9- Pesadillas

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- Noah.- llamo mi atención la dulce muchacha.-Te amo.

-¿Me amas?

Adoraba como sonaban las palabras en su voz.

-Por supuesto que lo hago.- Dejo un delicado beso en mis labios.

Tome su cabello castaño entre mis dedos y comencé a acariciarlo.

-También te amo.

-Eso ya lo sabía.- Se veía demasiado hermosa en el vestido blanco que le había obsequiado.-Iré un momento dentro de la casa. Espérame aquí.- Ordeno.

Reí cuando me dio una mirada de advertencia. Era común que yo no obedeciera sus órdenes.

-De verdad. Quédate aquí.- Asentí.

-Lo prometo.

La vi correr descalza sobre el prado rumbo a la puerta de nuestro hogar.

Espere y espere pero no regreso.

Decidí que no iría dentro después de todo le había prometido esperar a fuera.

Entonces se escuchó el grito y pareció que los sonidos de la naturaleza se extinguían por completos.

Era mi nombre el que gritaba con terror. Era a mí a quien pedía auxilio.

Me levante de un salto y comencé a correr en dirección a la casa pero no importaba cuanto me esforzase jamás la alcanzaba. Lo intente con todas mis fuerzas pero no lo logre.

Así que cambie.

El lobo se adueñó de todos y cada uno de mis sentidos acudiendo con rapidez a salvar a su compañera.

Esta vez logro alcanzar la puerta y golpeándola con su costado la tumbo. Olio su sangre desde la planta baja e inmediatamente comencé a ver todo rojo.

Ella se hallaba sufriendo.

Llegue a la segunda planta y busco desesperado de dónde provenía el grito.

Un terrible miedo inundo sus sentidos cuando reconoció el cuarto.

La puerta se hallaba abierta y podía ver a su mujer desangrándose en el suelo. Figuras negras bailaban alrededor de ella. Figuras sin rostros que en cuanto lo vieron, cambiaron.

Ahora una jauría de lobos negros se hallaba saltando sobre él.

Atacó. Mordió. Y Mató.

Porque nada le impediría llegar a su compañera.

Cuando el último lobo negro se halló muerto en el suelo pudo finalmente acercarse al cuerpo de su mujer.

Decidió que como hombre se le haría más fácil llevarla a un hospital. Así qué cambio.

Un grito rompió el silencio que se había instalado en la habitación en cuanto todos sus enemigos habían muerto.

-No te me acerques.- Miro preocupado los ojos de su compañera. Temiendo que otra figura la estuviese atacando.

Pero no era así. Ella se hallaba sola en el suelo. Debatiéndose entre la vida y muerte. Y mirándolo fijamente con terror.

-Pequeña.- Intento tranquilizarla arrodillándose a su lado.

-Aléjate, por favor.

Tosió y vio cómo su pecho se agitaba cada vez más.

Las heridas se hallaban abiertas por sus costados y unas de sus piernas se hallaba torcida de una forma que lograba hacer que su estómago se revolviera.

El libro de Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora