22.- Operación Neverland; parte 2

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Veinte de septiembre.

── ¿Este es el lugar? ── preguntaba uno de los oficiales.

──Sí── asentía Anna, con los nervios a flor de piel.

Se encontraba de nuevo en ese albergue de pesadillas del cuál había escapado hacía algunas horas. No pensaba volver a aquel tan pronto. Ella creía que, aquella noche tan horrorosa, había sido la última vez que vería aquel lugar.

La noche del diecinueve septiembre sería una fecha que Anna recordaría toda su vida. Aún había cosas que no le había dicho a nadie, por ejemplo, el hecho de que había asesinado a alguien.

Se sentía terrible con respecto a eso, al final del día, eran personas y ella atentó en contra de su vida. Sin embargo, lo único que le servía de consuelo, era que ellos hacían lo mismo e, incluso, peor.

Ahora mismo, se encuentra cruzando la puerta que tanto se esforzó en abrir y poder salir de ella. Es cómo volver a quedarse dormida y que sus pesadillas empiecen de nuevo.

──Por esa escotilla──indicó, señalando aquella──, ahí abajo está todo──.

Los oficiales le hicieron caso, abriendo esta. En el momento en que se pudo divisar la planta subterránea que ahí se encontraba, un pútrido aroma empezó a emanar desde ahí.

Anna esperaba encontrarse con los cuerpos que estaban ahí la noche anterior, es más, pensaba que ese hedor provenía de aquellos. Sin embargo, no se imaginaba lo que la esperaba ahí abajo.

Nada, ya no había nada.

El lugar ya no poseía ni un alma, incluso parecía que nunca hubo alguna... O eso aparentaba.

──Annie, ¿segura de que quieres continuar con esto? ── le preguntaba Lucas, pues, estaba realmente perturbado por las cosas que había presenciado.

──Sí──afirmó──, lo que sea por la justicia──.

Caminaron por el pasillo, hasta que vieron una puerta. Los oficiales derrumbaron aquella, esperado encontrar a algunas víctimas aterrorizadas. Sin embargo, esta habitación también estaba vacía.

Anna sintió ese nudo en la garganta al verla, pues ahí se dio cuenta de las cosas por las que tenían que pasar las otras chicas.

Era una habitación con un hedor tan denso y fuerte, que uno de los oficiales tuvo que salir a vomitar. Toda esta estaba llena de deshechos, también había un colchón de una plaza, mugriento y lleno de manchas.

°. * . °

Ya habían pasado algunos minutos luego del desafortunado encuentro con aquella habitación, todos se encontraban examinando esta. Se concentraron tanto en recopilar muestras, que no se percataron de la ausencia de Anna.

Ella se había dirigido a la habitación que muchas veces comparó con el infierno. Intentaba desesperadamente abrir la puerta de esta, pues no quería que los oficiales llegasen a encontrar a las chicas antes que ella.

Pues, no quería que ellas se asustasen, quería que estuvieran calmadas y que pudieran ser sacadas de ahí con tranquilidad.

Sin embargo, lo que encontraría tras esa puerta, le confirmaría que, efectivamente, ya no había siquiera un alma en ese lugar.

Los cuerpos de las chicas se encontraban tirados en el suelo, llenos de sangre y con expresiones de horror en sus rostros. Ni siquiera en la muerte aparentaban estar tranquilas. Había casquillos de bala por toda la habitación, por lo que dedujo que las habían acabado de esa dolorosa manera.

Sin embargo, el cuerpo de Susan empezó a moverse.

Anna corrió rápidamente hacia ella, arrodillándose a su lado.

──Gra... gracias...── pronunciaba Susan con dificultad.

──Ya somos libres, Susan, por favor, tienes que resistir.

Anna intentó levantarse a pedir ayuda, sin embargo, Susan se lo impidió.

──Ya es mu...──empezó a toser de manera descontrolada──, ya es muy tarde para mí. Pero muchas gracias, Annie... Ahora puedo descansar en paz. ¿Me podrías...? ¿Me podrías acompañar ahora? ──.

──No digas esas cosas, tú te vas a poner mejor ¿sí? Sólo resiste un poco── su voz se quebraba poco a poco, mientras intentaba resistir ante el fuerte dolor en su pecho, pues, no lo había logrado, no pudo salvar a Susan.

──No fuerces las cosas, querida... Ya se acabó mi tiempo... Pero... pero eso está bien... Yo viví lo que tenía que vivir... Aunque me... me hubiese gustado vivir un poco más. Pero quédate tranquila──cada vez respiraba con más y más dificultad──, yo voy a estar bien... Muchas gracias... por todo── lentamente, cerró sus ojos.

──¡Susan! ¡Susan, no me hagas esto! ──exclamó, intentando despertarla de aquel sueño del que, aparentemente, no iba a despertar──, ¡No! ¡Susan, no...! ──.

Y así fueron los últimos momentos de Susan Moore, tirada en el suelo de un sótano en el que pasó tantos años de su vida, muriendo en los brazos de una de las chicas a las que había prometido proteger.

Sin embargo, estaba tranquila. Ya se sabía la verdad, sus nombres ya no quedarían en el olvido. Le duele no poder haberse despedido de su padre, pero piensa que lo mejor para él, sería pasar la página.

Susan podría jurar que una luz deslumbrante inundar la habitación, sentía el pasto enredándose con sus dedos, la frescura del perfecto clima y la claridad del azul cielo.

Había dejado de sentir dolor, ahora se sentía tan ligera y, por primera vez en mucho tiempo, pudo respirar aire fresco.

Veía a las mariposas revolotear por sus alrededores, los colores de las flores y un inmenso prado. Sus ganas de recorrer aquel eran inmensas, sentía una energía increíble, irónicamente, se sentía mucho más viva que nunca.

Si esto era la muerte, entonces no fue tan grave cómo ella lo pensaba, ahora sólo le queda agradecerle a Anna, si no fuera por ella, no se sentiría tan libre cómo ahora.

Tal vez esa era la libertad que necesitaba, no en el mudo de los vivos, sino en un más allá, un lugar en el que sería completamente libre.

°. * . °

HOLAAAA, VOLVÍ.

Ustedes no tienen idea de lo mucho que estoy llorando ahorita mismo. Espero que lo hayan disfrutado.

Nos leemos la próxima, BYEE

(sé que estuvo corto, pero ajá)

──Hᴀsᴛᴀ Qᴜᴇ Sᴀʟɢᴀ Eʟ Sᴏʟ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora