21

58 17 6
                                    

—Hijo de puta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Hijo de puta...

Ashley se cubre la boca y se aleja de Sebastian de un salto, cubriéndose como puede con las sábanas desacomodadas.

—Mierda.

Decir eso y restregarse la cara es todo lo que mi mejor amigo hace.

Su tono suena indiferente. No hay ni una pizca de tensión en su cuerpo y parece que le importa una mierda que acabe de encontrarlo en esta situación.

Cogiéndose a nuestra amiga.

Engañando a Becca.

—¿Cómo puedes...? —las palabras se atoran en mi garganta.

No por el shock.

Sino por la ira.

Ashley se viste rápidamente y da pasos veloces en mi dirección. Me pasa por al lado con la vista gacha, ruborizada de la vergüenza. La tomo del brazo con delicadeza antes de que se largue.

Ella alza la vista. Sus ojos se encuentran con los míos y sus labios tiemblan.

—Sé que esto no es responsabilidad tuya —le digo—, pero sabías que estaba de novio.

Ashley traga saliva. Tiene los ojos cristalizados y lágrimas inundan sus mejillas. Baja la cabeza y asiente.

—Yo...

—No me expliques nada. —Le corto, seco—. El problema no es contigo. Vete y déjame con él. 

Ashley afirma repetidas veces con la cabeza. Sale de la habitación en menos de cinco segundos.

Entonces, me volteo hacia Sebastian. Mi mejor amigo acaba de terminar de vestirse. Está abotonándose la camisa con una calma que me enerva. Sigue tranquilo, como si no hubiera hecho nada malo.

Siento que la ira me consume por dentro mientras lo observo.

—¿Y bueno? —suelto.

Sebastian levanta la vista hacia mí y se endereza.

—¿Y bueno qué? —repite, encogiéndose de hombros con indiferencia y esbozando una media sonrisa.

Contengo el impulso de borrársela a golpes.

—¿Cómo mierda puedes hacerle esto a Bec... a tu novia?

Sebastian se va acercando hacia mí con pasos decididos pero tambaleantes. Aún está jodidamente ebrio, siento el hedor a alcohol que sale de su boca a pesar de que estamos a varios metros de distancia.

—No es asunto tuyo, hermano —contesta y, finalmente, queda frente a mí—. Volvamos a la fiesta.

Señala la puerta con el mentón, instándome a salir de la habitación.

Mi puño se aprieta tanto que mis nudillos se vuelven blancos. La bronca me nubla la mente.

No puedo creer cómo mierda consigue estar así de tranquilo.

—¿Estás de puta broma? —espeto, tomándolo con fuerza del brazo para que no se le ocurra irse.

Mi mejor amigo se suelta de mi agarre con firmeza.

—¿Qué carajos te pasa? —vocifera.

Trago saliva. Lucho por mantener el control.

—Estás poniéndole los cuernos a tu novia con tu jodida mejor amiga. —Mi voz es dura, llena de desprecio.

—Que. No. Es. Tu. Puto. Asunto.

—¿Hace cuánto? —pregunto, ignorando su respuesta—. ¿Hace cuánto le haces esto a Becca?

Sebastian me lanza una mirada severa. Guarda silencio por un instante, pero sus ojos revelan arrogancia e indiferencia. Las ganas de golpearlo se vuelven más fuertes.

Menos controlables.

—Más tiempo del que llevamos juntos.

Me cubro la boca y me deslizo la mano por el mentón hasta llegar a mi cuello.

Hijo. De. Puta.

—¿Y por qué no solo lo dejas con Becca y ya? —suelto. Siento que puedo llegar a envenenarme a mí mismo si me muerdo la lengua—. ¿Por qué no le cortas así puedes cogerte a Ashley en paz?

Sebastian lanza una carcajada irónica.

—Mierda, hermano —dice, aún riendo—, no voy a dejarlo con Becca. Ashley no significa nada para mí. Está buena y es jodidamente increíble en la cama. Pero es una puta. Tú lo sabes, yo lo sé. Todo el mundo lo sabe. Becca es para algo serio y perfecta como imagen, pero apenas tiene tiempo para mí. Siempre está ocupada, y cuando estamos juntos está demasiado cansada como para darme lo que necesito.

Mi respiración se agita con incredulidad y furia. No puedo creer lo que estoy escuchando.

—Si no estuvieras tan jodidamente ebrio, te daría tal puta golpiza que quedarías agonizando aquí mismo.

Esas palabras se escapan de mi boca como fuego.

Sebastian alza las cejas y abre la boca, fingiendo sorpresa.

No soy violento. Jamás, en mi puta vida, lo he sido.

Pero en este momento me desconozco. Me tiemblan los puños como si necesitaran impactar contra algo.

Concretamente, la cara de Sebastian.

—¿Ahora resulta que eres un santo moralista? —se burla, acomodándose el cabello rubio hacia atrás. Saca su teléfono del bolsillo del pantalón y comienza a arreglarse, como si nada hubiera pasado.

Mi pecho arde con una ira intensa. Mis manos están tan tensas que me duelen los nudillos.

Cada respiración que tomo es un esfuerzo para no lanzarme sobre él.

—Lárgate de aquí —digo finalmente con voz baja pero sólida—. Ahora.

Sebastian me mira con incredulidad por un momento. Luego, su rostro se endurece.

—Estás cruzando una línea, Rhett —dice fríamente.

—Cruzar la línea es lo que tú has estado haciendo todo este puto tiempo —respondo con voz ronca—. Vete antes de que olvide que eres mi amigo y te destroce a golpes.

Su teléfono suena, interrumpiendo el tenso silencio. Ambos miramos la pantalla que se ilumina con el nombre de Becca. Luego, nos miramos el uno al otro.

Becca.

El solo pensar en ella me hace recordar la noche en mi auto.

La culpa parecía devorarla después de que nos besáramos. La vi desmoronarse, llorar y maldecirse por haber seguido el beso. Estoy seguro de que se ha estado sintiendo como una mierda por haberle hecho eso a Sebastian.

Pero aquí está él, cuerneándola con Ashley sin ningún puto remordimiento.

Mi mejor amigo sonríe con suficiencia por la ironía de que su novia lo llame en este preciso momento. Mis dientes rechinan y aprieto la mandíbula hasta que el dolor se vuelve insoportable.

Él atina a acercarse a la puerta.

Lo fulmino con la mirada una vez más antes de empujarlo de nuevo adentro. Sebastian se tambalea y me aseguro de salir primero.

—Vete al carajo —le gruño, antes de cerrar la puerta de un golpe seco.

Me quedo unos segundos apoyado contra la puerta, mi pecho sube y baja con respiraciones entrecortadas. Mis manos aún tiemblan, y sé que estoy a un paso de perder el control.

Con un último respiro, me aparto y me encamino al pasillo.

Cambio de planes.

Becca se encontrará conmigo.

No con el jodido infiel de Sebastian.

Cruzar la línea [YA DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora