La Cripta de Iroth-Lumen

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Capítulo 9

La cripta de Iroth

-El palacio de Isentath-

Forgtten estaba sentado en su trono. Uno de sus esbirros se acercó hacia él.

-¡señor! Tengo notícias que darle, que seguro serán de interés hacia usted.

-Aserón, ya te dije que no me hables con tanta formalidad, nosotros somos amigos ¿No?

-lo siento. No volveré a...

-no te disculpes.

-¡perdón!

Forgtten miró con una cara de desaprobación, suspiró y siguió.

-ya, dame las notícias, de una maldita vez.

-Nuestros hombres revisaron los ductos de agua, de aire y de contrabando de Iroth-lumen verdosa, revisamos los planos de cada conexión subterránea de Isentath y el final de todas. No encontramos rastros de los Mothorn. Estoy muy seguro de que están intentando escapar o ya escaparon. Quiere decir que la armada que envió para buscarlos, fracasaron y le mintieron en la cara.

Forgtten se consumió por la ira y en el rostro se le notaban los infiernos que imaginó para sus traidores.

-¡Me lleva a la mierda! -gritó, asustando a Aserón, el más confiable de sus mensajeros- créeme y te doy mi palabra, que van a pagar por todas las barbaridades que dijeron de mí, y de mi padre.

-por supuesto, le creo señor. Yo siempre he creído en usted.

-dame la otra noticia -dijo Forgtten, aún con ira y con la respiración exaltada.

-El señor San-Strein de Edérea está en la puerta.

-¿El señor San-Strein? ¿Por qué no lo dejaron pasar? ¡Qué falta de respeto! ¡Abran las puertas!

Los cuatro porteros, tomaron de las manijas, la gran puerta enrejada que debajo tenía pequeñas esferas que servían de ruedas para deslizar y abrirlas con facilidad. El metal oscuro causaba un escandaloso ruido oxidado al abrirse y un hombre corpulento, lleno de cicatrices. Tenía un parche rojo que cubría su ojo derecho y le faltaba la oreja izquierda. Llevaba consigo un hermoso collar con gemas rojas, colgado en su cuello. Se acercó al trono, sin presentar respeto, sin ser cordial ni formal.

-¡Señor San-Strein de Edérea! Es un verdadero gusto tenerlo ante mí. El último cazador del norte y senescal del abismo blanco -dijo Forgtten.

-termina con tus adulaciones y vamos al caso, que tengo poca paciencia -respondió el cazador.

-por supuesto, señor San-Strein.

-San, está bien. Solo llámame San.

-señor San... acompáñeme.

Forgtten bajó los peldaños de la base del trono y guío al cazador hacía atrás. Un portero abrió la puerta y los dos caminaron por el estrecho pasillo. Otros dos porteros abrieron la puerta doble que estaba al final y allí entraron en el salón de estrategia.

-mi primera condición para este negocio, es que solo nosotros dos, sepamos del negocio -dijo el cazador. Forgtten aceptó y pegó un grito en la habitación: «¡Todos afuera!»

-¿Cuáles son tus términos y condiciones? -dijo, una vez que todos abandonaron la sala.

-Quiero a Prados y una ruta segura para salir del territorio.

Utopía Del Bosque I EterlipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora