† Capítulo 39 †

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Mis dañinos e intrusivos pensamientos que agobiaban mi débil anatomía estaban por convertirse en más que sólo pensamientos.

Una voz gruesa repetía una y otra vez mi nombre lejanamente. Unas manos grandes consolaban mis hombros y fue cuando desperté de mi ensimismamiento y recuperé la cordura.

Elevé mi cabeza para buscar su rostro y averiguar de quién se trataba.

―No.― Es lo único que puedo articular negando con mi cabeza, ahogándome en el miedo. Sean lo entendió de inmediato, que trataba de rebatir todo lo que sucedía.

Retrocedió cabizbajo, tragando grueso. Me dio la espalda, meditando, buscando las palabras correctas que decirme mientras que terminaba de guardar sus armas con él. Llevaba sus espadas cruzadas en su espaldar, armas de fuego a mano en su cinturón entre otras ocultas y su uniforme oscuro camuflajeado haciendo resaltar su tez blanca.

― Por favor,― digo con mi voz fallando en un hilo, tratando de envolverme en seguridad y convicción. ―Por favor detente, ― supliqué esta vez con firmeza.

―Detente tú en querer detenernos. No te desgates más en esto porque nada nos hará desistir nuestro plan. ―Lo vi de golpe al escuchar sus palabras tan rudas y seguras dándome la cara. Acto seguido robó mi espacio personal y removió mi velo detrás de mi oreja para colocar un nano micrófono espía, lo que hizo avivar más mis nervios. ― Sólo es en caso de algún indicativo. Mantente aquí, mantente segura. No estarás sola, Stevie permanecerá junto a ti.

-― Vamos cariño que soy buena compañía, ― gritó desde su perteneciente control de las pantallas que estaba a algunos metros de nuestras distancias. Moví mi cabeza hacia donde provenía la manifestación del menor.

Soy consciente nuevamente al tensarme en sentir su mano detrás de mi espalda, arrastrándome levemente hacia donde se encontraba Stevie, convenciéndose así de que no iría detrás de él.

Me detuve a una cercanía del marco de la puerta de la habitación monitora de su hermano menor. Me miró con suavidad y afecto relajando sus expresiones duras pretendiendo persuadirme. Sostuve su mirar sin decir palabra alguna. Me correspondió de la misma manera.

Insonoro.

Cortó todo contacto dándome la espalda reanudando su andar a prisa y le vi irse sin quitarle la visualidad.

Volvió a girarse hacia mi para terminar de convencerse. Me observó con calidez convenciéndome de su sugerencia y dio un asentimiento antes de salir con prontitud a su objetivo.

El desliz y rechinamiento de una silla corrediza hicieron que me alertara y acercara de donde provenían guiada por la curiosidad. Con cautela extrema me detuve un momento en el umbral de la puerta digiriendo lo ocurrido.

Stevie se movía en su silla gamer negra con matiz azul marino de un lado a otro. El parpadeo y fuente de luz blanca naciente de las pantallas me cegaron por un breve momento hasta adaptarme al panorama. El tercero de los hermanos estaba expuesto en desespero y centrado en lo suyo que no percibió mi presencia.

Sus auriculares diadema eran un claro evidente de pasar por alto mi inútil existencia. El sonido estaba suspendido y obstruido por ellos porque el único ruido en la sala reinando era el que emitía el menor, mis pasos desplazándose y nuestras respiraciones.

Me adentre aún más con la seguridad por lo irrelevante de mi compañía. Envolví mis brazos como reconfortante mientras paseaba lentamente por las proyecciones del exterior. Observé a detalle los movimientos buscando contemplar algo extraño, pero no había nada fuera de lo común. El bosque cumplía su función de naturaleza, la orden religiosa reposaba en sus correspondientes celdas más que sólo el personal de vigilancia respondía a sus actividades nocturnas.

Secretos Oscuros en Isolated TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora