Si iré, a Mathias no le gustan los espacios cerrados, sabes que se pone muy mal.

Kami.

Matteo, dios, hay que sacarlos rápido, Matteo él—me interrumpe antes de que pueda decir algo más.

—¡Kamil! Calma, ellos están bien, si quieres ir está bien, pero no vayas sola, que Roman sea un buen novio por una vez en la vida y te acompañe.

Me había olvidado de Roman, ni siquiera sé donde diablos está, tampoco me interesa, al menos no ahora, los sucesos aún siguen presentes y el dolor en mi mejilla aún me lo recuerda.

—Roman no está, así que iré sola.

No, si vas a ir no será sola, habla con Adrián, estoy segura que irá contigo.

Sonrío un poco al pensar en Adrián y mordí un poco mi labio inferior nerviosa, no sabía el por qué pero lo estaba.

—Kamil.—insiste mi hermana.

—Esta bien, vale vale, llamaré a Adrián pero por favor avísame si sabes algo de los mellizos hasta que llegué ¿si?—suplique.

Si lo haré no te preocupes.

Termino la llamada y dejo en celular en la cama al frente de mi una vez me senté, decidiendo si llamar a Adrián o no.

No he hablado con él y me siento un poquito culpable por no mandarle un mensaje diciéndole que estaba bien.

Suspiro decidiendo no darle muchas vueltas al asunto y agarre el celular en mis manos nuevamente buscando en mi lista de contactos el número de Adrian.

Y contesto al primer tono.

—Hola angelito.

A penas escuché su voz mi corazón latió con fuerza, y sonreí involuntariamente ante el apodo que me habia puesto.

—Hola Adrián...—me escuché decir en voz baja y nos quedamos en silencio por unos minutos hasta que reaccioné y aclaré mi garganta para hablar— ¿Me podrías acompañar?

Contigo hasta el fin del mundo.

No dejó que hablara para explicarle la situación cuando cortó la llamada diciendo que pasaría por mí.

Y aquí estaba yo, mirandome frente al espejo, observando mi rostro con detalle, mi mejilla ya no estaba inflamada solo tenía un moretón.

Lleve mi mano hacia mi mejilla izquierda tocando y hice una mueca cuando sentí dolor.

Busqué en la gaveta mi maquillaje para tapar el golpe, lo último que quiero es que empiecen a preguntar sobre lo que pasó. Y lo único que quiero es olvidarme de todo lo sucedido, no quiero pensar más en eso.

Esta es la primera y última vez que Roman me pone una mano encima, él prometió no volver a hacerlo y estoy segura que no lo volverá a hacer, solo no debo hacerlo enojar.

Más Fuerte (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora