Capitulo 36 ✞︎Nᴏ ǫᴜɪᴇʀᴏ✞︎

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༒︎

𝐄𝐋𝐈𝐀

La luz del sol atraviesa la ventana, dándome en la cara. Me giro del otro lado con un poco de dolor en mis piernas. De a poco abro los ojos, encontrándome con mi sexy animal. Sin camisa, con sus pectorales grandes y sus músculos fuertes. La boca se me hizo agua; me percató de su mirada sobre mí, viéndome con las cejas elevadas y una sonrisa arrogante en sus labios, examinándome.

Lo miro con el ceño fruncido y me cubro con el edredón hasta el cuello. Él ríe a carcajadas y se abalanza sobre mí sin aplastarme, cubriéndonos. Jadeo cuando sus manos se apoderan de mis senos y me besa con ansias.

—Buenos días, mi sol —me besa suave y baja a mis senos, mordiendo mi peso. Lame y lo chupa fuerte, provocando que le de un manotazo en sus fuertes brazos—. Que preciosa te ves, mi amor.

—Obvio, soy muy hermosa —él gruñe mordiendo mi peso; sus manos moldean mi cuerpo hasta mi cadera y mis piernas—. Creo que necesito una rehabilitación.

—¿Por qué? —levanta su rostro viéndome con atención; sus ojos grises como la calma de una tormenta se hacen más oscuros.

—Porque mis piernas apenas las puedo mover —me quejo haciendo una mueca, él sonríe y me besa—. Tú empeoraste mi estado anoche.

—Empeoramos, mi amor —me besa otra vez, metiendo su lengua entre mis labios y haciendo contacto con la mía. Jugando con ella, muerde mis labios antes de apartarme —. Entonces, vamos a rehabilitarte.

—¿Cómo se rehabilitaras? —remarqué lo último sin poder evitar sonreír.

—Solo vístete con algo cómodo y te llevaré allí —besa mi frente y se levanta. Camina aún a un costado. Veo una fuente de comida, panqueques con fruta y nutella con un vaso de jugo de naranja—. Pero primero tienes que alimentarte bien.

Se acomoda a mi costado y en silencio corta el panqueque, con una cuchara pone la Nutella. Río abajo viendo lo que está haciendo... Termina y me tiende la cuchara; quiero agarrarlo, pero niega con la cabeza, amagando con la cuchara. Bufé, divirtiendome, abriendo la boca y me comí aquel panqueque.

Sin imaginar que tuviera tanta sal, mierda.

Sin aguantarme, terminé escupiendo. Me bajé de la cama, como mis piernas me lo impiden, apenas caminé al baño y me arrodillé vomitando ese panqueque salado.

Slavik sostenía mi cabello hasta que terminó. Me volteo, viéndolo mal. Su cara está seria y con el ceño fruncido.

—¿Qué clase de panqueque fue lo que me diste de comer? —Pregunté lo más calmada que pude sin maldecir, poniéndome de pie y después cepillarme los dientes. —Además... ¿Cuántos años tienes?

— Solo...no soy muy bueno con la cocina ¿Ya estás bien? ¿Tenía mucha sal o le faltó?

Me sigue detrás de mí sujetándome para que no caiga en cualquier momento.
Que asco, tomó el bastón de jugo para tomar y se me pase ese mal sabor en mi lengua.

— Sí. Parece que le echaste todo el paquete completo. No respondiste a mi segunda pregunta. ¿Cuántos años tienes?

—¿Por qué de pronto la curiosidad por mi edad? —me deja en la cama, y se para enfrente de mí con sus manos detrás de su espalda, mirándome con atención a mis palabras.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 © ✔︎ [en CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora