† Capítulo 4 †

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Luego de salir de la oficina del padre Juan Pablo, mi madre se dirigía a pasos rápidos hacía el portón de entrada y salida del instituto, pero no quería dejar las cosas así, así que la seguí para poder resolver este asunto.

―¡Mamá espera!

― ¿Ahora qué quieres Maeve? ―se detuvo y se dirigió a mí.

―Lo siento, en verdad yo...

―¡Ahórrate tus disculpas, eso no es suficiente para arreglar este oprobio!

―Mamá; por favor entiende que no quiero esto en mi vida, sólo dime ¿porqué? ¿Por qué de esta manera Quiero volver a casa junto con mi vida normal, busquemos otra manera de sobrellevar este duelo juntas, ―dije con una mezcla de sentimiento de tristeza y amargura.

Nuestras pechos subían y bajaban a según discutimos, el maquillaje de mamá se había regado un poco por lo que había llorado de coraje, se quedó en silencio y su mirada fija en los suelos, dio un suspiro y se acercó más a mí.

―Maeve, ―pausó. ―Tu no lo entiendes, esto lo hago porque tú lo necesitas, de esta manera podrás superar todo. Y no tengo más razones para darte, de algún otro modo será así lo quieras o no, ―aseguró firmemente.

Y sin más explicaciones, se retiró. Regresé al instituto y en la entrada de éste una Minnette preocupada se encontraba en él y al verme me abrazó de inmediato, era justo lo que necesitaba en ese preciso momento.

― ¿Pudiste arreglarlo?

―No, no pude solucionar nada. Esto no ha terminado; ―emití decepcionada.

―En verdad lamento todo esto Maeve. ―Consoló, ―si quieres puedo quedarme aquí contigo, no importa si no quieres hablar más de esto, quiero permanecer a tu lado.

Sabía porque lo hacía, después de lo que había sucedido, de lo que había hecho, Minnette temía que pasara de nuevo.

―Iré a mi habitación, me daré un baño y dormiré contigo por hoy, ¿Está bien?

― ¡Claro que está bien Maeve! ―si así lo necesitas, hazlo.

Me dirigí a mi habitación y una vez que entré, quité mi rosario y lo guardé en mi pequeño estante de madera.

Después me metí al baño, quité mi hábito de novicia quedando en ropa interior y me metí a la bañera, el agua estaba fría, pero no me importó en ese momento no me importaba nada, me sumergí, y estando en él se vinieron muchas cosas a mi cabeza. La muerte de papá, el momento en que mamá me integró a este instituto, el anulo de mis votos, todo, absolutamente todo.

Tomé mi cabeza con mis dos manos y halé mis cabellos fuertemente, cerré mis ojos y en seguida flexione mis dos brazos hacia mi espalda, arañándola fuertemente con mis largas uñas, la depresión y la ansiedad habían regresado a mí, y en lo único que pensaba era en morir, sólo así era la única forma de escapar de esta injusticia, de la tristeza y odio hacia todo.

La bañera era enorme, así que cabía a la perfección en ella, de hecho sobraba, entonces me sumergí completamente, y me mantuve así, no escuchaba nada más que las burbujas que salían de mi boca, el aire se cortó de mis pulmones y no sé cuánto tiempo dure así, lo único que vi al final fue una negrura densa.

                                                                         †††

El sonido de un monitor cardíaco llegó a mis oídos, y finalmente abrí mis ojos con dificultad, estos dolían al ver la luz fuerte de una habitación diferente, al abrir bien mis ojos me di cuenta que me encontraba en un hospital, sus paredes eran de color blanco sus cortinas del mismo color y olía a medicamentos; era un olor muy fuerte, estaba conectada a un electrocardiograma junto con un nebulizador y suero intravenoso.

Entonces empecé a escuchar voces, una enfermera se encontraba en la habitación también la cual fue a avisar al doctor que yo ya había despertado, fue lo que logré escuchar.

Estos me dijeron que estaría bien y que me calmara.

Al pasar unas horas regresaron de nuevo a la habitación.

―Tienes visita; ―avisó la enfermera.

El padre Juan Pablo, la madre superiora, mi madre y Minnette entraron a la habitación y tomaron asiento en unos pequeños muebles que había en esta. Minnette fue la primera en acercarse a mí.

―Maeve, lo siento pero tenía que hacerlo, no tuve opción, te estábamos perdiendo. ―Se disculpó, ―temía tanto que esto pasara otra vez. ―Musitó.

No podía responderle estando con el nebulizador, así que solo asentí. Tarde o temprano se enterarían, no era la primera vez que intentaba suicidarme, ya lo había hecho una vez.

Era nueva en el instituto y no tenía amigos, papá recientemente había muerto y fue entonces cuando conocí a Minnette, ella vio lo que hacía y me lo impidió, fue mi hombro de consolación durante todo ese tiempo.

Sin hacer tanto alboroto, Minnette no dijo nada de esto a nadie más y estaba tan agradecida que no lo hiciera guardando mi secreto se convirtió en una gran amiga.

La madre superiora fue la segunda en acercarse, sentía tanta vergüenza por lo que había hecho, no quería siquiera verle la cara, pero ella era una persona muy comprensiva y sin reproches puso su mano en mi mejilla dándome una caricia.

―Te recuperaras hija mía. El altísimo está contigo en estos momentos.

Mi madre carraspeó y le dedicó una mirada al padre, no sabía que tramaban, entonces el padre habló.

―Si nos disculpan, queremos hablar a solas con Maeve.

―Si padre, ― ambas salieron de la habitación dedicándome una última mirada.

―Maeve, tenemos noticias que darte, ―regresé mi mirada hacía ellos.

Quité mi nebulizador y solté un suspiro. Miles de cosas se vinieron a mi mente, el que me internaran a un hospital para enfermos mentales, el que estaría castigada luego de recuperarme e incluso las esperanzas vinieron a mí, el que mi madre aceptaría mi decisión.

― ¿Estoy en problemas? ―solté con nerviosismo.

―No Maeve, no estás en problemas, pero jamás pensamos que llegarías hasta este punto.

―Lo siento en verdad. ―Me disculpé con voz débil.

―Maeve eso no basta. Sabemos que esto puede suceder otra vez, no estaba de acuerdo con tu madre pero, ella tiene razón, necesitas ayuda y nosotros no podemos ayudarte de la manera en que la necesitas.

―Tu madre y yo estuvimos hablando y... ―le dedicó una mirada a mamá dándome a entender que no podía completar las palabras.

―Te enviaremos a otro lugar para que recibas ayuda sobre la depresión y ansiedad, ―completó mi madre. ―Te irás del instituto y de la ciudad. Serás traslada a Isolated Town...
    

Secretos Oscuros en Isolated TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora