Capítulo 8
Oscuridad
—Dia de la muestra—
Gretta se había aplicado a sí misma, la ley del hielo, por haber arruinado su día favorito.
—no tienes que seguirme, querida. Puedes quedarte a ver al ganador del concurso. Te esperaré en la casa —arqueó una leve sonrisa y continuó caminando hacia el barrio Enredárboles.
—iré contigo Gretta… ése imbécil no tenía derecho a tales cosas. Ojalá que se muera mañana.
—no, querida… jamás se le desea la muerte a nadie.
—¿Pero no estás molesta por cómo te trató?
—Los Sidéreos se encargarán de hacerlo reflexionar, yo no haré nada. Todo lo que damos a los demás… ellos —apuntó hacia arriba—. Nos lo regresan multiplicado.
Ninfa se había negado a quedarse sin la anciana, la presión social que cayó sobre ella al estar en un lugar con costumbres tan dogmáticas solo le había anulado toda expresión que quiera manifestar.
Luego de un rato de caminata, Gretta ya se sentía un poco mejor, el clima era impecable y el deseo de llegar a casa, postrarse en el sofá y comer pasteles con forma de animales de los puestos, estaba presente en todo momento. Y el glorioso deseo se concedió.
—ya llegamos. ¿Tienes hambre querida? —dijo Gretta mientras abría la puerta.
Ninfa asintió. Estaba nerviosa. No podía dejar de pensar en lo fácil que era encariñarse con alguien tan gentil y recíproca como ella. Lo que se volvía cada vez más difícil era separarse de ella. Creía que si la dejaba sola, volvería a sentirse abandonada. Resonaba lo que había contado sobre su difunto esposo. Resonaba el gesto de soledad que había mostrado.
Gretta ya había colgado su abrigo y estaba en camino a calentar agua en un caldero, junto al fuego.
—¿Estás bien querida? Ven, siéntate. Hay pastelillos en la canasta, yo los probé, de seguro quien los preparó, ganó el concurso… estoy más que segura.
Preparó un cuchillo y comenzó a cortar zanahorias, ella ya estaba anticipando la cena antes de la noche.
—Gretta…
—¿Si, querida?
—Mañana a primera hora, me iré.
Ninfa ya estaba planeando volver a ver a Tigell y encontrar su daga. Lo único que todavía circulaba por las vías de su mente, era el Brazo, el niño de ojos coloridos y el enigma de haber viajado tan lejos, en sólo doce horas. Le daba tanto miedo, que prefería no saberlo.
Gretta detuvo lo que estaba haciendo y se le notó el rostro apagado, lo suficiente para darse a notar un dolor oculto.
—¿Ya te vas? Mañana viene mi hijo Ethan, ¿No quieres conocerlo? Es un muchacho muy guapo, es un honorable guardia Doramor. Quédate… no dejes a esta pobre anciana aquí solita.
Ninfa estaba a punto de sentarse, pero sobresaltó por aquellas palabras. Los guardias Doramor son los encargados de mantener seguros, muchos de los pueblos de Evellir. La legión de cazatesoros, son uno de los muchos grupos de forajidos. El apellido Seneth, era una recompensa dichosa y digna de un ascenso. Pero también era injusto. Habían trabajado para Forgtten, pero también estaban en búsqueda de la cura para el hijo del funcionario de Pradósgarten. Se había vuelto un debate extenso entre los guardias. ¿Perdonar o ascender?

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Utopía Del Bosque I Eterlipsis
FantasíaNadie sabe quien provocó el incendio del Etéreobosque de Brethlumen. Todo Evellir está confundido por las anomalías que ocurren en el sur, mientras en el Oeste, el rey Forgtten pretende controlar las masas. Evan, un niño criado en el bosque por un s...