Pesadillas -1

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Miedo.

Sentía miedo como nunca antes había sentido. Si perdía el control podía arriesgarme a perder a Aimi.

Perdido.

Recuerdos de toda mi vida se agolpaban en mi mente obligándome a enfocarme en ellos.

Dolor.

Tanto dolor...

-Eres una traidora.- la voz del hombre detonaba asco.

Abrace mis rodillas con los brazos intentando no hacer ruido, tal y como me había dicho mamá cuando me metió en el armario.

-No intentes esconderlo puedo captar su olor.

-No lo estoy escondiendo, lo estoy protegiendo.

-Tú, la maestra de pacotilla protegiendo a un alfa.- Río con desdén.- ¿Estás loca?

-No sabes con quien te estas metiendo. -Oí el gruñido de mamá.

Solo agradecía que mi hermana menor no estuviese en casa.

-¿Crees que le tengo miedo a Kai?

-Deberías.

-Sigo sin poder entender cómo puedes estar con él sabiendo que mato a Harold.

-Harold mato a su esposa. Kai estaba en todo su derecho de arrebatarle su vida.

Él conocía ese nombre.

Harold era un hombre muy malo que le había hecho daño a su familia. O al menos eso era lo que su padre le había dicho.

-Él era nuestro alfa. Era también tu alfa y le diste la espalda para que muriera.

-Yo no le di la espalda. Yo lo mate.

Durante un momento la habitación se sumergió en un horrible silencio.

-Es imposible. Tú eres una simpl...

-Maestra de pacotilla ¿No? Era la ejecutora de la manada.

-Es imposible.

-Mi deber era matar a Harold cuando me di de cuenta hasta qué punto había llegado tu ambición.

-Tú no lo hiciste. No mientas. Fue Kai.

-Fui yo. Lo asesine porque amenazo a mi compañero.

-Él no era tu compañero. Su esposa había fallecido el día anterior era imposible que fuese tu compañero.

-Es mi compañero.

-Entonces dame al cachorro. Después de todo no es tu hijo. Vine por él no por ti.- El hombre había dejado a un lado el tono amenazador y ahora hablaba amablemente.

-Es mi hijo y únicamente sobre mi cadáver dejare que te lo lleves.

- Entrégalo y nadie saldrá herido, Melinda.

-Nunca.- Gruño.

Un momento después se escucharon más gruñidos y el sonido de los cuerpos chocando entre sí.

Pero hubo algo que logro helarle la sangre. El sonido de la piel desgarrada y un quejido.

Unas garras afiladas atravesaron la gruesa madera del armario logrando que el pequeño niño de seis años saltara del susto e intentase alejarse de aquellas armas letales.

Las garras afiladas salieron ocasionando que la puerta se entreabriera.

Logro ver la escena que hasta entonces se había desarrollado fuera de su pequeño escondite.

Un lobo dorado gruñía y caminaba en círculos dispuesto a atacar en cualquier momento a su madre quien ahora en su forma lobuna cojeaba gruñendo a su atacante.

Él debía de confiar en su mamá.

Ella era una ejecutora.

Su padre vendría. Él era el alfa. Él estaría aquí.

Papá los salvaría. Él vendría.

Cerró los ojos intentando nuevamente comunicarse con él. Podía sentirlo más cerca pero no lo suficiente como para lograr decirle algo a través de su enlace.

-Papá- Intento por todos los medios.- Ayuda.

Su padre era un alfa, él podría matar al hombre que agredía a su madre.

El pelaje marrón de la loba se hallaba cubierto por una mancha de sangre. Se movía lentamente buscando el punto débil de su enemigo dejando detrás de ella un rastro de sangre.

Desde el punto en el cual se hallaba vio exactamente lo que su madre buscaba con desesperación.

Una garra se hallaba clavada en el cuello del lobo malo.

Le parecía sorprendente que el hombre no hubiese muerto pero quizás solo fue un poco de suerte lo que tuvo.

Sabía cuan largas eran esas garras, si él pudiese llegar hasta ella o ejercer un poco de presión el hombre moriría.

Pero él no era papá, no era un héroe. Era solo un niño.

Observo cada uno de los movimientos y antes de poder pensarlo mejor se lanzó sobre él.

Al mismo tiempo el atacante se lanzó hacia la garganta de su madre, distrayéndose.

Saco la garra del cuello del lobo y la uso como un cuclillo cortando su cuello.

Creyó durante un momento que el corte no había sido lo suficientemente profundo como para quitarle la vida pero cuando su madre se lo saco de encima usando las dos patas delanteras el cuerpo cayó a un lado inerte.

Sin saber qué hacer, lloro y corrió a abrazar el cuerpo lobuno de Melinda West.

La mujer que había luchado para protegerlo y que ahora se hallaba lamiéndolo.

-Eres mi héroe, bebé.- La confesión de su madre no calmo su llanto, la abrazo con fuerza hasta que su padre llegó.

Tan solo unos minutos después el alfa atravesó el umbral de la puerta con dos lobos detrás de él.

Pero había llegado tarde nuevamente.

Aunque no se había perdido ninguna vida, aquella tarde perdieron algo más importante.

La inocencia de un chico.

Hey Chicas.

Esto es un relato corto de una de las pesadillas de Noah.

Sé que están ansiosas por leer los pensamientos del Noah-cachorro. Pero primero lo primero.

REPITO PARA QUIENES NO ENTENDIERON.

ES UN RELATO CORTO. CORTO.

Habrán más pesadillas y de esa forma les mostrare un poco más del pasado de Noah.

Pero también van a haber sueños.

Voten y Comenten hermosuras :3


El libro de Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora