31 - "EL AGOBIO DE LOS FANS"

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 👤— DANIELA GARCÍA

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👤— DANIELA GARCÍA.
📍 — ARGENTINA.
🗓️ — DÍA 42.

Yo sé lo extraño que puede sonar esto, pero fui la primera en despertarme. Y, dios mio, me quería morir del sueño. Me duché con mucha tranquilidad, cosa que, de verdad, necesitaba, pues en todo el viaje no había tenido ni un poco de tiempo para mi. Cuando salí me puse cómoda, aunque tenía un poco de ganas de arreglarme, ya que últimamente lo hacía muy poco.

Luego, con el pelo mojado, me dirigí hacia el balcón para llamar a mi madre. Al ver su nombre en la pantalla, sentí una mezcla de alivio y un poco de culpa. Habían pasado bastantes días desde la última vez que hablamos, más de lo que solía dejar pasar. Apreté "contestar" y me acomodé, preparada para escuchar esa voz que, aunque a veces me ponía nerviosa, siempre lograba hacerme sentir en casa.

—¡Hola, mami! —dije, intentando sonar más animada de lo que realmente me sentía. Ella, como siempre, notó de inmediato el tono en mi voz. Empezó a preguntarme cómo estaba, cómo iba el viaje, si estaba comiendo bien, y si los chicos estaban bien.

Y por Dani, sobre todo pregunto por Dani. Todo con ese cariño que me hace sonreír sin darme cuenta.

Mientras hablábamos, me di cuenta de cuánto había echado de menos su voz, la manera en que siempre sabe cuándo necesito hablar más de lo que estoy dispuesta a admitir. Me contó sobre su semana, las cosas pequeñas que habían pasado en casa, como si no hubiéramos dejado de hablar nunca. Era fácil dejarse llevar por la conversación, y pronto me encontré riéndome de alguna anécdota que me contaba, sintiéndome más ligera con cada minuto que pasaba.

Por un momento, me sentí un poco culpable por haber dejado pasar tantos días sin llamarla, pero ella no mencionó nada al respecto. Sabía que la vida a veces se interpone, pero nunca me hacía sentir mal por ello. Solo se preocupaba por ponerse al día, por asegurarse de que estaba bien, que seguía cuidándome.

La llamada se extendió más de lo que había planeado, pero no me importó. Era reconfortante escucharla, sentir esa conexión que, aunque no siempre expresamos con palabras, está ahí, firme como siempre.

La ciudad estaba tranquila a esa hora, y el sonido de la voz de mi madre me hacía sentir una extraña mezcla de nostalgia y comodidad. De pronto, sentí unos brazos rodeándome la cintura. Me sobresalté por un segundo, no lo había escuchado salir de la cama. Apenas tuve tiempo de procesarlo antes de que supe quién era, y sentí su calidez detrás de mí.

Él apoyó su cabeza suavemente sobre la mía, y en un instante, toda la tensión que no sabía que estaba acumulando se desvaneció. Su presencia era reconfortante, y el hecho de que lo hiciera de forma tan natural, sin decir nada, solo reafirmó lo que acababa de contarle a mi madre. Me sentí envuelta por él, protegida, como si ese simple gesto dijera más que cualquier palabra.

—¿Todo bien? —susurró, su voz baja, apenas un murmullo para no interrumpir mi conversación.

Mi madre seguía hablando al otro lado de la línea, ajena a lo que estaba pasando aquí. Yo asentí, aunque no podía verle la cara.

LUNA ( yosoyplex )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora