Décimo sexta carta.

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~Arsinoe.

Puedo ver la mediana sonrisa que se dibuja en el rostro de la mujer. No aspira confianza y entrecierro los ojos, generando un brillo en ellos.

—No escucho nada... —Stephan expande sus sentidos—. Acabó con todas las criaturas de la zona...

—Apesta a sangre —menciono y Joel y Mathew me miran de reojo, hacen lo mismo con Ezra, que tiene una mirada similar.

—Finalmente aparecieron —la mujer levanta los brazos y se desliza por un costado de la pila de cadáveres para bajarse, como si de un juego se tratase—. Sí que se tomaron su tiempo, ¿No es así? Estuve esperándolos.

Sus manos cubiertas de sangre, incluso hay algunas gotas sobre su cara.

—¿Quién eres? —advierte Ezra, pero ella no responde, en su lugar, solo suelta una risa y extiende una mano. Un breve silencio se expande entre nosotros y la misteriosa mujer arquea los ojos, exasperada.

—Los amplificadores —agita la mano—. No pensé que fueran tan idiotas. Denmelos.

—¿Disculpa? —responde Mathew.

—Y además sordos... —suspira—. Odio repetir las cosas dos veces.

Cierra sus ojos un momento y al abrirlos su mirada ha cambiado. Es fría y filosa, su aura intimidante crece hasta tal punto que parece oscurecer el ambiente, los pájaros en los árboles cercanos huyen despavoridos al sentir el peligro.
Esta mujer, es una amenaza.

Retrocedo, esta sensación me llena la mente de horribles recuerdos. Stephan me mira y me habla pero no lo escucho, su voz es distante como eco bajo el agua. Solo puedo ver la terrible y densa sombra que se cierne desde la extraña mujer.

Ella lanza un ataque y Stephan me carga para apartarnos a ambos.

—¡Reacciona de una vez! —me grita pero mi mirada yace perdida en el pasado. Los demás toman distancia y se ponen en guardia para contraatacar. La elfa levanta los brazos hacia los costados y las rocas en el suelo a su alrededor se levantan con ella. Al señalarnos nos vemos sumergidos en una lluvia de inminentes rocas.

Stephan reacciona rápido y levanta un domo de hielo alrededor nuestro. Joel se agacha y pone sus manos en el suelo, recita un hechizo rápido y levanta una enorme raíz para protegerse él y los demás.

Ezra y Mathew se desplazan por los costados, ambos con sus espadas en mano. Las blanden para atacar a la elfa por ambos lados pero ella con solo levantar sus índices los detiene en seco, a solo centímetros de su cuerpo.

—Oh vamos. Díganme que pueden hacerlo mejor.  —se burla, segundos antes de lanzar a los chicos por los aires. Joel se encarga de atrapar a Mathew antes de que toque el suelo y Stephan no tiene más opción que sostener a Ezra también.

—Debemos averiguar cómo acercarnos a ella —Ezra susurra y me mira disimuladamente—. ¿Qué demonios le pasa?

—Es complicado —es todo lo que mi hermano dice, sin apartar la mirada de la elfa.

El grimorio de Joel levita y ondea sus páginas en búsqueda de un hechizo en específico. Cuando se detiene, extiende sus brazos a los costados, nubes oscuras cubren el cielo sobre nosotros y el viento comienza a soplar con fuerza.

Un remolino desciende de las nubes, justo detrás de la elfa, quien observa con sorpresa. Hecha su cuerpo hacia atrás, en una búsqueda de resistir el hecho de que está siendo atraída hacia el tornado.

Intenta frenarlo con su magia pero no lo consigue. El tornado de Joel es simplemente más fuerte y termina siendo succionada por la fuerza de sus vientos.

Entre cartas de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora