† Capítulo 3 †

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―En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo,amén, ―que la paz esté con vosotros. ―Comenzó el padre la ceremonia. ―Hijas mías...―se dirigió el padre hacia nosotras, ―esta es una gran promesa para con vuestro Dios. Hacemos esta ceremonia de votos ante su presencia, para que vosotras rechacéis al mundo y sirváis a Dios y sólo a Dios. ―¿Están dispuestas a sacrificar su voluntad y buscar solo el amor de Dios?

―Aceptamos en el nombre del padre del Hijo y del Espíritu Santo, amén. ―Dijimos todas en un nivel igual de voces.

―Padre Celestial que reinas los cielos, recibe a tus sirvientas quiénes rechazan su vida terrenal para servirte y adorarte, nos deleitamos en tu nombre, por ti que reinas por los siglos de los siglos, amén.

Y luego allí mismo nos arrodillamos y nos acostamos boca abajo diciendo una breve oración.

―Padre que habitas en el cielo, nos entregamos a ti y solo a ti por el resto de nuestras vidas, amén.

Luego nos levantamos en orden e hicimos una fila general para hacer la promesa final siendo yo la primera en la fila, me acerqué al padre y me arrodillé ante él.

―Maeve Andrews ―¿Prometéis decir toda la verdad? ―Cuestionó el padre.

―Lo prometo, ―respondí.

―¿Estás aquí ante la presencia de Dios por tu propia voluntad?

Completo silencio.

Me quedé estática en ese preciso momento, los nervios me estaban dominando.

―Maeve Andrews. ―Repitió el padre, ―¿Estás aquí ante la presencia de Dios por tu propia voluntad?

Voltee a ver a Minnette quien se encontraba en las primeras bancas de la parroquia, ella me hizo un mohín y pude leer sus labios que me decían: "di que sí".

Luego pasaron los recuerdos de mi padre, diciéndome que hiciera en mi vida lo que mi corazón dictara, y esto no era algo que mi corazón quería, me negaba a hacer esto, así que como pude tomé el valor de anular mis votos.

―No padre. ―Musite.

El padre quedó perplejo al escuchar mi respuesta.

― Maeve Andrews, ―preguntó nuevamente el padre, no muy convencido ante mi respuesta ―¿Le prometes a Dios castidad, pobreza y obediencia?

―He dicho que no padre. ―Emití con un nudo en la garganta.

El padre le dio una mirada interrogativa a la madre superiora María de Jesús, y empecé a escuchar susurros de todas las personas que se encontraban en la parroquia.

Era un momento incómodo, empecé a hiperventilar, debía salir de ese lugar así que corrí hacia las afueras de la parroquia y agradecía que había parado de llover, lágrimas comenzaron rodar sobre mis mejillas y me quedé fuera de la parroquia observando las últimas gotas que caían del cielo.

Luego escuché mi nombre en un tono fuerte, reconocí su voz al instante.

― ¡Maeve vuelve aquí! ―espetó mi madre.

Caminando a pasos grandes, resonando sus tacones altos en las aceras, rebotando los charcos en ellos, se dirigió a mí y me abofeteó fuertemente que hizo ladear mi cara.

―¿Cómo te atreves a anular tus votos?―preguntó muy furiosa.

Puse mi mano donde ardía mi mejilla haciendo una mueca de dolor.

Ligeramente el padre y la madre superiora llegaron en donde nos encontrábamos mi madre y yo al ver la discusión.

―¡Hija mía en el nombre de Dios pido que se calme por favor! ―articuló el padre angustiado; ―recuerde que estamos en un lugar religioso, por favor, respete la casa de Dios.

―Sí, perdóneme padre. ―Emitió mi madre bajando su cabeza, ―pero ella y yo tenemos que hablar en privado.

―Os pido que hablemos los tres en mi oficina por favor, ―sugirió el padre.

Nos dirigimos a su oficina y estando allí mantuve mi cabeza baja.

―¿Qué ha pasado hija mía? ―Preguntó el padre.

―Padre, prometí decir la verdad a Dios, y eso hice, no es mi voluntad servirle de esta manera.

―¡Ella está confundida! ―dijo mi madre ligeramente con un tono nervioso y una sonrisa.

―No mamá, no estoy confundida, ―defendí.

―Por favor, les pido que se calmen; ―interrumpió el padre. ―Lo resolveremos tranquilamente pero primero que nada necesito que ambas se tranquilicen.

―Sí padre, ―articulamos las dos.

―Bien Maeve, yo respeto tu decisión si tú quieres anular tus votos, eres libre de hacer lo que quieras en tu vida, no vamos a obligarte a algo que no quieras

―¡De ninguna manera padre! ―exaltó mi madre molesta.

―Sé que ella es aún menor de edad, pero dejadla, pronto será mayor.

―¡Si cree que así se resolverá se equivoca padre, esta niña necesita una buena conducta, necesita ayuda, ella está mal! ―exclamó señalándome ―¿¡Si vio el show que ella hizo allá en la parroquia, no!? ―¡es una vergüenza total!

―¡Lo hice porque no es lo que quiero en mi vida!

―!Basta por el amor de Dios!―nuevamente intercedió el padre poniéndose de pie.

―Es mejor que regreses a tu habitación Maeve, creo que será mejor que lo hablemos otro dia, señora Andrews por favor retírese del instituto, no seguiremos discutiendo más, ha sido suficiente por hoy y sobre la ceremonia de los votos no se preocupen yo me encargaré de eso,― dijo dirigiendo su mirada a mi madre.

Ella se levantó de su silla tomó su bolso con brusquedad y se retiró sin más de la oficina, le segui yo y antes de salir de la oficina del padre este mencionó mi nombre por última vez.

―Maeve, ―piénsalo bien hija mía.

Le respondí con un asentimiento y cerré la puerta.

Secretos Oscuros en Isolated TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora