Reputación༒

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Capítulo 6

Reputación 

—Casa de la anciana—

     En el centro del país, el hijo de un alto funcionario de Pradósgarten, se había contagiado de Ceguera de Amor; una enfermedad endémica que había azotado la ciudad abandonada de Aethera. Tanto el corazón, como el honor del padre, se romperían en mil pedazos si no encontraba la forma de parar la enfermedad. Ninfa veía en su pueblo: pancartas y carteles fijados en las paredes de los callejones, que prometía la suma de dos millones de lidios, a quien encuentre una cura.

     El grupo de cazatesoros de Ninfa, habían pensado en la flor de Nerisma: una flor que en teoría, se había extinguido hace varios años por su desmedido uso. En su máximo esplendor de terquedad, hurgó por una inesperada entrada, que sin saberlo, daba directamente al Brazo de Luz.

     —Encontraré mi daga, y me iré de este lugar de mierda —dijo, mientras se equipaba para partir. Era temprano y el sol apenas estaba saliendo— ¿Y ahora qué pasa? —musitó al escuchar un mantra que se repetía constantemente por las calles. Se acercó al ventanal, abrió las cortinas y se encontró con que todos salían de sus casas, caminando en medio de la calle. Ónorthen mustraus dect! Es lo que repetían.

     Toc toc toc. La anciana había tocado la puerta y antes de preguntar, la había abierto solo para fisgonear con uno de sus ojos.

     —disculpame cielo. No recordaba que hoy era el día de la muestra. ¿No quieres acompañarme?

     —no, lo siento. Tengo trabajo que hacer —el tono de Ninfa, daba a entender la molestia que le causaba la invasión de privacidad.

     —¡Vamos querida! Te prometo que te vas a divertir. Si vienes, podríamos comprar algo delicioso, solo para nosotras dos. ¿Te gusta la idea?

     En un instante, Ninfa se había arrepentido de su desagrado y pensó un poco más «me merezco por lo menos un día de descanso».

     —Está bien, pero luego me iré.

     —¡Qué alegría! ¡Prepararé las cosas! —dijo la anciana. Luego cerró la puerta y se fué por el pasillo tarareando.

     La joven no sabía que le deparaba el destino, no tenía claras sus ideas, pero las que llegaban a ella, solo irrumpieron su paz… «Soy miserable, sin saberlo entré al Brazo de luz y eso me da mucho miedo. Me da miedo regresar, solo por una estúpida flor. Prefiero perder esa recompensa y resguardarme en esta ciudad, que volver allá y ser sustento alimenticio para los demonios que me deparan allí».

     Por años, la mayor creencia de todos, es que el Brazo, estuvo prohibido por supuestas decenas de desapariciones. Desde que surgió el rumor de que el hombre más valiente de Evellir, se esfumó en ese bosque. Ni siquiera los más inconscientes jóvenes se animaron a poner un pie en el territorio.

     —Niña, ¡Niña! ¿Estás bien? —dijo la anciana con su dulce voz y ojos achinados. La había bajado de su nube.

     —si, estoy bien.

     —¿Vas a ir así? ¡Te vas a morir de calor! Espérame aquí —se dirigió a su habitación y regresó con un elegante vestido gris, con velo en los hombros y flores negras pintadas en su superficie—. ¿Éste te gusta? Pruébatelo.

     Ninfa aproximó sus delicados dedos, para sentir la suave tela del vestido largo que le llegaba a los tobillos y miraba a la anciana insistente.

Utopía Del Bosque I EterlipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora